Mikel Arginarena, Joseba Pérez de Montoya, Ander Barbolla, Juan Abad y Xabier Isasa

El miserable, aun maquillado, sigue siendo miserable

Si Enrique Aguirrezabal se cree facultado a utilizar el hecho de haber huido de la justicia española para criminalizar públicamente a una persona concreta de la que no sabe nada más, nosotros le mostramos nuestro más profundo rechazo. Afortunadamente no necesitamos a este señor para juzgar a Anjel quien con tanta dignidad dio testimonio de cómo viven los pensionistas.

Ahí la veo: se trata de una persona bien atildada, con atuendo cuidado y maneras educadas. Sin embargo lleva dentro un alma miserable. En el "Libro más universal de la historia de la Humanidad" se hace referencia a esas personas con la metáfora de «sepulcros blanqueados» y, a su vez, Freud desarrolló su famosa teoría de que las personas somos como un volcán cuyas inmensas fuerzas encerradas en las cavidades del inconsciente y del subconsciente escapan constantemente al control que desde la parte noble pretende imponer el superego.

El viernes 9 de febrero, en el programa 7 días que dirige en ETB2 Estibaliz Ruiz de Azua, estaban hablando de la precaria situación económica de los jubilados y en un momento del mismo se mostraron unas imágenes pregrabadas. En ellas se mostraba a un señor de 74 años, sentado en la sala de su domicilio y protegiéndose del frío de estos días con una manta. Según su testimonio, su escasa pensión de unos 400 euros se complementaba con la RGI hasta alcanzar 780. Con esa cantidad tenía que hacer frente al pago del alquiler del piso, a su manutención y a esos pequeños desembolsos diarios de poca entidad que, sin embargo, al final pesan en su economía. En esas condiciones una de los primeros recortes obligados era la calefacción.

A continuación los tertulianos comenzaron a desgranar sus comentarios, y uno de los primeros en tomar la palabra fue Enrique Aguirrezabal, presentado como abogado, atildado, con peluquería reciente y presentación cuidada. Saliendo descaradamente del guión, que estaba centrado en el hecho de la precaria situación de muchas de nuestras personas jubiladas, cosa bien sustentada por otra parte, en estadísticas oficiales, arrancó con estas palabras: «bueno, se trata de una persona conocida, que ha vivido varios años huido de la justicia en el extranjero».

El tono y el cinismo evidente en su cara dejaba claro que el mensaje había que entenderlo así: «es fácil de entender esa situación, se trata de un terrorista que para rehuir sus responsabilidades ha huido al extranjero, lo que le ha supuesto esa pensión precaria».

El citado señor se arroga el derecho de hacer públicamente y con la valentía que exhiben estos personajes en cualquier sitio y medio un juicio de esa persona sin ninguna presunción de inocencia. Ha pretendido criminalizarlo en un medio público cuando, si es abogado como se indica, debería saber que ni es el lugar ni el momento de esos testimonios y sobre todo con desconocimiento de las circunstancias que han obligado a este señor a huir de la justicia española. Y en cualquier caso, este huido hoy tiene todos los derechos en vigor y nada pendiente con la justicia y el señor abogado debería saberlo. Pero no, el maquillaje no disimula su falta de ética.

Antes que nada, queremos hacer un breve inciso: ¿cómo se deja pasar en una televisión pública, sin una desautorización por parte de quien dirige el programa, una intervención tan injusta? Había asimismo otras personas que tal vez podrían haber dicho algo al hilo de un comentario tan vil.

Enrique Aguirrezabal debe saber que hay miles de personas que han optado por huir de la justicia en cualquier país, y desgraciadamente entre nosotros son muchos centenares los que han huido de la justicia española. Pero por lo visto cómo han tratado recientemente al señor Puigdemont por haberse refugiado en Bruselas, hay que entender que es mucho pedir a los españoles que reconozcan que su justicia puede ser falible. Sin embargo, deberían preguntarse si la huida a menudo no es lo más prudente dada la escasa calidad de la Justicia española. Una justicia que sin solución de continuidad pasó del franquismo a la llamada democracia, que ha avalado más de 30.000 detenciones en el País Vasco en los últimos 50 años, que a pesar de los más de 4.000 testimonios de haber sufrido torturas y malos tratos recabados con garantías, uno a uno y rubricados con firma solamente ha juzgado un par de decenas, y que en repetidas ocasiones ha sido apercibida desde instancias de la Justicia europea por su inhibición.

Si Enrique Aguirrezabal se cree facultado a utilizar el hecho de haber huido de la justicia española para criminalizar públicamente a una persona concreta de la que no sabe nada más, nosotros le mostramos nuestro más profundo rechazo. Afortunadamente no necesitamos a este señor para juzgar a Anjel quien con tanta dignidad dio testimonio de cómo viven los pensionistas. Le conocemos de cerca, admiramos su dedicación generosa a trabajar por los demás y queremos manifestarle que nos sentimos orgullosos de compartir con él tantas tareas y reflexiones.

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