Iñaki Uriarte
Observador republicano vasco

Desarme, armamento y patrimonio

Hace hoy tres años, el 8 de abril de 2017, aconteció en Baiona uno de los días más hermosos y trascendentales para Euskal Herria de estas dos décadas del siglo XXI, cuando la organización política armada ETA certificó al mundo que formalmente se desarmaba, depositaba y mostraba su armamento. Aquel caluroso sábado que miles de personas de todo el país acudimos, y donde el PNV una vez más y vergonzosamente se escondió, seguimos con atención todos los pasos dados en un muy inteligente proceso por su impresionante organización, precaución y eficacia que se desarrolló en Ipar Eskual Herria. De algún modo se establece en un período de 60 años de vigencia de ETA una simetría entre ambos extremos: nació como un auzolan plural desde el pueblo vasco y finalizó con el pueblo vasco en un acto ecuménico.
En Baiona Ttipia, entre el Aturri y el Errobi poco antes de su fusión fluvial, junto al Gaztelu Berria y la Place de l´Arsenal, curiosa coincidencia, se celebró la conclusión bélica del largo conflicto armado, un armisticio unilateral en el que como exquisita y precisamente declaró (2016.10.24) Patxi Zabaleta, «ETA no ha ganado la guerra pero sí ganó la apuesta de la paz». Porque la guerra no la gana nadie.
Pero para lograr este inapelable triunfo de la razón hizo falta una previa, prolongada y discreta labor de compromiso con acciones operativas de múltiples riesgos conformando el itinerario de la paz que impulsaron constituidos por personalidades concienciadas de diversas profesiones constituidos como Bakegileak (Artisans de la Paix) Jean Nöel (Txetx) Etcheverry, Michel Tubiana, Michel Bergougnan, Michel Behrokoirigoin (fallecido muy poco después), Beatrice Molle-Haran y Stéphane Etchegaray con la ayuda de los 172 voluntarios que custodiaron los ocho zulos en la madrugada de la gloriosa jornada.
Resulta sorprendente, incluso decepcionante que no se haya presentado todavía como candidato al Premio Nobel de la Paz, este proceso de pacificación del conflicto en Euskal Herria, personalizado en los Bakegileak. Pocos otros galardonados precedentes habrán conseguido desinteresadamente tanto en tan breve tiempo con tanta convicción, entusiasmo y éxito. Obviamente considerando la valiosa participación en todo el proceso de la International Verification Commission (IVC) / Comisión Internacional de Verificación creada en 2011 con esta finalidad y su coordinador Ram Manikkalingam, del alcalde de Baiona y presidente de EuskalHerri Elkargoa / Communauté Pays Basque Jean René Etchegaray, el arzobispo de Bologna Mateo Zuppi y el pastor protestante norirlandés Harold Good, quien estuvo presente en el desarme del IRA.
Un año después, el domingo 8 de abril de 2018 un día muy lluvioso no impidió que brillara la sensibilidad que debía monumentalizar en la explanada Roland Barthes de Baiona el proyecto que públicamente finalizó, en la colindante la Place Paul Bert el año anterior. En un celebración más íntima presidida por Jean René Etchegaray asistimos a la inauguración de la escultura Arbolaren Egia, un árbol de acero y hierro de ocho metros de alto cuyo tronco un hacha invertida es el popular símbolo de ETA. Una adaptación tridimensional de la creación Aizkora eta Arbola que en litografía también había creado el artista Koldobika Jauregi y distribuida en papel por Gara con motivo del desarme.
Posteriormente el monumento fue retirado en espera de autorización cultural ya que se sitúa en un ámbito rodeado de preexistencias arquitectónicas muy relevantes, es un Site Historique rango clasificatorio previsto en la legislación cultural francesa, como un espacio merecedor de ser catalogado. Su restitución estaá pendiente de la autorización correspondiente que depende del signo político, a pesar de su naturaleza cultural, de los cargos que resulten elegidos en las elecciones que han sido aplazadas por la actual pandemia. Asimismo, parece extraño que en estos años transcurridos no se haya creado o encargado una composición musical de cierta envergadura vinculada a tan feliz conclusión.
Armamento, historia y cultura
En muchos países una vez finalizadas guerras y conflictos parte del armamento, material y medios utilizados restantes constituyen, sin duda alguna, una referencia histórica que merece ser conocida por generaciones posteriores. De igual modo existen museos específicos de estos objetos, España tiene un Museo del Ejército y Francia el Musée de l´Armée. En Euskal Herria Karlismoaren Museoa / Museo del Carlismo en Lizarra-Estella dispone en su colección, básicamente vinculada a acontecimientos históricos de las guerras carlistas y guerra civil, diferentes elementos de armamento, armas de fuego fusiles, pistolas, carabinas, etc. y complementos, bayonetas, cargadores, cananas, además de proyectiles, balas y bombas. Las armas de esta muestra del museo están incluidas entre los bienes culturales de naturaleza histórica.
En Nafarroa esta consideración como bienes culturales de las armas de fuego y de objetos relacionado con el armamento se ampara en lo contemplado en la Ley Foral 14/2005, de 22 de noviembre del Patrimonio Cultural de Navarra, que define en su Artículo 2. Bienes que integran el Patrimonio Cultural de Navarra: «1. El Patrimonio Cultural de Navarra está integrado por todos aquellos bienes inmuebles y muebles de valor artístico, histórico, arquitectónico, arqueológico, etnológico, documental, bibliográfico, industrial, científico y técnico o de cualquier otra naturaleza cultural, existentes en Navarra o que, estando fuera de su territorio, tengan especial relevancia cultural para la Comunidad Foral de Navarra».
En Gernika Bakearen Museoa en su exposición posee bombas explosivas e incendiarias de la masacre que sufrió la villa por la alianza franquista fascista. En el municipio bizkaino de Berango su Burdin Hesiaren Oroimenaren Museoa / Museo Memorial del Cinturón de Hierro creado en 2012 en Berangoeta kultur etxea muestra entre otros objetos, morteros de mano, granadas de mortero y de mano, fusiles de calibres diversos y pistolas Astra.
Por todo ello es culturalmente necesario proteger estos y los nuevos elementos disponible del desarme. Especialmente antes de que, como sucedió en enero de 2020 cuando dos gendarmes franceses fueron detenidos por apropiarse de parte del arsenal de ETA justificándose en su “apasionamiento por las armas y el coleccionismo”, desaparezcan destruidos por el gobierno francés o los entreguen a España como trofeos de guerra.
También la Ley 6/2019, de 9 de mayo, de Patrimonio Cultural Vasco, contempla en su Artículo 2.– Ámbito de aplicación. «1.– A los efectos de esta ley, forman parte del patrimonio cultural vasco todos aquellos bienes culturales inmuebles, muebles e inmateriales que ostentan un valor artístico, histórico, arqueológico, paleontológico, etnológico, antropológico, lingüístico, científico, industrial, paisajístico, arquitectónico o de cualquier otra naturaleza cultural que merezcan ser considerados de interés para su reconocimiento y transmisión intergeneracional».
El armamento que ha utilizado ETA a lo largo de su existencia actualmente disponible, el inicial mostrado al mundo en un video mediante la BBC, en febrero de 2014 tras una rueda de prensa de la CIV en el Hotel Carlton de Bilbao, el posterior capturado en el episodio fallido de Luhuso en diciembre 2016 y especialmente el depositado en los ocho zulos en la madrugada de la memorable jornada del desarme debe ser recopilado. Obviamente una tarea de esta naturaleza debe incluir cuantos testimonios existan relativos al proceso, especialmente a su final, desde la carpeta entregada con las localizaciones de los zulos a los documentos conclusivos pactados e incluso la pluma con la que se firmaron. Evitando su dispersión en Estados, cuerpos policiales, y administraciones diversas, documentando los elementos y en un tiempo prudente en su condición de piezas históricas, aunque algunas sean relativamente modernas, entregado a Euskadiko Artxibo Historikoa.

Asimismo, este arsenal reconocido como objetos relacionados, tan trágicos como en los otros casos, a hechos violentos relevantes y por tanto deberán ser calificados en su categoría como bienes culturales muebles y documentales de naturaleza histórica. No solo la antigüedad o la belleza proporcionan sentido al patrimonio, la trascendencia o singularidad de un elemento sea inmueble, mueble o inmaterial le otorga un inestimable valor a considerar y consecuentemente a protegerlo legal y culturalmente.

Indubitativamente nos encontramos ante una novedosa situación, que aunque pueda generar alguna queja de los de siempre, está solida y legalmente fundamentada para procederse a su pronta consideración.

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