Iñigo Muerza Erroz

En Podemos nunca ha decidido la gente

Pablo Iglesias ya ni tiene que molestarse en disimular que el proyecto no es otra cosa que él mismo y quienes decidan acompañarle incondicionalmente.

«En Podemos decide la gente» y «en Podemos decides tú» son las dos frases más repetidas en el partido morado cada vez que llega el momento de movilizar a las bases entorno a un proceso participativo tratando de hacer gala de un nivel democracia interna único que formaría parte del ADN del partido. Sin embargo, esto rara vez ha sido así.

Un primer aviso surgió a mediados de 2015 cuando se realizaron los procesos de primarias para las primeras elecciones generales que debía afrontar el partido. Entonces el equipo de Pablo Iglesias hizo una pequeña trampa para cerrar el paso en la lista al Congreso a candidaturas no deseadas por la dirección. El sector oficial se presentó con dos listas, la oficial encabezada por Iglesias y compuesta por 65 miembros y una lista B con algo más de 150 integrantes afines a la dirección del partido —entre los que se encontraba el entonces parlamentario navarro, y próximo Secretario General de Navarra, Eduardo Santos—. Los aproximadamente 215 nombres que sumaban en total las dos listas prácticamente excluían del proceso a sectores minoritarios y candidaturas independientes y garantizaban a la dirección el dominio absoluto del resultado final. No era nada especialmente grave que no estuviese a la orden del día en las pugnas internas de otras formaciones, pero supuso una primera señal que únicamente alertó a un reducido número de militantes cuyas voces apenas llegaron a oírse.

Otro toque de atención llegó poco tiempo después cuando se comenzó a debatir en los territorios cómo presentearse a esas mismas elecciones generales. En Navarra había una división dentro del partido entre una amplia mayoría que quería presentarse sin renunciar al nombre de la formación y sin establecer alianzas electorales con otra fuerzas existentes y una minoría que abogaba por presentarse en coalición con otras fuerzas. Se decidió consultar a las bases y la respuesta recibida fue siempre la del rechazo rotundo a renunciar presentarse como Podemos y a establecer coaliciones con otras fuerzas. En Pamplona se llegaron a realizar dos asambleas a las que acudieron más de un centenar de personas a cada una. Que se hiciesen dos asambleas respondía a la peculiar manera de entender la representación política y los procesos democráticos de la entonces Secretaria General de Navarra, Laura Pérez. Cuando éstos no salían como ella esperaba se repetían hasta obtener el resultado deseado. En ambas la respuesta de la militancia fue la de un no a la propuesta de la SG, lo que no detuvo la iniciativa. La consulta siguió adelante trasladándose esta vez al órgano de dirección del partido en Navarra, controlado en su mayoría por la Secretaria General, y ahí ya por fin se dió parcialmente luz verde a la propuesta en un consejo muy dividido.

El partido presentaría una lista de confluencia con otras fueras políticas al Senado por la circunscripción de Navarra que se llamaría Aldaketa/Cambio y cuya cabeza de lista debía ser una candidatura de Podemos. Yo era en esos momentos el candidato al Senado por Podemos Navarra según los resultados de nuestras primarias. Momentos antes del inicio del consejo en la que se optó por la vía explicada renuncié a presentarme ante las personas presentes por no coincidir ni con los análisis que se estaban realizando ni con los métodos que se estaban empleando. Por activa y por pasiva traté de convencer dentro y fuera del partido de lo inadecuado de la iniciativa y del fracaso hacia el cual se dirigía. Fue totalmente inutil. A las ensoñaciones de la SG de Navarra, que ya se veía a si misma como una Marianne de la izquierda navarra, se sumaron algunas realidades algo más mundanas como el hecho de que la senadora autonómica, Idioa Villanueva —miembro de Podemos— tenía grandes dificultades para ejercer su cargo y desarrollar sus funciones ya que carecía de la infraestructura y de la ayuda a la que podría optar si su cargo estuviese directamente vinculado al grupo parlamentario de su partido. Esta situación que quedó rápidamente resuelta durante las negociaciónes con otras fuerzas políticas para la conformación de Aldaketa. Así las cosas, donde hubiese bastado con recoger lo que se recibía de la gente, se acabó imponiendo una suerte de falta de análisis, intereses partidistas y ambiciones personales varias que se materializaron en un sonoro fracaso en las urnas por el cual nadie dio nunca ninguna explicación ni rindió cuenta alguna.

Finalmente, la confirmación definitiva de la impostura entorno a cómo se hacen las cosas dentro de la formación morada acabó mostrándose sin ningún tipo de tapujo cuando la imposibilidad de conformar gobierno tras las elecciones generales de 2015 forzó una inesperada nueva convocatoria electoral en 2016. Para esta nueva llamada a las urnas el partido decidió mantener los resultados de los procesos de primarias  anteriores con lo que automáticamente las mismas candidaturas de 2015 volvíamos a ser quienes debíamos conformar las listas de 2016. Hasta ahí, lo normal. Lo anormal vino cuando hacia el mes de junio de ese año recibo una llamada del responsable de organización del partido en Navarra, Guillén Carroza, pidiéndome mi renuncia para esta nueva convocatoria como cabeza de lista al Senado por Navarra. El motivo: una airada reacción tenida a principios de año debido al primer despido que se produjo en Podemos Navarra en la que literalmente puse el grito en el cielo. Mi protesta no evitó dicho despido —cuya improcedencia admitió el propio partido ante el Tribunal Laboral de Navarra— aunque sí influyó en la paralización de un segundo cese en ciernes. Ambos fueron impulsados tanto por la responsable de comunicación, Neniques Roldán, como por la SG, Laura Pérez, más por desavenencias personales, favoritismos varios y bajo la concepción del partido como un cortijo propio que no por el verdadero desempeño de las personas afectadas, el cual era excelente.

El Secretario de Organización de Navarra me citó en el plazo de una semana en tres diferentes ocasiones para explicarme que su labor en esos momentos estaba siendo la de apartar de las listas a lo largo y ancho del territorio estatal a los candidatos y candidatas surgidos en las primarias no deseados por la dirección y que si yo no renunciaba voluntariamente como se me estaba requiriendo, él personalmente se encargaría de quitarme de todas formas de la lista por Navarra empleando bien el pacto con Izquierda Unida bien una figura independiente para poner a quien fuera en mi lugar. Visto entonces que mi decisión era del todo irrelevante no me molesté en darles el gusto de entregarles la renuncia solicitada (renuncia que sí efectué un año antes, para las generales de 2015, en otras circunstancias y por voluntad propia) ante lo cual continuó la presión en los siguientes encuentros. Primero en forma de paños calientes, agasajándome con palabras respecto a lo mucho que se esperaba de mí en el partido e insinuando con ello que si obedecía y no hacía ruido más adelante se me recompensaría por ello. Después con formas que se aproximaban a la coacción informándome que había llegado al órgano disciplinario del partido una denuncia contra mí a la que mi interlocutor había tenido acceso (algo totalmente irregular y fuera de sus competencias) y que si yo decidía seguir adelante con mi candidatura la dirección iba a darle paso y resolver en mi contra (anulando con ello la supesta separación de poderes interna). Añadiendo además que todo el asunto había sido tratado y contaba con la aquiescencia del Secretario de Organización Estatal: Pablo Echenique.

Emplacé al  partido a dar los pasos que se me estaban comunicando respondiendo que actuando de ese modo Podemos se estaba pegando un tiro en el pie. No renuncié. No hubo ni expediente ni sanción interna alguna contra mí. Aunque los estatutos no lo permitían, fui eliminado arbitrariamente de la lista electoral para las elecciones generales de 2016. La dirección navarra comunicó a los medios que era debido a una denuncia por una supuesta actitud violenta. Era mentira.

En todo el tiempo transcurrido desde entonces Podemos no ha dejado de perder apoyos y votos. En cada encuesta, en cada cita electoral, las cifras del partido ha ido empeorando. La situación interna no ha sido mucho mejor. Las asambleas han ido vaciándose paulativamente. Los órganos tienen grandes dificultades para juntar al mínimo de miembros necesario para su funcionamiento. Se ha descabezado a la Comisión de Garantías (el órgano disciplinario) cuando ésta ha intentado operar de manera independiente. Se han desmantelado direcciones territoriales incómodas. Se han venido abajo direcciones territoriales títeres. Se ha hecho del compañero enemigo y se ha purgado toda clase de supuesta disidencia. El poder interno se ha ido concentrando en un número cada vez más reducido de personas. Se han simplificado los sistemas de transparencia y se han rescindido los contratos con las empresas que auditaban los procesos internos.

Pablo Iglesias ya ni tiene que molestarse en disimular que el proyecto no es otra cosa que él mismo y quienes decidan acompañarle incondicionalmente. Recienteme ha forzado unas primarias exprés para conformar las listas de cara a las nuevas elecciones generales. Lo ha hecho sin informar debidamente en los órganos correspondientes de que iba a tomarse dicha decisión y dejando apenas sin tiempo al resto del partido de preparar sus alternativas. En el proceso llevado a cabo apenas han participado candidaturas de las segunda y tercera corrientes más importantes del partido (la errejonista y la anticapitalista) que representan el 46% del partido.

Pese a que la formación morada está pasando por uno de sus momentos de popularidad más bajos y pese a que casi la mitad de los inscritos no tenían a sus candidaturas de referencia presentes en el proceso, los resultados anunciados en estos días muestran una participación superior a la habida cuando el proyecto estaba en su cenit. Algo digno de estudio.

Varias de las personas citadas en este artículo han logrado un excelente resultado con sus propias candidaturas.

Al mismo tiempo que la Secretaría de Organización anunciaba los resultados de estas últimas primarias, 200 militantes ponían una denuncia en los tribunales contra la dirección de su propio partido por el manejo de software para la generación de números aleatorios de DNI de cara a la alteración de los resultados de los procesos internos. Algo también digno de estudio.

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