Itziar Idiazabal Gorrotxategi
Coordinadora Cátedra UNESCO de Patrimonio Lingüístico Mundial de la UPV/EHU

Día Internacional de la lengua materna: ¿qué hacer en la escuela?

Desde que la UNESCO lo decidiera en el año 2000, el 21 de febrero se celebra el Día Internacional de la Lengua Materna o de la lengua primera. Se le llama materna a la primera lengua que se aprende porque es la madre quien tradicionalmente se ha ocupado directamente de transmitirla.

Debido a las profundas transformaciones sociales las madres tienen hoy otros auxiliares que les ayudan o sustituyen en esa importante labor, entre otros la escuela.

La tradición escolar sin embargo, más que de transmitir la lengua materna se ha ocupado tradicionalmente de enseñar las lenguas clásicas, las letradas y es a partir del siglo XX que han sido las lenguas oficiales o estatales las que constituyen el cometido expreso de la institución escolar pública y generalizada. La UNESCO en 1954 publicó un informe en donde se instaba a que las escuelas transmitieran las lenguas maternas o vernáculas, apoyándose en razones de índole psicológico o paidocéntrico “La lengua escolar debe ser una continuidad de la familiar”. En el mencionado texto, se abogaba por que las lenguas minorizadas también fueran lenguas escolares. Sin embargo las lenguas minorizadas apenas han tenido apoyo en los sistemas educativos de sus estados respectivos.

¿Qué hace hoy la escuela y qué debería hacer con respecto a las lenguas primeras? La escuela en la medida en que es un servicio social tiene unos objetivos establecidos legalmente, amparados por la demanda social y que la mayoría de padres asumen también como propios. En nuestro caso, se espera que todos los escolares de la CAV deben ser competentes en euskera y castellano al tiempo que logran ser plurilingües.

¿Cómo puede responder la escuela a esta demanda y cuáles son las condiciones que debe cumplir? Sabemos y lo están demostrando las investigaciones que los seres humanos podemos ser bilingües y plurilingües siempre que nuestro entorno lo haga posible. Los vascos sabemos también que la escuela es una herramienta muy capaz para enseñar lenguas: en la escuela se puede aprender euskara y castellano. Naturalmente, no de cualquier manera.

Como requisito básico, la escuela debe conocer cual es la primera lengua que los escolares aportan de la familia o del contexto sociolingüístico: castellano, euskara, las dos, una lengua extranjera, varias...

Segun Cummins para que el bi-plurilingüismo sea beneficioso es importante que al menos una de las lenguas (y no necesariamente la primera) se aprenda del mismo modo que los monolingües saben la suya; es decir, si se logra dominar una lengua de manera oral y escrita para las actividades habituales que exige la sociedad, todo lo que aporte el bi-plurilingüismo será enriquecedor, positivo.

En el caso de los niños que tengan el castellano como primera lengua, apenas tendrán dificultades para lograr su dominio a pesar de que la escuela dedique más tiempo al aprendizaje de otras lenguas. El contexto social, los medios de comunicación y las nuevas tecnologías ofrecen todo tipo de recursos y ocasiones para poder desarrollar el castellano, lengua hegemónica de la CAV. La escuela tendrá también su cometido y deberá ser bien precisado para que resulte efectivo y no se malgaste el tiempo. El euskara y el inglés (si es la lengua extranjera seleccionada) deberán ser objeto de una intervención didáctica, establecida con precisión y con rigor. Y naturalmente, tal como se recomienda recientemente desde el Consejo de Europa al Estado español, la enseñanza del inglés no deberá priorizarse frente a la lengua minorizada local.

Cuando los escolares sepan euskara como primera lengua contarán con una gran ventaja para lograr el dominio de esta lengua; sin embargo, la escuela no puede desatenderla porque no deja de ser una lengua minorizada con recursos sociales tecnológicos y de medios de comunicación mucho más limitados que el castellano u otra lengua hegemónica. En cuanto al aprendizaje del inglés, lengua extranjera, todos los escolares estarán en condiciones semejantes, siempre y cuando se haya logrado una buena capacitación bilingüe.

Cuando los escolares cuenten con una lengua primera extranjera, seguramente por tener origen inmigrante, la escuela debe como mínimo acoger esa lengua como riqueza cultural, aunque en la mayoría de los casos no podrá contar con recursos suficientes para ser desarrollada como lengua escolar. Pero es muy importante darle la consideración que se merece porque constituye un tesoro tanto para el hablante como para el grupo clase, aunque socialmente no cuente todavía con la valoración que debería tener.

La escuela vasca, por tanto, debe tener igualmente claro el objetivo del plurilingüismo que asegure el aprendizaje del euskara como el punto de inicio: las primeras lenguas de sus escolares y sus condiciones socio-culturales. Todas las lenguas primeras son importantes pero no todas son iguales para la escuela. Los objetivos y los puntos de partida constituyen el marco básico y es en función de ese marco que la institución escolar tendrá que gestionar los recursos profesionales y didácticos con un apoyo investigador eficaz. Lograr una escuela en donde todos los escolares sean plurilingües asegurando el dominio de una lengua minorizada como el euskara es un reto difícil pero imprescindible.

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