José Luis Úriz Iglesias
Exparlamentario de concejal del PSN-PSOE

Diálogo: ¿viva la vida o viva la muerte?

Esa es la clave en los tiempos que nos vienen, convencer desde el diálogo y los argumentos, desde posiciones de vida y no de muerte, incluso aunque se tenga la fuerza bruta de los votos.

El 12 de octubre de 1936 ocurrió un incidente que marcó de negro nuestra historia.

Fue en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca en un acto que pretendía ensalzar al reciente régimen franquista y acabó con un enfrentamiento entre lo irracional representado por el Millán Astray y la cultura y la razón de don Miguel de Unamuno.

En pleno discurso del viejo profesor lleno de hermosura y sensatez se levantó Millán Astray desbordante de ira para gritar, ¡muerte a la inteligencia! y ¡viva la muerte!, a lo que Unamuno respondió con una reflexión de viva a la vida, culminada con una frase que hoy resuena y resonará en el futuro inmediato en el panorama político:

«Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis, porque para convencer hay que persuadir».

Porque esa es la clave en los tiempos que nos vienen, convencer desde el diálogo y los argumentos, desde posiciones de vida y no de muerte, incluso aunque se tenga la fuerza bruta de los votos.

En los últimos tiempos tres son los grandes problemas que amenazan nuestro país (ponga aquí cada cual lo que quiera), el paro-precariedad laboral, los políticos y partidos y recientemente Catalunya. Son problemas estratégicos que necesitan el largo plazo para resolverlos y especialmente generosidad, altura de miras.

A partir de ahora ya tenemos una fecha para decidir, el 28 de abril. Nadie sabe ni sabrá nunca si Pedro Sánchez ha acertado, si esa era la fecha, o si era el 26 de mayo, o incluso octubre, tampoco a quién beneficiaría una u otra, pero existen elementos comunes en todas ellas que influirán en los resultados electorales.

Todo el vodevil ocurrido con los presupuestos, el intento de acuerdo con los independentistas catalanes, la reacción extrema de las derechas con manifestación en Colón incluida, las palabras gruesas lanzadas contra el presidente, sumado al efecto Andalucía a quién ha fortalecido. ¿Por dónde va la sociedad española en estos instantes? ¿Qué electorado está más movilizado, el de derechas o el de izquierdas? ¿Este país en estos instantes está escorado hacia un lado o el otro?

Estas incógnitas se dilucidarán ese 28 de abril pero huele a que la suma de PP, C's y Vox va camino de la mayoría absoluta, salvo que exista una reacción, visto desde hoy improbable, de las izquierdas debilitadas por su flanco de Podemos, que no da para compensar la probable subida del PSOE.

Pero como la sociedad española es tan maquiavélica puede ser que los ninguno de los dos bloques sumen mayoría absoluta y necesiten ambos para gobernar de nuevo los votos de nacionalistas vascos y catalanes. Con un PNV fortalecido, una ERC al alza, e incluso una pequeña subida de EH Bildu cada vez más afianzada en su lado más político y pragmático, tampoco sería tan descabellado.

Así nuevamente volveríamos a la casilla de salida como un «día de la marmota» a la española, vasca, o catalana.

Porque aquí lo que se está dilucidando realmente es si somos capaces, quién puede hacerlo y de qué manera, de resolver las viejas tensiones centro-periferia en un Estado de las Autonomías que hace aguas.

Hasta ahora sólo la izquierda ha sido capaz de intentarlo, primero con Zapatero, ahora con Sánchez, pero las presiones a veces intolerables de unos y el empecinamiento irresponsables de otros no lo ha hecho posible.

Algunos añoramos el espíritu de entendimiento y generosidad de la Transición, incluso del primer gobierno Aznar (en estos tiempos de política líquida se olvidan esos momentos de nuestra historia) pero eso sólo nos puede llevar a la melancolía.

Tampoco favorece que los líderes actuales tengan, todos, vocación de breves y actúen a la corta y no con la altura de miras de los estadistas de largo alcance.

Por eso este momento histórico se parece más al de Millán Astray-Unamuno, que al de Fraga-Carrillo y así de nuevo los ¡vivas a la muerte! resuenan y resonarán durante toda la campaña.

Las preguntas que están en el aire pueden ser, ¿son los políticos que como sociedad líquida nos merecemos? ¿Es el tipo de política que demanda esa sociedad que consume sin pudor los GH, o MHYV de turno y hace caer los programas televisivos de debate? ¿El 29 de abril estaremos en el mismo punto que el 15 de febrero?

Malos tiempos para la lírica nos vienen, nos siguen viniendo, pero como declaración de principios desde esta reflexión grito alto y fuerte, ¡viva la vida! ¡Viva el diálogo! ¡Viva el entendimiento y el acuerdo! ¡Viva la política sólida y de altura!

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