Félix Placer Ugarte
Teólogo

En la estela del neoliberalismo

A pesar de que en el horizonte se asoman sombrías nubes tormentosas de recesión económica, de amenazas bélicas, de calentamiento climático, este nuevo Titanic, sintiéndose seguro por su tecnología punta y poderío armamentístico, creyéndose señor único en las aguas del planeta, avanza a toda máquina siguiendo la hoja de ruta del crecimiento ilimitado sin percatarse del iceberg que le amenaza en su trayectoria.

Queda ya lejos y casi olvidado el montaje del G7 que surcó como un transatlántico nuestro mar, dejando una estela de promesas y declaraciones que se van diluyendo en nuestra moderna sociedad líquida, como la califica Zygmunt Bauman. Mientras tanto, recordando la película de Federico Fellini "E la nave va", el lujoso navío continúa su rumbo guiado por la brújula de su enriquecimiento, donde sus éxitos económicos y políticos se celebran con entusiasmo y prepotencia en su mesa de riqueza acumulada, mientras se arrojan al mar los residuos contaminantes e inservibles para sus beneficios. Su arrogante navegación pasa indiferente entre pateras y frágiles embarcaciones abarrotadas de emigrantes sin puertos donde desembarcar.

Su hoja de ruta está trazada y guiada por la brújula neoliberal cuyo norte son los intereses del capital y del poder. Tras el imparable navío, empujado por enormes hélices movidas por potentes máquinas, alimentadas con combustible que contamina mares y continentes, siguen su estela las naves de otros países y estados para no naufragar en los mares del sur expoliado o en los voraces remolinos de las multinacionales. Nada se ha movido en el rumbo de su trayectoria política y económica, mientras el mundo se hunde en las extensas aguas de la explotación, de la contaminación, de la desigualdad, de la pobreza.

A pesar de que en el horizonte se asoman sombrías nubes tormentosas de recesión económica, de amenazas bélicas, de calentamiento climático, este nuevo Titanic, sintiéndose seguro por su tecnología punta y poderío armamentístico, creyéndose señor único en las aguas del planeta, avanza a toda máquina siguiendo la hoja de ruta del crecimiento ilimitado sin percatarse del iceberg que le amenaza en su trayectoria. Los pequeños estados satélites siguen su rumbo en su débiles embarcaciones y tratan de mantenerlo para no verse apartados de los beneficios que generan los mares que surcan.

Y en este contexto se gestionan los planes políticos, económicos, sociales y culturales, dentro de una aparente estabilidad ordenada, pero angustiosamente insegura como es el caso del Estado español y la deriva de su gobernanza avocada a nuevas elecciones. Sin salirse del rumbo marcado por el sistema, sus líderes se enzarzan en discusiones, enfrentamientos, rivalidades siempre dentro de los dictados neoliberales del capital donde las prioridades indiscutibles giran en torno al triunfo de los poderosos, mientras la precariedad crece y la pobreza aumenta a causa de la riqueza cada vez más concentrada, las pensiones continúan estancadas., la crisis ecológica amenaza nuestro planeta.

Y, entre nosotros, dentro del imparable rumbo neoliberal que solo conoce la libertad de quienes se someten a sus objetivos, el proceso judicial contra 47 personas acusadas de colaboración con ETA, que han buscado con honestidad contrastada caminos de justicia y paz deseando abrir caminos para liberar el futuro, se ha solventado por medio de acuerdo entre las partes con penas mínimas y con ingreso en prisión de dos personas encausadas. Aunque quedan así cerrados largos e injustos procesos bajo la genérica acusación del «todo es ETA», generadora de largas condenas, se mantiene la injusticia. En efecto esta organización finalizó –en 2011 había declarado el fin de sus acciones armadas– con su declaración hecha pública en Iparralde el 8 de abril de 2018, «reconociendo el daño causado» y expresando su «compromiso con la superación definitiva de las consecuencias del conflicto». Sin embargo juicios de esta índole y la misma política penitenciaria, conculcadora de derechos como ha denunciado Sare ante el Consejo de DDH de la la ONU, en lugar de tender puentes de reconciliación y convivencia, de normalización, como la mayoría de la sociedad vasca desea, continúan manteniendo el enfrentamiento y ausencia de paz integral. En respuesta a esta política sin diálogo y entendimiento democráticos, la gran marea humana que se levantó en Bilbo el pasado sábado reclamaba esos derechos, la libertad y el futuro para nuestro Pueblo que no será posible mientras procesos judiciales amenacen a quienes trabajan por ello aquí o en Catalunya o se pidan castigos totalmente desproporcionados a jóvenes como los de Altsasu, pendientes de la sentencia definitiva del Supremo.

Ante la hoja de ruta diseñada e impuesta a nuestro mundo de forma implacable por el poder económico y político cuyas consecuencias llegan a todos los pueblos del planeta creando o fortaleciendo dependencias, manteniendo colonialismos y exclusiones, impidiendo su libre decisión y autoorganización democráticas, se levantan cada día con más fuerza y esperanza el clamor por un mundo diferente. La utopía, que quieren suprimir el consumo sin frenos, el crecimiento ilimitado, el bienestar egoísta, vuelve a muchos grupos y personas que ven el mundo de otra manera, que desean otra tierra limpia y ecológica, que abogan por la interculturalidad, que reclaman la igualdad de género, que proponen y crean una economía social que distribuya la riqueza con justicia y equidad. No necesitamos grandes y lujosas naves que guíen nuestro rumbo, menos aun barcos de guerra que nos protejan. Deseamos navegar con libertad, empujados por vientos de justicia, movidos por energías limpias, hacia otra civilización en paz donde nadie se enfrente a nadie, sino donde mujeres y hombres creemos solidariamente un auténtico bienestar sin desigualdades injustas en la enriquecedora diversidad de nuestra tierra, en nuestra casa común.

Y ese mundo se construye en el compromiso ético y solidario, apoyando la lucha por la libertad, la justicia y convivencia con implicación y coherencia, en la defensa de los derechos individuales y colectivos de Euskal Herria, de todos los pueblos de la tierra. Más allá de las políticas neoliberales es necesario unir nuestras fuerzas y espíritu, nuestras vidas, por un mundo diferente, por una civilización de igualdad y libertad; siempre junto a grupos y pueblos que luchan por su soberanía y su derecho a decidir, por un modelo de economía global sostenible en una tierra cuidada, que quieren ser dueños de su destino en solidaridad liberadora desde la justicia para construir la paz.

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