Iñigo Muerza Erroz
Exmiembro de Podemos Ahal dugu Nafarroa

El cambio no era esto

No hay excusa para todo el conjunto de torpes maniobras chapuceras que van aflorando en los últimos meses, para el notable desconocimiento de las posibles consecuencias que éstas pueden tener fuera del propio partido, ni para el bochornoso espectáculo que se está ofreciendo. Aquello por lo que veníamos luchando no era esto. El cambio no era esto.

Laura Pérez siempre ha sido muy buena haciéndose la victima, pero en ningún caso puede considerarse como tal en todo el culebrón de medio pelo en el que se está acabando de convertir el proyecto que un día lideró. Desde su llegada, la ex secretaria general de Podemos Navarra aspiró a todo sin hacer apenas nada, y la mayor parte de las veces despreciando a todo compañero o compañera que se interpusiese en su camino. Recién aterrizada se presentó a la dirección del partido en Pamplona pese a que su pareja del momento, Oscar Fresán, tenía ya muy avanzada su candidatura al mismo puesto y desapareció en cuanto se le pidió que tuviese un papel más secundario en dicho espacio no dignándose a asistir a una sola reunión del mismo, pese a ser miembro electo. Casi de inmediato se presentó a la Secretaría General de Navarra consiguiendo ganarla tras una sucia campaña en la que sus seguidores entraron en una guerra a cara de perro contra las candidaturas oponentes marcada por la difamación, la mentira y la manipulación. Lo que dejó el partido mermado y con heridas aún abiertas hoy en día. Pérez presume de feminista, pero las mujeres han sido desde un principio el principal objeto de sus desmanes y de sus envidias. Como máxima responsable del partido ha gritado, insultado, vilipendiado, acosado, despedido, excluido... a compañeras que siendo militantes, trabajadoras, cargos públicos y cargos internos no se plegaban ante su voluntad. Su gestión como máxima autoridad del partido en nuestra tierra ha sido arbitraria, despótica, caprichosa, caótica y clientelar. Ha utilizado a los miembros y a los órganos del partido a conveniencia según sus intereses o su voluntad. Ha despreciado lo que le llegaba de los círculos, de los órganos de dirección (el primero de ellos: el Consejo que ella misma presidía), del personal contratado, o del grupo parlamentario, cuando lo que recibía no era de su agrado o no encajaba con su postura. Ha promovido liberaciones de personas cuyo único mérito era la proximidad que tenían con su persona y ha interferido en los procesos para alterarlos en favor de sus protegidos. Ha promovido el despido de personas competentes por meras cuestiones personales. Ha cambiado sus decisiones mil y un veces y ha vuelto completamente inoperativos los órganos o espacios en los que estaba presente obligándolos constantemente a volver sobre decisiones tomadas o planteamientos trabajados, poniendo en riesgo con ello los acuerdos tomados con otras fuerzas políticas aliadas. Falta a la verdad cuando denuncia el hostigamiento por parte de la facción interna rival ya que calla que el nuevo secretario general, Eduardo Santos, sí que se ofreció a integrar a algunos miembros del grupo contrario en la nueva dirección, y que dicha posibilidad fue rechazada en bloque por quienes hacen del sectarismo y del guerracivilismo su práctica política. Por último, hemos conocido recientemente la denuncia del órgano ejecutivo de su partido en la que se recoge, además de faltas disciplinarias varias, una grave acusación al respecto de la utilización por parte de Pérez de su condición de cargo público en su beneficio personal. A la vez que trata de justificar estos hechos, miembros del círculo de educación desmienten la versión dada públicamente por la ex secretaria general.

En resumen, solo Laura Pérez está poniendo fin a su corta y turbulenta trayectoria política.

Sin embargo, quienes hemos sufrido su particular gestión y sus desmanes, no tenemos muchos motivos para alegrarnos de lo que está sucediendo estos días, ya que el ver cómo quienes han tomado el relevo se comportan de una manera tan baja, tan cínica y tan irresponsable como quienes les han antecedido, no da lugar más que al desaliento. No hay excusa para todo el conjunto de torpes maniobras chapuceras que van aflorando en los últimos meses, para el notable desconocimiento de las posibles consecuencias que éstas pueden tener fuera del propio partido, ni para el bochornoso espectáculo que se está ofreciendo. Aquello por lo que veníamos luchando no era esto. El cambio no era esto. La repulsa que se está generando se pagará pronto, y llegado el momento no habrá ni fontanería suficiente como para arreglarlo ni pasillos con las bastantes puertas como para salvarse de la quema.

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