Joaquín Iraizoz Vizcar (Toki), Javier Ayape Zaro, Jesús Nieto García (Eme), José Ángel Rincón Huerta, Gotzon Garmendia Amutxastegi, Txema Leston Álvarez, Manu Biurrun Urrestarazu, Manuel García Niebla, Josemi Etxarte Sanz
Familiares de Asesinados y miembros de asociaciones memorialistas

Entregar la cuchara

Recientemente (14/VI/2025), una plataforma de «doctos» personajes de la sociedad navarra que abogan por un «museo cultural» en el edificio de «los Caídos», mostraba su disconformidad con la resolución del gobierno que rebaja su nivel de protección.

Estos conocen perfectamente (al igual que el «Tripartito resignificador») la obligatoriedad de la eliminación de los edificios contra la memoria democrática, artículo 35 de la ley de memoria 20/2022.

Únicamente quedan excluidos aquellos que forman parte del patrimonio histórico-artístico catalogados como «Bien de Interés Cultural» (BIC), que no es el caso de «los Caídos».

Sus intentos ante el Gobierno de Navarra, unidos a los de la Asociación de Telmo Aldaz (17/XII/2024) ante la justicia para que así fuese catalogado, han sido denegados; siendo sin más un intento de confundir a la sociedad y la excusa o falacia para justificar la permanencia en el espacio público tal cual está actualmente.

El colectivo memorialista es consciente que esta plataforma es la punta de lanza de ese sector sociopolítico que ha apostado durante décadas, y sigue apostando, por el olvido y la desmemoria de la lucha antifascista desarrollada en Nafarroa.

Poco a poco, los hilos que mueven los apoyos a esta plataforma han posibilitado la situación actual; una situación en nuestra opinión ventajosa para ella.

La presión de esos hilos muy potentes que han manejado nuestra Navarra desde siempre y que aún perviven, ha hecho mella en sectores de los grupos políticos ahora «resignificadores»: el PSN marcando sus líneas rojas y Geroa Bai y EH Bildu, con la excusa de la gobernanza, aceptando todas las condiciones impuestas por aquellos.

La posibilidad de derribo ha sido aparcada por ahora por los tres partidos con mayoría en el ayuntamiento.

Esta, al igual que el apartheid y ninguneo de las instituciones al conjunto de víctimas y colectivo memorialista navarro en este tema, han sido los dos grandes logros de esta plataforma a día de hoy.

Una transformación «resignificadora» de tan poca entidad como la que se propone, reversible prácticamente en su totalidad, exceptuando las arcadas, que con su eliminación realzarán el cuerpo central, no parece un gran obstáculo para que ésta plataforma propugne volver a la situación actual en cuanto el momento sea propicio.

Ocultar las pinturas de la cara interior de la bóveda y «tamizarla», o algo similar, la cúpula exteriormente es la «gran transformación» propuesta para ese cuerpo central por el tripartito «resignificador».

La propia modificación de ley expresa que el edificio sigue reflejando la propaganda totalitaria de exaltación del alzamiento fascista.

Una actuación tan raquítica como la proyectada, ¿le despoja de ese simbolismo?

El sumo interés de esta plataforma y sus mentores y apoyos, el poder mediático afín, las élites del entramado económico y amplios sectores de las universidades y colegios profesionales, el verdadero poder en Navarra, es mantener este edificio en el espacio público.

El derribo del edificio y la remodelación de la plaza, sería un acto de justicia y una muestra visible de que algo está cambiando de verdad en nuestra tierra.

Es decepcionante que el «Tripartito resignificador» se haya arrugado ante la presión de esta plataforma y el sector socio-político que le apoya propugnando un cambio cosmético del edificio que perpetuará su presencia en el espacio público.

Que desde Alcaldía se alegue que «se ha hecho lo que se podía», expresa la resignación y falta de voluntad política del tripartito ante la presión de la plataforma pro-museo y sus mentores.

Y ahora el Comité de expertos.

A bombo y platillo anuncian el uso del edificio como un «centro contra el fascismo», superando, nos dicen, la redacción aprobada en el parlamento: «dar a conocer los motivos y circunstancias en que se produjeron las graves violaciones de los derechos humanos. Este llega a calificar el monumento como la «prueba inapelable de la barbarie impulsada por el fascismo». Redacción ambigua que da pie a que el relato que se refleje en el museo quede al albur de la gobernanza política del momento. El ejemplo del Melitonium de Gasteiz es ilustrativo.

El respeto hacia la profesionalidad e incluso la relación personal con algunos de los miembros del comité no es óbice para realizar una crítica seria, y que a algunos les pueda resultar ácida. La designación ad hoc de este Comité y la aceptación por parte de sus miembros implica una falta de transparencia e imparcialidad total, continuidad de este despropósito que lleva ya cerca de dos años. Que el informe presentado sea una adaptación milimétrica al acuerdo del tripartito «resignificador», conlleva que se ha convertido en un apéndice más del «tripartito» sirviendo como justificación y blanqueo del mismo. El colectivo de víctimas y memorialista navarro por el Derribo envió a cada uno de los 14 miembros del «Comité» (julio de 2025) un informe exhaustivo de su trabajo durante estos casi dos años, solamente 4 agradecieron el envío, y ninguno de ellos se ha acercado para un mínimo contraste de opiniones. Es decir, pregonar mediáticamente la participación de víctimas y memorialistas para después actuar de esta manera aviesa y obscurantista.

Cuando desde diversos sectores hemos planteado repetidamente un amplio debate social respecto a las soluciones adoptar al respecto sin obviar ninguna, también el derribo, excluir está opción calificándola como favorecedora de los perpetradores de crímenes de lesa humanidad, hablando claro: los asesinos, violadores y sus cómplices, es un insulto hacia los miles y miles de navarros y navarras de varias generaciones que hemos aspirado a la eliminación de ese monstruo del horror y exaltación fascista que es y representa «los Caídos».

Resulta incomprensible, que varios miembros del «Comité» con quienes hemos compartido la retirada de abundante simbología fascista, de lo cual ha presumido repetidamente la consejera Ana Ollo, nos califiquen como favorecedores de la memoria de los asesinos y sus cómplices.

En 1978 el PSN ya agachó la cerviz ante la derecha posfranquista, ordenando a su militancia la paralización de las exhumaciones, que perduró más de dos décadas, con el argumento de la «convivencia y la reconciliación y la memoria compartida.

Hoy de nuevo, acompañado de Geroa Bai y EH Bildu, con el engaño de la «resignificación», entrega la cuchara del mantenimiento de «los Caídos» a ese mismo sector político, sin importarles los sentimientos y opinión del grueso del colectivo memorialista y de víctimas.

El 8 de noviembre estaremos en la manifestación por el derribo de «los Caídos».


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