Koenraad Van den Driessche
Dr. en Geoquímica

El caso Iruña-Veleia sigue sorprendiendo después de 8 años

Hace 8 años una Comisión Científica Asesora declaró falsos los hallazgos excepcionales. Esta Comisión estaba compuesta por miembros de una universidad que a continuación se haría cargo de las excavaciones, y uno de sus miembros sería nombrado nuevo director (juez y beneficiado). La Comisión fue presidida por una Diputada de Cultura que se había manifestado en el arranque de la misma a favor de incluir a dicha universidad en la gestión del yacimiento. Llama la atención que una Diputada presida una Comisión autodenominada «Científica Asesora».

En el momento de finiquitar la Comisión, el 19 de noviembre 2008, ésta no disponía de los informes finales, los cuales llegarían días o semanas mas tarde. No hubo conclusiones consensuadas, pues para ello evidentemente se hubieran tenido que leer y analizar todos los informes y debatirlos posteriormente, cosa que nunca ocurrió, como se puede comprobar leyendo las actas.

Algunos miembros de la Comisión no eran expertos en la materia y engañaron a los Junteros durante la presentación de sus conclusiones en la comisión de Cultura, Euskera y Deporte de la Diputación Foral de Álava unas horas después de clausurar la Comisión. El Secretario de dicha Comisión redactó sus conclusiones el 15 de noviembre 2008, cuatro días antes de la última reunión de dicha Comisión, y estas nunca fueron ratificadas por los miembros de la misma, ni fueron hechas públicas con el resto de la documentación en la página web de la Diputación. Además dichas Conclusiones secretas remiten literalmente a los informes, pero su formulación no coincide con el contenido de los mismos, que según la Comisión obran en los archivos del Servicio de Patrimonio, algo que es imposible puesto que, aparte del elaborado por Gorrochategui, no existía todavía ningún informe a la hora de redactar las Conclusiones.

Con enorme prisa, la entonces Diputada de Cultura lleva el asunto a la fiscalía el 5 de diciembre 2008, un mes antes de que Eliseo Gil tuviera la oportunidad de responder a los informes delante de la Comisión de Cultura, Euskera y Deporte. Mientras tanto el químico de la Comisión seguiría con sus investigaciones, que nunca terminaría, como consta en declaraciones ante la Ertzaintza. Además en su informe no se concluye que los grafitos sean falsos, aunque en las Conclusiones del Secretario de la Comisión se puede leer que hubo «unanimidad científica».

Pero no solo la Comisión se caracterizó por sus graves irregularidades y la falta clamorosa de garantías científicas, su continuación ha discurrido por la misma línea. La Diputación Foral de Álava se querelló contra Eliseo Gil y dos personas más, aportando como principal prueba un informe grafológico no concluyente. A continuación la Diputación Foral de Álava encargó otro informe grafológico que costó 36.000 euros al erario público. Esta vez sí la presentaron como concluyente al 100 %. Pero la Ertzaintza, en su informe final, afirma que según la Jefa de su Servicio de Documentoscopia, la grafología no puede demostrar científicamente la autoría de unas inscripciones como las de Iruña-Veleia por tratarse de trazos sobre materiales duros que no registran los detalles necesarios, aparte del desconocimiento de los tipos de letras que se usaban durante el imperio romano. ¿Entonces, la Diputación fue engañada por los autores del segundo informe?

Tampoco en los juzgados se ha actuado con las debidas garantías. A pesar de estar los hallazgos excepcionales en litigio, el juzgado concedió a una de las partes, a la querellante, es decir, a la Diputación de Álava, la custodia de las piezas. Está demostrado que los grafólogos tuvieron acceso a la piezas y las manipularon (por ejemplo en estudios bajo microscopio) en verano de 2009, mientras que la defensa de Lurmen, la parte querellada, no ha podido ni siquiera verlas. Cuando finalmente se llevó a cabo una investigación supuestamente sería de las evidencias físicas, tal como fue solicitada por la defensa, Lurmen no fue invitada a la selección de las muestras, con el resultado final de que solo las cerámicas fueron investigadas y no materiales mucho más sensibles como los huesos. El estudio de dichas evidencias físicas no es fiable porque a la hora de evaluar los resultados se cometió un error garrafal: no se tomó en cuenta la limpieza de las piezas por parte de los arqueólogos, ni su posible contaminación posterior durante sus numerosas manipulaciones.

El informe final de la Ertzaintza sigue en la misma línea de las intervenciones anteriores, se muestra convencida de la falsedad, pero no aporta ninguna prueba fidedigna ni de la falsedad ni de la autoría, y todo queda en pura especulación.

Mientras tanto varios expertos han dado por buenos tanto el euskera como el latín que aparece en los grafitos, y han constatado la presencia de costras carbonáticas en algunos surcos de piezas en euskera, lo que sería prueba de su antigüedad. El padre del método arqueológico moderno, Dr. Harris, ha señalado que, según la documentación aportada por Lurmen, la excavación y su registro han sido más que correctos, en contra del juicio del Departamento de Arqueología de la UPV, y todo esto en base a la misma documentación. Además, Harris alerta de la casi imposibilidad de llevar a cabo una tal falsificación, sin sentido ni motivo, y sin ningún parangón en la arqueología moderna.

Un año después de la entrega del informe final de la Ertzaintza, parece que la justicia ha quedado paralizada ante la falta de pruebas tangibles, y sigue condenando a los «investigados» desde hace casi ocho años a la injusta e injustificada «pena del banquillo», con graves daños económicos y psicológicos para el principal «investigado», Eliseo Gil.

Si los políticos y las personas ligadas a la cultura tienen un mínimo de sentido de justicia y de responsabilidad, es tiempo de actuar en este asunto que conmueve a un sector importante de la sociedad vasca, como demuestran un sin fin de cartas de opinión, participaciones en foros de Internet, presencia en congresos, charlas, visitas guiadas, etc.

¡Qui tacet consentire videtur, él que calla otorga!

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