Mikel Labeaga
Podemos Ahal Dugu-Antikapitalistak

El carril de Ahal Dugu y EH Bildu

Hay en Euskal Herria, y también en el Estado Español, un sector importantísimo de indignación ante los ataques del sistema a los derechos sociales y nacionales, que componen la base para nuevos proyectos, para nuevos sujetos de cambio.

La deriva en la que han entrado algunos dirigentes de Podemos Euskadi, con la supuesta transversalidad, les está llevando a unos niveles de incongruencia con las posiciones del Podemos de los inicios y de la nueva versión tras Vista Alegre II, que roza a veces con la idea de que quieren la marginación en la política vasca.

Los resultados de Podemos Ahal Dugu han supuesto un importante descenso en votos con pérdidas de casi el 50%. A pesar de las declaraciones del secretario general de Podemos-Ahal Dugu Euskadi, Lander Martínez, ofreciendo una visión positiva de los resultados cuantitativamente y situando a Podemos Ahal Dugu en el carril de una «supuesta» Izquierda Vasca, junto a PSE y EH Bildu y proponiendo un frente común de «esa izquierda», en oposición al PNV y la derechona del PP, no es creíble que sea posible una recomposición de Ahal Dugu, cuando la primera medida ha sido abrir expedientes de expulsión y ni tan siquiera han sido capaces de frenar la caída electoral en todos los procesos.

La propuesta de un «frente de izquierdas», como el que Podemos propone, solo puede estar en la mente calenturienta de los dirigentes de Ahal Dugu. No es entendible que se planteen un acuerdo con la izquierda abertzale, más preocupada de buscar un acuerdo en clave de “Construir País” y avanzar en la vía vasca a la soberanía en la que Ahal Dugu no aporta nada. Incluso resta y aparece como una acción reactiva a la idea de soberanía, que la izquierda abertzale defiende como se ha visto en la Ponencia de Nuevo estatuto de Autonomía (situaciones como las del Ayuntamiento de Barcelona, no ayudan a superar ese desencuentro).

En cuanto a la incorporación del PSE a ese mismo «Frente de izquierdas», sigue siendo fruto de su desconexión con la realidad nacional vasca. El PSE se muestra más preocupado de buscar acuerdos de «estabilidad» con el PNV que supuestos programas sociales, que no han defendido en Euskal Herria ni han implementado en el Estado. Además, el PSOE, que en el caso del PSN, se sitúa claramente por la exclusión, frente a cualquier acuerdo con EH Bildu y en la posibilidad de dejar gobernar a Navarra+. Y en Euskadi, el PSE lleva claramente la etiqueta de ser la muleta del PNV y del Gobierno Vasco.

Podemos-Ahal Dugu, tiene otro gran déficit, que puede ser terminal para un proyecto: una carencia absoluta de base territorial, con círculos desaparecidos, minorizados y una falta de relación real con los movimientos sociales. (A pesar de sus debilidades).

Podemos nació con la voluntad de superar las políticas del régimen del 78, el bipartidismo y unas élites políticas plagadas de corrupciones para cambiar el modelo político y representar a los y las de abajo lealmente. En Vista Alegre I se planteó, aunque se ha demostrado desenfocada la apertura de una ventana de oportunidades, para una nueva política. Tras Vista Alegre II se ha visto que el cierre del largo ciclo electoral español ha mostrado el alcance y el fin del ciclo abierto por el 15M.

Tras ese encuentro y como ya anunciaban estas últimas elecciones se observaba un tope, derivado de la reacción del electorado conservador español mediante el discurso del «miedo» frente a las nuevas fuerzas políticas del cambio. Lo que permitió la recuperación parcial de terreno al PP, manteniendo la presencia minoritaria de Cs, escudero del primero y el avance de un PSOE en proceso de recuperación electoral, siendo el gran beneficiado del voto útil.

En Euskadi ese ciclo también se ha cerrado y por tanto para lograr un reforzamiento de Podemos-Ahal Dugu, es necesario el reforzamiento del antagonismo social con las políticas del gobierno vasco y los partidos que lo sustentan. Partidos que buscan la restauración parcial de la correlación de fuerzas que mantenían previamente a la crisis del régimen. Para llevar una tarea de esta envergadura Podemos-Ahal Dugu debería recomponer la organización tras una gran cantidad de abandonos, expulsiones, sanciones…etc. Actualmente ya no parece posible ya que la dirección de Euskadi continúa enfrascada en purgas de sectores en Getxo, Galdakao, Santurtzi, etc.

A pesar de no existir grandes diferencias entre quienes no nos sentimos populistas y el populismo de «izquierdas» sobre la necesidad de crear un antagonismo, entre una minoría privilegiada y los diversos sectores populares sí las tenemos sobre qué bases y cómo se construye.

En este sentido considero que debe en primer lugar, aunque no de forma exclusiva, apoyarse en la defensa de los intereses materiales de los grupos sociales víctimas de los mecanismos de apropiación de la riqueza, por parte de una minoría que controla los recursos productivos y financieros. Entre ellas la expropiación el producto del trabajo sigue siendo central. Y eso en Euskal Herria tiene nombres y políticas concretas. No hay atajos sino políticas de izquierda.

En una resolución de no hace mucho asumida por Ahal Dugu se decía «En la Comunidad Autónoma Vasca, PNV y PSOE aspiran a reproducir a escala vasca el bipartidismo que en el Estado representan PP y PSOE, alternancias en las que lo único que cambia es el papel asignado a cada figurante en la representación, y frecuentes acuerdos a la alemana “por el bien del país”».  

Podemos-Ahal Dugu estará muerto si, como parece que quieren ver algunas personas, los antagonismos se reducen a un cambio de correlación de fuerzas entre los líderes primero, segundo y tercero… o a un cambio de correlación de fuerzas entre errejonistas y pablistas. Podemos debería haber sido mucho más, sin la política cortoplacista electoral que ha llevado adelante. En Podemos había más gente plural y sobre todo estaba, en un principio, con la voluntad de tratar de cambiar este sistema. No se trata de ser un «poquito menos populista» ni caer en simplificaciones, como han propuesto algunos miembros de Ahal Dugu o en busca un nuevo repunte de sus votos, sino en plegarse a las realidades, necesidades y luchas de las gentes de abajo.
Ayudar a hacer cada vez más fuerte el bloque de izquierda soberanista con unas relaciones leales entre las organizaciones, políticas, sindicales y sociales que lo conforman.

Prepararse para el 2020, significa ser útiles ya desde ahora a la gente en la defensa de sus derechos y ayudar con su voz en las instituciones a las reivindicaciones que la ciudadanía pone en la calle. Significa no continuar los debates en claves totalmente internas, con balances internistas porque son estas divisiones internas las que les han restados votos, etc.

Podemos-Ahal Dugu no solo debiera haber hecho un balance interno sobre cómo se han tratado a las posiciones divergentes en su seno, con expulsiones, suspensiones de militancia, etc. sino que debería haber hecho (si quiere recomponer sus relaciones con sectores de la izquierda en Euskal Herria), un balance muy crítico de sus rupturas con y de las candidaturas municipalistas posteriores al 2015 y del marco de organización municipalista que había establecido, etc. Desgraciadamente Podemos-Ahal Dugu con su autobombo como Elkarrekin Podemos ha tratado de desmontar o romper en las pasadas elecciones, siendo como resultado el bajón de votos de ambas estructuras.

También merece prestarle atención a la evolución de la Izquierda Abertzale pues a pesar de haber recuperado votos en estas elecciones, mantiene una visión de su papel en la movilización social, absolutamente centrada en la búsqueda de la «vía vasca» a semejanza de la «vía catalana». Es decir, un planteamiento absolutamente centrado en la actividad institucional. Esta visión tiene desde nuestra forma de ver unos grandes problemas.

Por una parte, el PNV, no es una organización soberanista, es un partido que basa toda su actividad política en la «estabilidad» de gobierno y del mercado, que el Estado Español posibilita a la economía vasca. Esa estabilidad pasa por una tensión permanente, entre reivindicaciones de competencias y en todo caso por una negociación, que no un enfrentamiento, con el Estado por un Nuevo Estatuto. Por otra parte, EH Bildu ha centrado en los últimos tiempos sus llamamientos al PNV para acordar ese «Nuevo Estatuto» dejando bastante de lado su papel más «social».
 
O dicho de otra manera, no se ven por ningún lado esos aspectos que señala R. Zallo en su análisis: «El salto cualitativo programático de los cuatro últimos años mediante acercamiento a tramas de sociedad civil la conforman como una corriente de izquierda de espectro amplio y de base militante que reconstruye su tejido social. No son ajenos a ello la inmersión local ni su apoyo a los movimientos como Gure Esku Dago o Sare.»

Al contrario, EH Bildu en los últimos tiempos ha tenido conflictos con los sectores movimentistas de sus bases históricas (Ikasle Abertzalea, Movimiento gastetxes, Sectores pro-Amnistía…) y sobre todo con el mundo sindical organizado en ELA.

El eje central de la actividad de EH Bildu en los últimos años ha estado centrado, quizás ante la propia situación de sus bases muy críticas con su papel con respecto a los presos, en la actividad de defensa de los derechos de los presos y la petición de medidas de “gracia” … Presos enfermos, acercamiento a cárceles de Euskal Herria. Y en el terreno político en constantes llamamientos a el PNV a la reforma estatutaria. De ser una alternativa al modelo de País del PNV, ha pasado a ser una constante en su petición de ser socio preferente del PNV, inclusive en la negociación de los presupuestos, etc. Llegando así a plantear su máximo dirigente Arnaldo Otegi:

«EH Bildu sostiene que “una nueva cultura política exige grandes acuerdos de país” y anuncia la presentación en junio de un texto articulado de nuevo estatus político según las bases pactadas en el Parlamento de Gasteiz.».

No hay como darse una vuelta por su página Web para ver que EH Bildu centra toda su actividad en el trabajo institucional, ni una sola referencia a las movilizaciones sociales, a la defensa del clima, etc.

En los sectores de la Izquierda Abertzale aparecen los primeros síntomas de una crisis larvada desde hace tiempo y que tiene como componente la situación abierta con la desaparición de ETA.

Por un lado, están los sectores que aún se mantienen en una posición de seguir reclamándose de la actividad de la organización, otros sectores no comprenden el paso dado de la defensa de la lucha armada a una total supeditación del activismo a la política institucional de EH Bildu. Y por el otro lado, están los sectores más orgánicos de Sortu y organizaciones que componen EH Bildu, absolutamente centrados en una actividad institucional, que deja una mayor «independencia de pensamiento» para los sectores más ligados a los movimientos sociales. Esta «libertad de pensamiento» en algunos casos muestran una cierta dosis de añoranza, no solo de la «lucha de ETA», sino también del maniqueísmo de la guerra fría y de la URSS, acompañado de una dulcificación del estalinismo.

¿Y ahora qué?

Desgraciadamente, no tengo recetas mágicas que permitan una recomposición social y política a corto plazo. Se ha cerrado una ventana de oportunidad para construir un sujeto político que termine con el régimen del 78, pero esa ventana, no es ni será la única. Hay en Euskal Herria, y también en el Estado Español, un sector importantísimo de indignación ante los ataques del sistema a los derechos sociales y nacionales, que componen la base para nuevos proyectos, para nuevos sujetos de cambio.

Como decía Daniel Bensaid, se trata de dotarnos de una «Lenta impaciencia» de voluntad y trabajo, para construir ese «Nuevo Sujeto». Hay decenas de colectivos, miles de personas, con esa voluntad antagonista con este sistema. Junto, con y para ellas debemos trabajar, organizar y movilizarnos colectivamente para articularlo.

Ponernos a la tarea, sin sectarismos, con férrea voluntad unitaria, entendiendo la pluralidad como un activo para la acción común. ¡Esta ya al orden del día!

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