Ibon Cabo Itoiz

Gas borbónico en el Parlament

Solo si somos lo suficientemente fuertes podemos mantener el empate infinito y cerrar así la puerta a la regresión política

En fechas recientes hemos podido observar como Ciudadanos planteaba en el parlamento de Catalunya una moción de censura contra el president Torra. Como no podía ser de otra manera, al hallarnos en pleno proceso electoral, la moción ha sido calificada como una mera moción propagandística y ha sido rechazada. Sin embargo, detrás de todo este proceso se dan algunas variables relativas a la «indisoluble unidad de la patria española» y al sentido centralista que la monarquía borbónica ha tenido desde su llegada al trono español. Desde mi punto de vista olía a rancio en la presentación de dicha iniciativa pero con un determinado y especial abolengo.

Cuando tratan de establecer el empaque y el valor que la monarquía tiene en la construcción del Estado, se fundamenta casi siempre en acciones épica y en cesiones de soberanía teóricamente involuntarias. Así por ejemplo Felipe Gonzalez Márquez dijo literalmente «a veces se pierde de vista que el Rey recibió la totalidad de los poderes, era un rey absoluto, según las pautas del régimen anterior. Sin embargo, no ejerció como tal». Comienza pues el relato dando un valor noble a una institución que llegó en el pasado y en el presente cercano a través de dictadores. No olvidemos que el propio Juan Carlos de Borbón habló de Francisco Franco como una «figura excepcional de la historia» e incluso no dudó en «cumplir los principios que informan el Movimiento Nacional».

También Jose Luis Rodriguez Zapatero dijo que «Estoy muy a gusto y muy tranquilo porque tenemos un Rey bastante republicano». Esa cercanía entre el PSOE y la familia de Borbón es mutua. Ya Juan Carlos de Borbón dijo aquello de «El PSOE fue una experiencia necesaria». Así pues cercanía y compadreo entre ambos. La social democracia española actual muestra su lado más monárquico. ¿Por qué entonces, si ambos tienen en los últimos años un feeling cercano, el PSC no votó a favor de la moción de censura a pesar de parecía tan cercana al discurso de Felipe VI sobre Catalunya?

Del movimiento nacional a la constitucionalización de los valores patrios solo hubo en el pasado un único movimiento: la vuelta de la monarquía. Es la única institución que da continuidad histórica al régimen del generalísimo. Al aprobar la monarquía parlamentaria se le dota también al rey de un híper liderazgo infinito siendo su figura inviolable. Así Mariano Rajoy lo definía como «pieza insustituible en la vigencia cotidiana de la normalidad institucional».

Y así con la llegada de la divinidad absoluta producto de la carta magna y de la mística del discurso bipartidista llegamos al momento donde el rey determina cuales son los auténticos valores patrios. «Si permanecemos unidos, habremos ganado el futuro de España», «no se ayuda a la patria con acciones irreflexivas y sin salida» (23F) y más recientemente ya pronunciado por Felipe VI en torno a Catalunya, «Es responsabilidad de los legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional y el normal funcionamiento de las instituciones». Con tanta hipérbole, insisto, ¿Por qué el PSC no apoyó la moción de censura de Ciudadanos con el Estado soplándole a la nuca cuales son los legítimos poderes?

Desde mi punto de vista, la monarquía ha otorgado distintos papeles a cada actor patrio. A la derecha le ha otorgado la capacidad de mantener la unidad de España y por otro lado al PSOE, la vuelta del bipartidismo. Al Tribunal Constitucional por supuesto el papel de la regresión autonómica para volver a la situación previa incluso a la Loapa. Así pues el papel del PSC tan solo se enmarca dentro del ramillete de demandas borbónicas impregnadas de un gas regresivo irrespirable. Tres agentes para un mismo reto: la vuelta del centralismo y la regresión del sistema de las autonomías, especialmente, de las nacionalidades históricas. Para ello terminaran también afrontando una reforma del sistema electoral que con el tiempo se convertirá en un nuevo Trafalgar para ellos mismos.

A pesar de todo esto, niego la mayor. El votante de a pie puede perpetuar un empate infinito que obligue a moverse a todos los demás. Ya que por lo que parece el bipartidismo borbónico plante una guerra sin cuartel contra la diferencia y que la reforma electoral tratará de primar a los más poderosos, debemos ir trabajando ya sobre las bases de una unidad de acción clara. Solo si somos lo suficientemente fuertes podemos mantener el empate infinito y cerrar así la puerta a la regresión política. Escuchando a los Borbones se puede concluir sin asustarse que una nueva matxinada es inevitable. Pondremos así recurrir al valor de la historia para acordarnos que la manía persecutoria de los Borbones hacia Catalunya no es nueva, ni mucho menos su tendencia absolutista. Así pues resistamos y entendamos que cada miembro del ejército borbónico tiene ya asignado su objetivo. A todos los demás, solo nos queda movilizarnos y convencer al de al lado para mantener el empate infinito.

Search