Empezó siendo un sueño
En Arrankudiaga realizamos hace poco más de año y medio una consulta popular en torno a nuestra identidad dentro de la colectividad llamada Euskal Herria.
Con ganas, organización y muchas dosis de ilusión demostramos que era posible ejercer el Derecho a Decidir y visualizar la fuerza real de la democracia directa. Pero no solo posible, también necesario. Convertimos las asambleas en el medio imprescindible que nos posibilitó lograr el fin que nos proponíamos como promotores, poner en práctica el Derecho.
Aprendimos de los pocos errores y muchos aciertos de otros procesos (Catalunya, Etxarri…) siendo siempre conscientes de que también nosotros y nosotras, desde nuestra práctica, podíamos ser un referente más desde el que se pudieran extraer conclusiones que muy bien pudieran servir a posteriori como experiencia en otros pueblos.
Es cierto que cada realidad es diferente, pero no deja de ser menos cierto que la democracia se ejerce o no se ejerce. Sea en pueblo grande o pequeño. Desde mi punto de vista una de las cuestiones claves a tener en cuenta en cualquier contexto es la de superar nuestras autolimitaciones y miedos. En Arrankudiaga interiorizamos que ningún reto puede llegar jamás a buen puerto si de partida lo hace desde la falta de confianza e inseguridad y que por lo tanto, nuestra filosofía fue la de asumir una máxima: «No existen problemas habiendo soluciones».
Soy de los que creo que para poner en práctica el Derecho a Decidir no es imprescindible el «aprobado» de partidos u organizaciones políticas. Otra cosa es la presencia de diferentes personas y sensibilidades del ámbito político, cultural, religioso… Someter a cálculos electorales o estrategias partidistas procesos populares es condenarlos al fracaso antes de su inicio. Asimismo pienso que el derecho a decidir es mucho más que una consulta en términos más o menos soberanistas, el derecho a decidir cuestiona aspectos que desde espacios de poder político o económico han establecido como principios inmutables y así han pretendido que se interioricen en la sociedad. La Democracia con mayúsculas no comienza ni mucho menos termina con la práctica de depositar un voto a un partido o representante concreto y esperar a ver cubiertas nuestras expectativas hasta las siguientes elecciones. No se trata tanto de votar como de decidir y ese Derecho empodera y prestigia la participación de la ciudadanía y lo que es más importante, convierte al pueblo en protagonista de su futuro. ¿Hay acaso algo más importante y básico en términos democráticos?
Hay personas con responsabilidades (no solo del ámbito político) que desde la desconfianza y con el ánimo de desvirtuar el derecho a decidir nos dicen que tendríamos que estar todos los días votando. Al igual que cuando otros y otras tratan de ridiculizar el derecho de autodeterminación de los pueblos reclamando la práctica del mismo a su localidad o barrio. Lo que pretenden ocultar esos «populistas» y falsos argumentos es la falta de respeto hacia una ciudadanía considerada carente de madurez y responsabilidad para intervenir en las transformaciones o cambios sociales de cualquier ámbito. Nada más lejos de la realidad, lógica y responsabilidad política.
También desde la práctica he aprendido que a pesar de ser verdad que las condiciones en cada pueblo o barrio son diferentes, en ningún caso pueden cambiar las normas o protocolos que guían y legitiman los procesos. Esto es válido para Balmaseda o Tutera, para Ziburu u Oion porque de lo contrario no hablaríamos solo de escenarios diferentes sino que incluso lo serían los procesos. Otra cosa muy diferente es si nos referimos a adaptar los medios y el trabajo a nuestras realidades.
Soy de los que creo que la ola iniciada en 2014 irremediablemente va a ir creciendo con más fuerza a la vez que generando más complicidades. En Arrankudiaga nos dijimos que ya era hora de dejar de mirar con envidia hacia Catalunya o Escocia y demostrar que también nosotros y nosotras contábamos con la suficiente ilusión y energía para hacerlo. Era hora de empezar a poner las bases de algo grande también en Euskal Herria. ¿Hay acaso algo trascendental en la historia de la humanidad relacionado con los Derechos de pueblos y personas que no se haya logrado sin que empezara siendo un sueño o una aspiración? Es más, tras la consulta algunos y algunas ya empezamos incluso a pensar en qué seguir haciendo junto a los pueblos que vayan poniendo en práctica el Derecho a Decidir. Todo llegará y se hará, sin duda.
Quiero finalizar felicitando a todas las personas que han hecho posible que más de 125.000 ciudadanos y ciudadanas de este pequeño país puedan decidir. Falta por conocer los resultados que sin duda tienen gran importancia, pero ya han logrado lo fundamental, es decir, la puesta en práctica del derecho. Y todo ello desde unas limitadas posibilidades, sin más ayuda que el esfuerzo de muchas voluntades. Desde la neutralidad y pluralidad han logrado consensuar la pregunta, poniendo los medios y la información que vecinos y vecinas necesitaban para poder expresar su decisión. Al igual que nos sucedió a nosotros y nosotras, solo tras dar por finalizada esta fase serán realmente conscientes del enorme trabajo realizado. Conscientes de haber convertido en realidad lo que empezó siendo un sueño.
Zorionak y muchos ánimos a lo que aún faltan.