El Estado español sí se mueve
Los independentistas nos hemos llenado la boca denunciando el inmovilismo del Estado e instándole a moverse para dar pasos dentro del proceso político que vive Euskal Herria.
Pues bien, ya podemos decir que el Estado español ha abandonado el inmovilismo y ha pasado a la acción. No en el sentido que queríamos pero, desde luego, ha movido ficha. El movimiento del Estado no va precisamente en la línea de favorecer un escenario de paz y normalidad. Su estrategia es la de atacar, atacar a las personas y organizaciones que defendemos la necesidad de culminar el proceso de pacificación y normalización política que ha iniciado este pueblo y que nos guiamos por el lema de «todos los derechos humanos para todas las personas», incluidas, evidentemente, las personas presas.
Esta semana el Estado se ha movido y ha dado un paso adelante en su estrategia de poner el máximo de obstáculos posibles en el proceso. Ha detenido a 18 personas, con la tragedia personal que eso supone; ha mandado a la Guardia Civil a una sede de Eusko Alkartasuna, tal vez advirtiendo de que no tiene problemas en ensanchar el «entorn»”; ha dicho alto y claro que las detenciones responden a una finalidad política, aunque eso es algo que en Euskal Herria sabemos desde hace mucho; y han demostrado el enorme interés que tienen algunos en mantenerse en un tiempo que la sociedad vasca ha cerrado hace ya un par de años.
La operación policial del lunes tiene mucho de venganza pero también es estratégica, porque saben que el proceso político que incluye la consecución de la paz, la normalización y la construcción de la convivencia, va a triunfar. Es imposible parar un proceso democrático. Madrid se ha dado cuenta de que estando quieto a medio plazo va a salir perjudicados, así que intentar mantener el espejismo de que este país vive en un tiempo pasado, les ayuda a atrasar el debate político de fondo. El de Euskal Herria y también el de Catalunya. Así como a tener algo más de que hablar que de corrupción, paro y descrédito internacional del PP.
Pero les va a salir mal. Ya el mismo lunes se comprobó que la sociedad vasca va a volver a responder de manera contundente y ejemplar. La ilusión con la que solo hace un par de años salíamos a la calle se va a tornar en rabia, rabia de ver detenciones arbitrarias, de las descargas de la Ertzaintza contra quienes están protestando pacíficamente, contra una representante institucional elegida con los votos de miles de ciudadanos y ciudadanas vascas.
Pero esa rabia se va a canalizar en la dirección correcta, para seguir reclamando con más fuerza nuestros derechos y, el sábado, también los derechos de las personas presas. De los 18 detenidos el lunes y de los otros 600. Dirán que no les importa, pero la reacción rabiosa y serena de miles de personas hará al Estado español más difícil la situación en la que está. Se volverá a retratar como un estado antidemocrático, corrupto, violento, se seguirá desacreditando a sí mismo ante la ciudadanía vasca, ante el mundo, y conseguirá el efecto contrario a sus objetivos: va a provocar un mayor apoyo popular a las reivindicaciones de Euskal Herria como país y a la defensa de los derechos de las personas presas.
El Estado equivoca su estrategia pero no es el único. El PNV también tiene lo suyo. La participación de la Ertzaintza en las detenciones hace daño en el corazón, también a su propia gente, y su equidistancia en un tema tan claro como la operación de la Guardia Civil del lunes le quita autoridad moral.
El PNV se vuelve a equivocar mirando a Madrid, pasando por encima del proceso de paz como si no fuera con ellos, como si su única responsabilidad fuera la institucional en el Parlamento Vasco. Y la sociedad vasca ya no entiende que en este preciso momento histórico, el PNV mire al PSE, a Madrid y esté más preocupado por asegurar Ajuria Enea que por aportar a la resolución del proceso político.
La rabia hay que canalizarla y no es momento de quedarse en casa. Está en nuestras manos pero no lo vamos a conseguir sin trabajar. Por eso, hacemos un llamamiento a todos y todas las que creemos que estamos ante una oportunidad histórica y nos negamos a que el Estado nos la sabotee a acudir el sábado a Bilbo. El proceso iniciado es irreversible: vamos a demostrárselo a Madrid.