Ane Rotaetxe, Deusto

Estás nominado, chaval

El deporte escolar es, como su propio nombre indica, deporte que se practica en edad escolar... actividad deportiva que las niñas y los niños hasta los 14 años tienen derecho a practicar, jueguen bien, mal o regulero.

Pero en el caso del fútbol, en la práctica, lejos de ser así, es un sálvense quien pueda dependiendo del club en cuestión y de la buena o mala fortuna que tenga la criatura con el entrenador que le toque.

Me explico: es cosa sabida que muchos de los padres que apuntan a sus hijos en clubes de fútbol con 5 y 6 años (y digo padres porque en proporción las madres apenas tomamos esta decisión y curiosamente es una parcela de ellos con unos códigos masculinos, muy masculino diría yo) viven los éxitos de sus vástagos como una prolongación de sus penes y como una proyección de lo que ellos nunca ya volverán a ser, si es que algún día lo fueron.

Se miran en ese espejito de sus miniyos y les da para masturbarse cada fin de semana con los triunfos de la chavalada. Eso en el caso de que el viento vaya a favor, que cuando la cosa se tuerce y los niños ya no proporcionan tantas alegrías a la grada enseguida empiezan las quinielas de a quien hay que echar o sentar en el banquillo para que el barco navegue pilotado por los que saben de fútbol y sus padres, que normalmente suelen coincidir.

A veces da la impresión de que es más importante el espectáculo que los chavales proporcionen a la grada que lo que los propios chavales disfruten o aprendan jugando.

Dejémonos de ostias; a todos y a todas nos gusta ser el padre o la madre del bueno, del que brilla, del que es habilidoso jugando, del que mete goles o del que hace paradones.

Y lo escribo en masculino porque todavía es sangrante qué diferencia de interés despierta entre los adultos el seguimiento del deporte que practican los niños al que practican las niñas... no se vive igual desde la mirada y acompañamiento adulto ni de lejos, por no mencionar los poquísimos clubes que hoy en día, año 2023, cuentan con niñas en sus equipos.

Pero el 8 de marzo, eso sí, el club invita a las madres a que bajemos al césped a hacernos una foto para subirla a las redes, ya sabes, por la igualdad.

Y, para colofón, el mundo de los entrenadores, esa ruleta rusa en la que te puedes encontrar chavales y no tan chavales implicados y con buenísima voluntad, pedagogía y maneras para manejar a adolescentes o todo lo contrario.

Y cuando digo todo lo contrario es... todo lo contrario.

Lo que un entrenador fuera de sí, a todo gritar, le puede aportar al espectáculo futbolístico infantil se aproxima, y mucho, a un circo romano.

Muchas veces me pregunto a mí misma si un profesor de saxofón o un monitor de tiempo utilizara hablara de esa manera que en los campos de fútbol muchas veces se grita a criaturas de 12 años, cuántas horas duraría en ese puesto. En cualquier otro entorno sería impensable un trato vejatorio de un adulto a un chaval, verdad?

«Pero esto es fútbol», suele ser la respuesta, cosa que viene a querer decir que si tienes la mala folla de que el entrenador en cuestión te humille, te grite, te castre, te haga de menos, te ningunee o te falte al respeto a viva voz pues.... fútbol es, y así son las cosas, nena. Los hombres de fútbol hablan de esa manera, y tú nunca lo vas a entender.
Ni quiero, pienso para mis adentros.

Este es el último curso de fútbol escolar para muchos niños y niñas nacidos en 2009 y en breves se decidirá quienes son los elegidos para pasar a la siguiente pantalla, eso que llaman deporte federado, cadetes, y al que pasarán solamente los mejores… O los que dicho entrenador y el club decida que pasen.

Sí, ese mismo entrenador, el que les grita fuera de sí, es el que curiosamente decide a través de sus informes si el chaval continúa en el club o no.

Al resto, como en el más cruel de los reality shows les dirán..., estás nominado, chaval. No das la talla, recoge tus cosas, ha sido un placer. Tienes catorce años, llevas casi diez en el club pero ya no hay hueco para ti.

Para muchos será un drama, me da la sensación de que muchos otros lo vivirán como una triste liberación.

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