Víctor Moreno
Profesor

El nombre de Osasuna

¿Por qué el fascismo lingüístico de la Falange no condenó esta nomenclatura que rezumaba separatismo, según la imaginación fecunda de Rodezno?

No es mi intención evocar la historia de cómo unos jóvenes de Pamplona en 1920 decidieron un día que la resultante de cruzar el Pamplona FC, Sportiva y el New Club se llamase Osasuna; ni, tampoco, reproducir la polémica que en torno a ese hecho se armó entre un familiar de Cilveti, Adoain y el cronista deportivo Goicoechea y ventilar de una vez por todas si fue Eladio Cilveti, B. Adoain o el malogrado Pepito Huici quien lo propuso. Me interesa más plantear la hipótesis de por qué razón el nombre de Osasuna no desapareció tras el golpe de Estado.

El antecedente de la orden del 18 de mayo de 1938, firmada por Rodezno no lo presagiaba, pues señalaba como «origen de anomalías registrables la morbosa exacerbación en algunas provincias del sentimiento regionalista que llevó a determinados Registros buen número de nombres que no solamente están expresados en idioma distinto al oficial castellano, contrarios a la unidad de la Patria. Tal ocurre en las Vascongadas, por ejemplo, con los nombres de Iñaki, Kepa, Koldobika y otros que denuncian indiscutible significado separatista, aunque Aránzazu, Iciar, Monserrat y Begoña pueden y deben admitirse como nombres netamente españoles y en nada reñidos con el amor a la Patria única que es España».

Ocurría en las Vascongadas, sí, pero, también, en Navarra, donde la nomenclatura vasca era infinita, referida a nombres familiares como a los club de fútbol: Izarra, Erri Berri, Indarra, Azkoyen, Oberena, Dena Zuri, Aurrerá, etabar. A Rodezno se le podrá calificar de todo, menos de tonto. Sabía de la existencia de cantidad de nombres vascos en Navarra y que, según su «teoría conspiratoria», eran contrarios a la unidad de la Patria. Entre esos nombres y en clave deportiva, estaba, desde luego, Osasuna.

¿Cómo fue posible que permaneciera intocable, un nombre de «linaje vasco», como afirmaba Eladio Esparza que era Osasuna? Tal hecho evidencia que el fascismo no asesinó a Osasuna. Desde luego, no lo hizo en el terreno onomasiológico. Y a nadie se le escapaba, menos al totalitarismo lingüístico de la Falange de Yzurdiaga, que Osasuna era lexema vasco y que los mayores elogios que se le habían hecho procedían de ese ADN raigal, de ese «recio vigor, de esa agilidad peculiar de raza que caracteriza el concepto básico encerrado en la palabra Osasuna» (E. Esparza), y que compartía la prensa local al unísono franquista.

La Orden de Rodezno se completó el 20 de diciembre de 1940 con una circular de la Federación Nacional de Deportes estableciendo que «en virtud de la disposición dictada por el COECND y, de acuerdo con las disposiciones superiores, todos los clubes sujetos a la disciplina de la Federación procederán a suprimir de su denominación todo vocablo extranjero y a reformar aquellas cuya construcción no sea gramaticalmente correcta en nuestro idioma. Por ejemplo, no podrán utilizarse la denominación «X Football Club», sino «X Club de Fútbol» o simplemente «Club X», ni tampoco los vocablos Racing, Athletic, Sporting, etcétera, que deberán ser sustituidos por los castellanos correspondientes».

Vocablos extranjeros y, bien pudieron añadir, separatistas como los nombres escritos en euskara, catalán y gallego. A pesar de órdenes tan taxativas, en especial la de Rodezno, que seguía vigente y era inspiradora de la de 1940, los nombres vascos con los que se intitulaban buena porción de equipos navarros siguieron intactos, manteniendo su rabicorto sentido de la unidad de la Patria.
¿Por qué el fascismo lingüístico de la Falange no condenó esta nomenclatura que rezumaba separatismo, según la imaginación fecunda de Rodezno? Lo más lógico habría sido que la Federación Navarra de Fútbol obligara a cambiar de nombre a esos equipos. Nada de esto sucedió. Todos ellos siguieron usando palabras de linaje vasco sin que fueran llamados a capítulo. ¿Por qué?

La hipótesis recurrente más ajustada es que Osasuna desde el golpe de Estado de 1936 quedó convertido en un club fascista y confesional, es decir, nacionalcatólico.

Para empezar, obligaron a los jugadores a llevar cosida la laureada al escudo de la camiseta. Para seguir, en mayo de 1941 el presidente de la Junta Directiva de Osasuna, Antonio Lizarza, gran conspirador golpista, presidió uno de los actos más significativos de estos nuevos tiempos: «En los locales del Club Atlético Osasuna tuvo lugar la entronización del Sagrado Corazón de Jesús». Arroparon dicha solemnidad todos los directivos de la Junta de Osasuna, el obispo de la Diócesis y el gobernador militar, Auxilio Goñi, en representación del Ayuntamiento. Las oraciones del acto de la consagración de Osasuna al corazón de Jesús las leyó Lizarza.

Para seguir, el obispo de la Cruzada, monseñor Olaechea, aprovechó tan excelsa situación para comunicar a la concurrencia que tanto «él como el gobernador civil figuraban desde ayer en las listas de socios de Osasuna». Lo que, según el cronista, «era señal de una nueva etapa en la vida de Osasuna, que nosotros queremos sea próspera y triunfal por el deporte y para el deporte». Sin duda.

Para concluir, añadiré que en 1943, al organizarse un homenaje en honor de Muguiro, se dispuso un álbum para que los socios y aficionados estampasen en él sus firmas. En la primera de sus páginas, destinadas a las autoridades, figuraría la del obispo de la Diócesis, monseñor Olaechea. Lo nunca visto.

Así que lo más razonable que podría invocarse para entender que el nombre de Osasuna permaneció inalterado es que sus dirigentes lo transformaron en un «club fascista», calificación que ya había acuñado «Machari» en el periódico "Excelsior", cuando Ambrosio Izu y Antonio Lizarza arribaron a la Junta Directiva en 1935. El futuro confirmó con creces dicha afirmación. Lo que permite sostener que, si Osasuna nunca fue republicano, ni nacionalista vasco, sí fue fascista. De ahí que en 1936 los golpistas no encontrasen en su nombre ninguna afrenta a la sacrosanta unidad de la Patria y proclamaran: «Osasuna es de los nuestros».

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