Joxemari Olarra Agiriano
Militante de la izquierda abertzale

Épica y juventud abertzale

Nuestra juventud, los jóvenes trabajadores, los estudiantes abertzales son el eslabón presente de una cadena de transmisión que viene de generaciones y que en cada tiempo lo ha dado todo por su país.

Ha transcurrido ya más de un año desde que pensionistas y jubilados vascos salieron a la calle por vez primera a defender lo que les corresponde por toda una vida de trabajo. Más de doce meses en los que lejos de ir decayendo su energía no ha hecho sino incrementarse e incluso ampliar los sectores de apoyo. A su lado, trabajadores en activo y desempleados, mujeres en lucha contra una sociedad patriarcal y por una Euskal Herria feminista.

Estos jubilados y pensionistas son aquellos jóvenes de la década de 1970 que estuvieron en la vanguardia de las luchas en las postrimerías del franquismo y el advenimiento del fraude de la democracia española. Quienes se concentran cada lunes bajo la lluvia, ateridos de frío o comprimidos por el sol, son aquellos que se resistieron al desmantelamiento del sector naval, quienes se enfrentaron a la desindustrialización y al monstruo del paro, los que se mantuvieron firmes en las luchas del pueblo trabajador vasco.

Aunque la edad sea ineludible, permanece en ellos el espíritu de lucha que alimentó su juventud, conservan la épica de la pelea que ha mantenido nuestro pueblo vivo. Por eso siempre tienen a los jóvenes en mente, porque saben lo que es serlo y lo que cuesta ganar el porvenir. Quienes fueron educados en la importancia de luchar siempre conservarán esa energía, esos valores de compromiso.

Por eso nuestra juventud es vital para el presente y el futuro de una Euskal Herria libre y soberana. Por eso es imprescindible la potencia de la juventud abertzale de izquierdas. Aquella generación de las luchas de la década de 1970 cedió el testigo a la brillante juventud abertzale de los 80, que no sólo desenmascaró la llamada transición española, sino que fortaleció una épica de resistencia y lucha que pasó a las siguientes generaciones garantizando con su compromiso militante que no fuéramos asimilados ni por España ni por Francia.

Épica y juventud siempre han ido de la mano, al igual que la energía y la potencia de transformación. Cuando la izquierda abertzale ha superado la fase de resistencia parece como si hubiéramos entrado en una crisis de épica. Incluso se escucha desde algún sector que nuestra juventud carece de la épica de antaño y que eso provoca desafección en jóvenes exultantes de energía que añoran las formas de antes.

Es evidente que venimos de una cultura política en la que la épica de la lucha, su atracción, incluso su romanticismo, estaba de una u otra forma vinculada a la práctica de la violencia y de las barricadas. En el resto del planeta y durante el siglo pasado la épica revolucionaria, la resistencia, olía inexcusablemente a pólvora. Y es que en una fase de resistencia nacional como la que vivimos durante décadas, la épica iba unida al sufrimiento, a la imagen del oprimido que mantiene la dignidad y lucha para resistir frente a un enemigo muy superior. La lucha era un fin en sí mismo, imprescindible por necesidad, que además de cumplir su función estratégica dignificaba y redimía.

Hoy, ni la izquierda abertzale ni Euskal Herria están en fase de resistencia sino de construcción y liberación nacional. En el mundo del siglo XXI, en la Europa de hoy el contexto de enfrentamiento político ha variado y nos encontramos en un marco global en el que el concepto y las formas de la épica revolucionaria tiene otras características, otras expresiones, no por ello menos heroicas. Pensar y pretender actuar como si nada hubiera cambiado, mitificando la épica del sufridor, no solo es reaccionario, sino que tiene un profundo tufo de derrotismo que únicamente lleva a frustración, a fomentar el desencanto en la juventud y a un aislamiento político sectario y desmovilizador.

A la juventud contemporánea de la izquierda abertzale nadie va a venirle ahora a cuestionar su compromiso con Euskal Herria y la libertad desde el postureo de una falsa épica hiperabertzale y revolucionaria que no es más que la cobertura del derrotismo pernicioso de quienes no confían en la capacidad de la sociedad vasca de transformar la realidad y conquistar el porvenir.

Nuestra juventud, los jóvenes trabajadores, los estudiantes abertzales son el eslabón presente de una cadena de transmisión que viene de generaciones y que en cada tiempo lo ha dado todo por su país. Son legado de quienes estuvimos antes y la garantía de continuidad para que Euskal Herria sea una nación libre de ciudadanos libres.

Más aún. La épica de la juventud abertzale de izquierda del momento que vivimos será la de la victoria. Porque la épica de antaño era la del oprimido que resiste. La que ahora corresponde es la de la victoria. Nuestra juventud abertzale está haciendo su camino en un escenario político inédito, porque las anteriores generaciones luchamos en un marco local y global que poco o nada tenía que ver con el actual.

Los que cayeron en la lucha, quienes no han podido llegar a ver este momento, presos o exiliados, se educaron políticamente sobre valores de compromiso y militancia, de trabajo en común que son el orgullo de la izquierda abertzale. Estos valores son los que deben de ser inmutables, aunque la épica y la estética varíen. Estos valores de izquierda abertzale son precisamente los que generan la épica, nuestra épica de liberación nacional y social.

Cada generación de jóvenes abertzales ha sabido en cada momento enfocar debidamente el camino y la lucha, garantizando, así, la continuidad del movimiento de liberación nacional y social. Una juventud abertzale de izquierda fuerte y bien enraizada, firme en sus valores y comprometida con su pueblo genera su propia épica y escribe el futuro. Nuestros jóvenes son el compromiso en las calles por Euskal Herria y la libertad, son la militancia que construye porvenir. Son la fuente de esa épica que iluminará el camino de quienes vienen detrás. Y en este nuevo ciclo político transcendental para la historia de Euskal Herria están escribiendo los primeros reglones de la nueva épica de la victoria.

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