Maitane Lartain

El yugo sobre la memoria

Los vecinos han de conocer el peligro de dejar la educación informal de sus hijos a manos de estos falangistas.

Como en el género de la novela negra, en la vida, cada crimen le corresponde a un criminal. Sin embargo, cuando el responsable de este es el fascismo, el asesino queda exento. Las voces que al grito de «¡no pasarán!» atravesaron fronteras, surcaron trincheras y reventaron barrotes, son sometidas a un diminuendo histórico cada vez que el silencio se convierte en cómplice de la más deplorable de las condenas: la del olvido.

Si bien no se rindió ante el silbido de los obuses y marchó por la dignidad, el pueblo de Sestao ha caído hoy en la demencia. Ha permitido que responsables de barbaries tales como los 34 fusilamientos acaecidos en la dictadura campen a sus anchas por sus barrios. La Organización Juvenil Española (OJE), organismo ahora independiente del Movimiento Nacional cuyo objetivo es «formar a sus miembros en el respeto a la Constitución» ha fijado su sede en la localidad.

Este ente desvinculado, por supuesto, «de cualquier partido político» hace prometer a sus jóvenes flechas, arqueros, cadetes y guías que «servirán a su patria y procurarán la unidad de esta entre sus tierras y honrarán con la lealtad de su conducta la memoria de los que ofrecieron su vida por una España mejor».

Ocultos tras los términos «juventud y servicio» los valores retrógrados de la Falange les son transmitidos a chavales de entre seis y veintiún años. Actividades, charlas, talleres públicos y gratuitos se anuncian casi de manera semanal y, lo que parecen simples e inocentes reuniones de un grupo de tiempo libre no son más que intentos del eterno franquismo por reorganizarse.

Es intolerable que las instituciones permitan la entrada de este tipo de asociaciones y, más aún, en municipios en los que el sufrimiento ha sido el pan de cada día durante casi cuatro décadas. Organizarse y señalar a los culpables de tanto dolor es más que urgente, es indispensable. Los vecinos han de conocer el peligro de dejar la educación informal de sus hijos a manos de estos falangistas.

Abrir una herida de estas dimensiones en una vecindad llena de cicatrices es nada menos que una agresión. La margen izquierda del río Nervión no ha de amparar a los fascistas. La localidad de Sestao no puede olvidar a sus caídos, no puede concluir así su recorrido militante.

El pueblo no puede soportar 83 años después, volver a ser subyugado para arar un futuro en el que se siembre desidia.

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