«El día que la extrema derecha movilizó a la izquierda»
Son 11.169.796 votos de derechitas y de derechonas. Por eso me gusta la frase de Évole, porque nos pone ante una realidad dura, cruel y muy peligrosa.
Hoy es jornada postelectoral. Todos andamos algo sorprendido con los resultados de las urnas la pasada noche. La participación ha sido del 75,9% la mejor del siglo según los estadistas.
Las redes se han hecho eco de innumerables comentarios con más o menos acierto. En especial el de Jordi Évole, que tan sólo ha necesitado 10 palabras para resumir los resultados de la noche electoral del 28A. El presentador de Salvados ha publicado un tuit. En él ha resumido la victoria del PSOE el hundimiento del PP, que pierde casi la mitad de los escaños que logró en 2016, con una frase absolutamente elocuente. «El día que la extrema derecha movilizó a la izquierda» ha escrito.
Tampoco nos engañemos. Sumando los votos de PP, C's y la formación emergente de Vox, se encuentran a tan sólo 450.000 votos de los conseguidos por PSOE y la formación morada. El suicidio electoral de la derecha ha sido su fragmentación. De haber habido unidad, igual cantaba otro gallo.
El problema es su presencia. Son 11.169.796 votos de derechitas y de derechonas. Por eso me gusta la frase de Évole, porque nos pone ante una realidad dura, cruel y muy peligrosa.
Nos hemos movido. Ha habido un voto nacionalista alto porque ellos son los que, junto a los socialista pueden frenar esa horda de antipatriotas fascistas y totalitarios.
Ahora no es momento de quedarse parado. La batalla no ha hecho más que empezar. De momento circulará por cauces democráticos, y de cierto respeto, pero, si no actuamos con contundencia podremos tener muchos problemas en un futuro próximo.
La ultraderecha ha colocado 24 diputados en el congreso, la mayor entrada de un partido de nuevo cuño en democracia. Y no olvidemos que ya colocaron 16 en la Junta de Andalucia hace bien poco. Llevamos años viendo como van ganando poder poco a poco. Se han colocado en el ejército y en las policías, los cuerpos que deben protegernos. No olvidemos que el artículo 8 de la constitución ampara el uso legítimo de las fuerzas armadas, para mantener el orden constitucional.
Están ahí, llamado a nuestras puertas, y no podemos mirar para otro lado. Son la representación, no de una España monocromática, sino algo aún peor, la España en blanco y negro.
Por eso me he acordado de Niemöller.
La gente ha salido a votar por miedo a la derecha reaccionaria. Nadie quiere volver al pasado, para ello no hay que olvidarlos, pues de hacerlo estaremos condenándonos a repetir la historia.
Friedrich Gustav Emil Martin Niemöller
(Lippstadt, Renania del Norte-Westfalia, 14 de enero de 1892
-Wiesbaden, Hesse, 6 de marzo de 1984) fue un pastor luterano alemán y antinazi.
Se graduó como oficial naval. Durante la Primera Guerra Mundial, estuvo al mando de un submarino. Después de esa guerra, comandó un batallón en la Región del Ruhr. Entre 1919 y 1923, estudió teología en Münster.
Al inicio de su actividad religiosa, apoyó la política anticomunista antisemita y nacionalista, sin embargo, en 1933, reaccionó contra dichas ideas después de que Hitler desarrollara una política totalitaria de homogeneización (Gleichschaltung) que pretendía imponer sobre las iglesias protestantes el «párrafo ario» (Arierparagraph), que excluiría a todos los creyentes con antepasados judíos.
A raíz de esta medida, Niemöller fundó junto a Dietrich Bonhoeffer el movimiento de la Iglesia Confesante (Bekennende Kirche), un grupo protestante que se opuso tajantemente a la nazificación de las iglesias alemanas.
Por su oposición al control estatal nazi sobre las iglesias, Niemöller fue arrestado el 1 de julio de 1937 y entregado a un Tribunal Especial el 2 de marzo de 1938 para ser juzgado por actividades contra el Estado. Fue condenado a siete meses de cárcel y a una multa de 2.000 marcos.
Como el tiempo que había estado detenido superaba la condena de prisión, fue liberado por el Tribunal tras el juicio. Sin embargo, justo después de abandonar el tribunal, fue arrestado de nuevo por la Gestapo de Heinrich Himmler, posiblemente porque Rudolf Hess encontró la sentencia demasiado benigna y decidió una acción sin piedad contra él. Fue internado en los campos de concentración de Sachsenhausen y de Dachau desde 1938 hasta 1945.
Tras su liberación, se incorporó hasta el final de sus días al movimiento pacifista; llegó a ser presidente del Consejo Mundial de Iglesias en 1961 y desempeñó un papel importante en la denuncia contra la Guerra de Vietnam.
Niemöller es mejor conocido como autor del poema Cuando los nazis vinieron por los comunistas, que trata acerca de las consecuencias de no ofrecer resistencia a las tiranías en los primeros intentos de establecerse. El orden exacto de los grupos y las palabras están sujetos a disputa, ya que existen muchas versiones, la mayoría transmitidas oralmente. Niemöller menciona que no se trataba originalmente de un poema, sino del sermón: "¿Qué hubiera dicho Jesucristo?", pronunciado en la Semana Santa de 1946 en Kaiserslautern (Renania-Palatinado, Alemania).
Este poema se atribuye de forma errónea, en muchos idiomas, al dramaturgo y poeta alemán Bertolt Brecht.
Las versiones más conocidas del discurso son los poemas que comenzaron a circular en los años 50.
El Museo Memorial del Holocausto de los Estados Unidos cita el siguiente texto como una de las muchas versiones poéticas del discurso:
«Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
ya que no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
ya que no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
ya que no era sindicalista,
Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
ya que no era judío,
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar».
Somos la única barrera al totalitarismo de la derecha. Si queremos seguir siendo libres, es el momento de ponernos en marcha.