Iñaki Egaña
Historiador

«Fake news»

El PSOE fue el artífice, luego jaleado por una tropa mediática ávida del agitar el odio contra el separatismo, de la patraña de la muerte de la bebé Begoña Urroz en 1960 por una bomba de ETA.

Acabamos de conocer una sorprendente noticia, que para el próximo año 2022 se esperan que circulen por los media y las redes más noticias falsas que verdaderas. Es decir, que lo que recibamos como información sea en su mayoría inexacto. A fines del pasado año, el Gobierno español aprobó una orden para monitorizar las noticias y perseguir «la difusión deliberada, a gran escala y sistemática de desinformación, que persiguen influir en la sociedad con fines interesados y espurios». Hay un supuesto intento, creo que condenado al fracaso, para frenar la mentira.

Los que tenemos los hombros cargados por la edad nos preguntamos si esta tendencia, la de las noticias falsas, ha surgido de la nada, o por el contrario se trata únicamente de la amplificación del término. Para quienes nos recostamos entre el Atturri y el Ebro, esto de las fake news es más viejo que los bisontes moteados en las cuevas de Santimamiñe.

En marzo de 2003, después de una campaña sostenida de varios meses para convencer a la opinión pública internacional, EEUU comenzó la invasión de Iraq, provocando una escalada que al día de hoy todavía sigue activa. La excusa fue la de que el régimen de Sadam Husein poseía armas de destrucción masiva (químicas, biológicas y nucleares). Pero todo era una burda patraña. Como calificó la BBC al montaje «los datos clave usados por Downing Street y la Casa Blanca estuvieron basados en invenciones, ilusiones y mentiras».

Aquel superestelar «fake» fue fabricado por los halcones bélicos que, apoyados en sus servicios secretos, abrieron la espita a la desestabilización de la región. El entonces presidente Aznar repitió hasta la saciedad durante cuatro años: «créanme, estoy diciendo la verdad. En Iraq hay armas de destrucción masiva». El territorio fue arrasado y cientos de miles de sus ciudadanos asesinados. Pero Aznar fue agasajado, entró a formar parte de la élite mundial y sus conferencias tienen un caché por encima de la mayoría de esa misma élite.

Exactamente un año después, el 11 de marzo de 2004, se produjeron los atentados yihadistas en la capital española y Aznar, nuevamente, volvió a crear su propia noticia. Falsa nuevamente, pero poniendo su personalidad, la de un presidente de Gobierno, como aval para dar credibilidad a una noticia que sabía de sobra era espuria. La de que ETA había sido la autora, en Madrid, de los atentados que causaron la muerte de 193 personas. El peón de aquella estruendosa fake fue Ángel Acebes, entonces ministro del Interior. ¿Acebes fue marginado al descubrirse su montaje? España premia a los malhechores. Acebes perpetuó su carrera en Bankia y más tarde en Iberdrola, la niña de los ojos del Gobierno autonómico jeltzale.

Alguien puede señalar que el conflicto político ha transformado las noticias y que censuras, manipulaciones y prácticas calumniadoras eran inevitables. Pero hay un antes previo, en el que las mentiras eran imperiales. Ya, en esa conquista del Reino de Nafarroa de hace ahora medio milenio, las tropas invasoras se reclinaron en una falsa bula papal para lograr el apoyo de la cristiandad. Y cuando siglos más tarde volvieron los pájaros de acero, esta vez para arrasar la icónica Gernika, la verdad fue escondida y los criminales arrojaron toneladas de tinta para aguantar su tesis, la del suicidio popular. Durante décadas, Madrid ha sostenido la noticia de que Gernika fue quemada por rojos y separatistas.

Dicen que la verdad es la primera de las víctimas en las guerras. Es probable. Pero si se niega el conflicto, ¿cómo se puede adulterar la realidad sin ningún tipo de responsabilidad, siquiera política? En 1998, un concejal del PP de la localidad de La Carolina, en la española Jaén, simuló su secuestro. Bartolín, que era como llamaban sus allegados a Bartolomé Rubia, apareció en Irun y poco después se demostró que todo había sido un montaje. Pero para entonces, ríos de tinta corrieron desde las redacciones, achacando a ETA lo sucedido.

Tal y como ocurrió con un periodista llamado Martin Prieto, cuya «desaparición» en 1996, que al no asistir a su emisión radiofónica matinal fue dado por «secuestrado por ETA». Una «mujer rubia de unos 35 años» habría sido la autora o el cebo de los separatistas. Nuevamente miles de horas de radiodifusión sobre el supuesto rapto, hasta que Prieto apareció por su casa relatando que había estado alojado en un hotel cercano. Supusieron los cercanos que con una compañía inconfesable.

Pero si estas pueden ser consideradas algunas anécdotas achacables a la inseguridad provocada por el conflicto, existen otro tipo de fakes preparadas expresamente en despachos de inteligencia. Cuando la caída de la dirección de ETA en Bidart en 1992, París difundió falsas noticias, llegando a señalar que los detenidos habían cruzado la muga recientemente. El PSOE fue el artífice, luego jaleado por una tropa mediática ávida del agitar el odio contra el separatismo, de la patraña de la muerte de la bebé Begoña Urroz en 1960 por una bomba de ETA. Adelantado en ocho años las acciones mortales de la organización vasca y enfocándolas a la crueldad que supone matar una niña, incluso durante el franquismo.

Las noticias sobre ejecuciones extrajudiciales convertidas en tiroteos, las desapariciones políticas en ajustes de cuentas o la tortura sistemática en autolesiones de los detenidos, son ejemplos de unas fake news diseñadas desde las más altas esferas del poder y transmitidas por su cadena de mando hasta el último agente para adulterar la criminalidad del Estado.

Ni "Egunkaria" estaba bajo la dirección de ETA, ni los CDR catalanes pertenecían a una conducta que germinaba en Otxandio, ni en Altsasu hubo una ekintza diseñada contra la Guardia Civil en los búnkeres de la resistencia separatista, ni Moscú financiaba la estrategia del MLNV. Ni, por cierto, comemos berzas únicamente como consecuencia de la demolición de la central nuclear de Lemoiz. ¿Fake news? Nada nuevo bajo el sol en este territorio acosado desde que pelea por su independencia.

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