Jorge Bayón

Faemino y Cansado

Mientras Faemino y Cansado nos enfrentaban a nosotros, a nuestras contradicciones, a nuestros complejos, a nuestros miedos a través de la risa, Rivera y Casado nos enfrentan contra nosotros mismos, nuestras contradicciones, y nuestros complejos a través del miedo

Que maravilloso dúo formaban aquellos genios del absurdo Faemino y Cansado. Recuerdo verlos alguna noche, en la segunda cadena, cuando por casualidad me los encontraba entre toda esa abundancia que caracteriza la televisión. Y ahí, junto a mi madre y hermano, pasábamos un buen rato, sobre todo él y yo, porque lo que hacía mi madre era soportar esa sucesión de minutos absurdos en el que ir viendo su cara de hastío era estar en la antesala de que se quedara dormida. «¿Pero no te gustan mamá?» –preguntaba yo entre lágrimas de risa. “Sí, sí –decía ella– lo que pasa es que no les veo la gracia» contestaba, haciéndoles, sin querer, un sincero homenaje que de nuevo nos llevaba a la risa segundos antes de que definitivamente se durmiera.

Y ahora, pasados los años, cuando uno creía que esa época del absurdo ya no regresaría, nos volvemos a levantar cada día con el revival Rivera y Casado, otros dos crack del absurdo, de las frases volatineras, sorprendentes y aparentemente sin sentido (con permiso de Rajoy). Otros genios de lo que parece improvisado, eso sí, no tienen ni pizca de gracia para nadie. Pues, si con los originales quienes les entendían reían hasta la lágrima, con los actuales se llora hasta la nausea. Si con los genuinos quienes no les entendían se quedaban dormidos, con los nuevos quien no les entiende lo que hace es perder el sueño.

Rivera y Casado, Cansado y Faemino qué diferente puede ser la incoherencia, lo ridículo, lo esperpéntico, qué resultados tan dispares se pueden conseguir en función de si lo que se pone sobre el escenario es la inteligencia o son las tripas, a pesar de que al escuchar lo que dicen nos suene todo raro, distorsionado, sin pies ni cabeza. Aparentemente.

Mientras Faemino y Cansado nos enfrentaban a nosotros, a nuestras contradicciones, a nuestros complejos, a nuestros miedos a través de la risa, Rivera y Casado nos enfrentan contra nosotros mismos, nuestras contradicciones, y nuestros complejos a través del miedo, con lo que el trueno liberador de la carcajada se ve sustituido por la tensión visceral del pánico y el odio.

Mientras Faemino y Cansado nos hacían libres con la risa, partiéndose con ella la intransigencia al hacernos conscientes del ridículo de nuestro comportamiento y, por ende, de la levedad de todo ser, Rivera y Casado nos libran de la risa con el miedo, porque si todo es serio, es recto, regio, divino, intocable e inamovible y por lo tanto eterno e indivisible. Es como tiene que ser. Punto.

Mientras Faemino y Cansado construían diálogos rotos que proyectaban su fuerza a través de la lógica aplastante que contenía la situación abordada, Rivera y Casado abordan las situaciones aplastando la lógica con la fuerza para romper todos los diálogos que se puedan construir.

Que diferente es quedarse dormido mientras escuchas las risas de tus hijos, que escuchar mientras se duermen las risas de tus hijos.

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