En recuerdo de un gran rector
Recientemente ha fallecido Ramón Martín Mateo, antiguo rector de la Universidad de Bilbao. Por razones de espacio no voy a referirme a él en su calidad de académico, profesional del derecho, investigador, escritor, asesor o miembro de cargos públicos en la administración local o estatal.
Tampoco a su perfil humano, político o ideológico singular o a sus características de intelectual comprometido y honesto. Desde luego han sido muchas las personas que le conocieron que han glosado sus indudables cualidades.
Martín Mateo llegó al País Vasco a finales de los años 60. Catedrático de derecho administrativo en la Facultad de Económicas de Bilbao, secretario del rector conservador Justo Pastor y rector de la Universidad de Bilbao, fue también miembro de la primera Junta de Gobierno de esa Universidad, antecedente de la actual UPV.
Si bien pertenecía a uno de los cuerpos de élite de la administración española muy pronto dejó su huella de persona progresista e independiente, sobre todo teniendo en cuenta la situación política de la época. Puso su firma a una petición de clemencia para los condenados en el juicio de Burgos, intervino en la readmisión y recolocación de estudiantes y profesores que habían sido anteriormente excluidos de la Universidad y participó en asambleas de estudiantes y visitas a encerrados con reclamaciones académicas. A pesar de los numerosos conflictos que tuvo que vivir, derivados de las múltiples reclamaciones de profesores y alumnos, Martín Mateo no dejó entrar nunca a la fuerza pública en los recintos universitarios, ni se protegió con ningún cuerpo pretoriano. Solventaba las dificultades con un talante propicio al diálogo y al acuerdo con los implicados, demostrando un espíritu abierto al compromiso y reconocedor de las muchas injusticias existentes. Sabía resolver los problemas que se le presentaban creando comisiones de encuentro y negociación entre las partes implicadas, solicitando para ello la colaboración de profesores que actuaban como mediadores.
Una de las cuestiones mas candentes que tuvo que abordar fue la relativa a la situación de los profesores no numerarios (PNN) que reclamaban mejoras socio-laborales y exigían mediante huelgas de gran duración y continuas movilizaciones el contrato laboral en la Universidad. Martín Mateo era muy receptivo a esas peticiones pues era favorable a introducir modalidades contractuales laborales al margen de las funcionariales dominantes. Precisamente el rector fue uno de los coautores de los primeros borradores del fracasado proyecto de ley sobre la reforma universitaria (LAU) impulsado en la transición por la UCD de Adolfo Suárez. En estos borradores se recogían, junto a las funcionariales, figuras de contratado laboral. Las contradicciones en el seno de la UCD y la influencia ejercida por los poderosos cuerpos de catedráticos dirigidos por García de Enterría, precisamente uno de los maestros de Martín Mateo, abortaron aquella posibilidad histórica. Es digno de resaltar que a lo largo del largo periodo huelguístico en que se vio sumida la Universidad Martín Mateo consiguió, a pesar de las presiones recibidas, no detraer cantidad alguna de las nóminas de huelguistas, manteniendo una estrecha relación con la coordinadora de PNN de la Universidad.
Hubo una fuerte contradicción, a lo largo de todo el periodo de la llamada ‘transición’ (que en la Universidad vasca se prolongó más), entre la presencia de un sistema universitario franquista, regido por leyes y estatutos obsoletos y contestados, y la inexistencia de modelos institucionales universitarios alternativos que los conflictos de poder retrasarían su entrada hasta la aprobación en 1983 de la ley de reforma universitaria (LRU) bajo mando socialista. Martín Mateo, contando con la ayuda de un pequeño numero de funcionarios y de un amplio sector de PNN, intentó rellenar este vacío canalizando de forma imaginativa el ansia de cambio de los grupos anteriormente marginados en la vida universitaria. Este ‘ingeniero social’, como él mismo se calificaba, llevó a cabo una autentica obra de ingeniería universitaria, interpretando de modo progresista y creativo la legislación existente, introduciendo novedades, utilizando oportunamente los aspectos de los estatutos vigentes aún sin desarrollar y neutralizando con inteligencia, paciencia y determinación los obstáculos planteados por los sectores conservadores que se aponían a las reformas.
Apoyándose en las movilizaciones de los universitarios en una dialéctica compleja de oposición-colaboración, introdujo paulatinamente a estudiantes, PNN y PAS en los principales órganos de gobierno, estimuló el debate sobre las imprescindibles transformaciones universitarias y sentó las bases de lo que mas tarde sería el proceso constituyente de la UPV, proceso que se prolongaría hasta finales de 1985 y que sin duda constituiría uno de los momentos clave en la historia de la UPV.
Todavía recuerdo con cierta nostalgia aquellos claustros paritarios con más de 500 miembros en donde se ratificaba, o no, a vicerrectores, surgían y eran elegidos nuevos candidatos, se designaban a vicerrectores representantes de los PNN, se debatían a fondo modelos y propuestas, se discutían y elaboraban proyectos de estatutos universitarios sin cobertura legal, etc. Todo ello en un ambiente de gran pasión e interés por la «cosa universitaria» y en donde abundaban las sorpresas y los imprevistos. Ramón Martín Mateo tuvo la la habilidad de conducir, bajo presiones entrecruzadas, las contradicciones políticas y laborales de la situación universitaria hacia la vía institucional, creando unas reglas de juego aceptadas por la mayoría que permitieron dirimir las diferencias existentes y absorber el antagonismo, evitando así el empleo de la violencia para dirimir los conflictos. Todo ello en un clima de confrontación de ideas y prácticas, sin obviar en absoluto los momentos de tensión que en aquellas circunstancias inevitablemente se produjeron.