Alfredo Ozaeta

Desorientación politica

Hablan de nueva normalidad en vez de nuevo futuro que sin ambages es lo que nos viene y para lo debiéramos empezar a prepararnos al menos nuestras generaciones.

Cada día que pasa es más palpable la desorientación y la falta de preparación de la mayoría de la clase política para abordar y gestionar cuestiones que requieren ciertas dosis de formación, dedicación, voluntad y sentido común.

Tanto en nuestro pequeño país como en el Estado español tenemos innumerables ejemplos de esta incapacidad tanto en la resolución de conflictos de índole política, laboral y social como en las erráticas estrategias industriales, en infraestructuras, medioambientales y de inversión o empleo. No distinguen entre lo esencial y lo innecesario, confundiendo sus intereses y los de sus lobbies con los de la ciudadanía. Qué lejos queda la actual política del concepto etimológico griego.

No cabe duda de que algo tienen que ver los siglos de pasado autoritario de una sociedad feudal excesivamente militarizada y con abusiva influencia religiosa/clerical, en los déficits culturales y democráticos que actualmente se lastran en él estado. Esto ha generado ciertos complejos, donde la autocrítica está ausente, considerándose dueños de la verdad absoluta con el convencimiento de que la culpa de todo continuamente es de los demás, son otros siempre los causantes de sus males o desgracias. De ello tampoco se escapan una gran parte de los nuestros políticos de Euskal Herria mostrando una soberbia y arrogancia en sintonía con el proceso de asimilación externo, y que les impide aceptar sus errores y desatinos.

Ha tenido que tocarnos padecer esta trágica pandemia para dejar, más si cabe, en evidencia la falta de recursos, y no me refiero a los materiales, e incapacidad de los que supuestamente deben conducir la gestión de un importante problema que requiere decisión, diagnóstico y soluciones en la inmediatez y estrategias paliativas, correctoras y de cambios en el corto plazo. Sus decisiones continúan en la senda de la improvisación, vuelven a caer en los mismos errores, estos se repiten casi miméticamente, dando la sensación de que no se ha aprendido nada de decisiones erróneas anteriores, se copian las equivocaciones pero no los aciertos de entornos similares, faltan análisis rigurosos del comportamiento social y la influencia en su trasmisión. No se han realizado esfuerzos en la contratación y refuerzo del personal sanitario, enseñantes y estructuras paliativas y educativas necesarias para tratar de minimizar sus efectos, seguimos desconociendo las secuelas que la pandemia dejara en nuestra salud, comportamientos sociológicos psíquicos y económicos. Hablan de nueva normalidad en vez de nuevo futuro que sin ambages es lo que nos viene y para lo debiéramos empezar a prepararnos al menos nuestras generaciones. Seguimos al pairo en el sorteo de esta segunda ola y de las que puedan venir y tocar padecer, transitamos por el mismo camino, todavía no se tiene claro que lo prioritario es la salud y que esta es el motor de toda actividad económica.

Esto es normal cuando vemos que las formaciones políticas al uso, PNV y PSE-PSOE, y por supuesto, la mayoría de las del estado incluidas las de nueva generación, se han convertido en oficinas de empleo y sucursales de puertas giratorias en el tráfico de influencias para sus fieles incondicionales. No se valora el conocimiento, formación, contrastada experiencia y vocación, imprescindible desde mi punto de vista, de servicio a la sociedad, sino la filiación, discreción y la obediencia debida, como garantía de servicio al ideario del partido en vez de al de toda la ciudadanía. Ejemplos sobran, recientemente tenemos uno claro en un ente sensible para la cultura y construcción de país donde se ha seguido apostando por la continuidad en vez de por la objetividad y pluralidad como la mínima deontología informativa lo exige.

La desorientación también afecta, y esto es menos normal y diría que preocupante, a amplios sectores de izquierda y progresistas, jóvenes incluidos, en actitud de meros observadores de todo lo que está pasando a su alrededor, sin tomar iniciativas ni realizar propuestas de cambio con aportación de soluciones creíbles para la mejora de la actual gestión política y publica. Es necesario posicionarse ya en el tablero dónde en estos momentos se están dilucidando estrategias geopolíticas, sociales, sanitarias, medioambientales y económicas que van a marcar nuestro futuro más cercano. Se echa en falta musculo y autoestima en el apoyo de todas aquellas medidas que preserven la salud, los derechos sociales, laborales y económicos conseguidos hasta la fecha, venga de quien venga la iniciativa, pero también para rebatir con fuerza y en positivo las que han demostrado ser ineficaces y lesivas para los intereses de la población.

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