David Lopategi Escudero
Concejal de EHBildu en Bilbo

En defensa de los derechos humanos: boicot a Israel

Durante los primeros nueve días de noviembre, diversas personas pertenecientes a movimientos sociales, sindicales, agrarios y políticos de Euskal Herria y Andalucía visitamos Palestina con la misión de monitorear las vulneraciones de derechos humanos en la zona, especialmente entre la población campesina – mayoritaria en Palestina y principal motor económico del país - por ser objetivo principal de la política colonial del Régimen sionista israelí.

A través del Sindicato de Trabajadores Agrarios de Palestina y de sus comités locales, pudimos constatar la perversión metódica con la que Israel se emplea contra la sociedad palestina en general y contra el primer sector palestino en particular, saltándose todas las reglas del derecho internacional humanitario y las obligaciones que la IV Convención de Ginebra impone a Israel como potencia ocupante tiene ante la población palestina bajo ocupación.

Ante tal flagrante vulneración de derechos y frente a la desidia generalizada de la comunidad internacional, del entramado geopolítico mundial y del sistema capitalista globalizado, la sociedad civil de Palestina pone el Boicot en manos de cada una de las personas, organizaciones, empresas y administraciones de todo mundo solidarias con la lucha por resistir del pueblo palestino y su derecho a existir como herramienta efectiva para evitar que Israel los extermine.

La ocupación colonial del Estado de Israel es sin duda la más barata de la historia: de la usurpación de tierras y recursos hídricos palestinos; de la apropiación y acaparamiento de recursos naturales del Mar Muerto y de la actividad de empresas transnacionales en territorios ocupados y colonias Israel ingresa millones de dólares de beneficio que no revierten jamás en la población bajo ocupación ni en el territorio ocupado, es más, si acaso provocan mas ocupación, en la que se encuentran involucrados todos los poderes y agentes israelíes, desde los colonos como primera línea, hasta los poderes judiciales o militares que ejecuta el plan colonial.


El objetivo de la campaña BDS-Boicot, Desinversiones y Sanciones es hacer que la ocupación y la violaciónsistemática, cruel y recurrente de los derechos humanos le salga caro a Israel. Sólo si la propia sociedad israelí - especialmente aquella que vive en ese espejismo de modernidad y democracia llamada Tel Aviv - comienza a sufrir en sus bolsillos los efectos de la ocupación; sólo si el nivel de vida que disfrutan los israelíes a costa del castigo colectivo que sufre todo un pueblo, de robar sus recursos, ahogar y bloquear sus mercados locales e internacionales y exprimir la economía de las familias palestinas con elevados impuestos para costear servicios públicos a los que no tienen derecho ni acceso; sólo cuando la sociedad israelí deje de beneficiarse de la ocupación y deban costear de sus bolsillos lo que ahora financian con lo que usurpan en Palestina, solamente entonces, se generará un debate interno en Israel sobre la conveniencia de seguir con la colonización.

Aquí en Euskal Herria – y en el resto de las sociedades adormecidas en la hipócrita neutralidad de occidente - tenemos un reto importante: superar la apriorística reacción negativa frente a la palabra Boicot. Para afrontar ese trabajo colectivo y personal deconstructivo podemos empezar compartiendo estas palabras de Martin Luther King:

La Cobardía pregunta: «¿Es esto seguro?», la Conveniencia pregunta: «¿Es esto políticamente correcto?» y luego viene la Vanidad y pregunta: «¿Es esto popular?» Pero la Conciencia pregunta: «¿Es esto correcto?». Habrá ocasiones en las que se deba tomar una posición que no sea ni segura, ni políticamente correcta, ni popular, pero debemos hacerlo porque la Conciencia dice que es lo correcto.

La campaña BDS es una herramienta ciudadana legítima que transciende los poderes facticos globales y ataca a la línea de flotación del sistema capitalista e imperialista que sostiene la ocupación sionista. Además es efectivo porque emplea la misma arma que el sistema de opresión capitalista: la economía en todas sus escalas, desde la familiar a la global.

Ahora bien, ¿cómo llevar a cabo cada uno desde nuestra pequeñez semejante tarea? Muy fácil. Boicot directo a los productos israelíes procedentes en su mayoría de asentamientos y colonias internacionalmente declaradas ilegales. Boicot a los productos israelíes. No los compres. No financies con tu dinero la vulneración de derechos humanos.

Desinversión por parte de empresas que tengan en consideración los derechos humanos más allá del beneficio económico. Y si no lo hacen, boicot a estas empresas. Presionemos a las empresas para qué desinviertan en Israel, donde se establecen a muy bajo coste y sacan grandes beneficios económicos a costa de la política de apartheid que lleva a cabo Israel. También puedes pedir a tu Ayuntamiento que excluya de contratos públicos a aquellas empresas que se benefician del colonialismo sionista y que vulnera derechos humanos. Existe numerosa información al respecto en la web whoprofits.org y tiene versión en castellano.

Sanciones para que desde los organismos internacionales se ponga freno a la barbarie sionista. Las sanciones son herramientas inaccesibles a la ciudadanía de a pie, pero la presión popular si está a nuestro alcance. Piensa en lo rápido que se implementan sanciones económicas a países como Cuba, Venezuela, Rusia, Corea del Norte, Irak, Irán, Afganistán, etc. y siempre con la defensa de los derechos humanos como argumento principal. ¿Por qué no se hace lo mismo con Israel? ¿Qué tiene de especial este país para que se le permita violar convenciones, acuerdos y tratados internacionales en materia de derechos humanos? ¿Por qué disfruta de impunidad desde 1948?

Aunque la comunidad internacional no responda efectivamente ante las numerosas vulneraciones de derechos que se viven a diario en Palestina, los miles de millones de personas solidarias con el pueblo palestino a lo largo y ancho del planeta, tenemos el BDS a nuestro alcance. Tenemos como individuos un mecanismo que transciende el entramado administrativo y político internacional – tan poco ágil en la toma de decisiones y siempre preso de mecanismos geopolíticos e intereses capitalistas – y que supera la bochornosa, inmoral e insoportable equidistancia de la comunidad internacional ante el genocidio planificado por el estado terrorista de Israel con la que justifican su inacción y exigen dialogar a ambas partes.

Sin embargo, y a pesar de la crueldad con la que se expresa la ocupación colonial, la vida prevalece en Palestina. Las ganas de vivir y la ejemplar resistencia que realizan a diario millones de personas en Palestina deben ser el motor que impulse la adhesión de muchos más millones de personas a lo largo del planeta a la campaña de boicot a Israel.

Decía Udi Aloni, un escritor, artista y cineasta americano-israelí, que “la acción del BDS es una antídoto salvavidas contra la violencia. Es una acción de solidaridad, de asociación y progreso conjunto. El BDS sirve para anticiparse de forma no violenta a la resistencia violenta justificada, dirigida a la consecución de los mismos objetivos de la justicia, la paz y la igualdad”.

En esa lucha por resistir y existir, por alcanzar la paz y recuperar su tierra, Palestina no debe estar sola. Si hoy en día, tras más de 60 años de genocidio y ocupación planificada, aun existe Palestina es gracias al sacrificio, voluntad y compromiso de todo un pueblo por seguir existiendo. El futuro, sin ninguna duda, es del pueblo palestino.

Que ese futuro sea más cercano o más lejano, también está en nuestras manos. Por la defensa de los derechos humanos en Palestina y contra la impunidad sionista. Boicot a Israel.

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