Siamak Khatami
Politólogo y profesor universitario

Irán, potencia colonial

Irán puede ser uno de los primeros países del Tercer Mundo que se convierte en Potencia imperial/neo-colonial. Quizá el título resulte sorprendente para muchos lectores, que tienen una idea de Irán como país que constantemente ha luchado, a través de distintas épocas de su historia, contra potencias imperiales o neo-coloniales –Rusia, el Reino Unido, los Estados Unidos, entre otros–. Puede que les sorprenda leer a alguien como yo, nacido en Irán, llamar Irán una potencia colonial.

Aunque quizá no deba sorprender tanto. Me acuerdo que incluso bajo el antiguo régimen, el del antiguo Shah, en los pasaportes iraníes, cuando ponían el nombre de Irán en cubierta –en francés además del persa/farsi, lo que ponían en francés era L’Empire Persan (“El Imperio Persa”). Bueno, mi propósito aquí no es escribir sobre el antiguo régimen– y, de todas formas, el último Shah tenían delirios de grandeza y pensaba de verdad que estaba recreando el Imperio Persa que existía desde hace más de 2.500 años hasta la invasión y ocupación árabes (la invasión empezó en el año 633, y el Imperio persa cayó en 651. Pero el propósito aquí tampoco es escribir sobre el antiguo régimen.

El actual régimen iraní ya ha pasado por varias etapas –desde el Reino de Terror (1.979-1.989), al capitalismo liberal (1.989-2.005), al populismo (2.005-ahora). Durante los primeros diez años de su existencia, la mayor preocupación del régimen era su supervivencia frente a intentos tanto de grupos de oposición internos (especialmente los izquierdistas y los que mezclaban el marxismo con el islamismo, los familiares y seguidores del antiguo Shah están disfrutando de la buena vida en los Estados Unidos, Francia e Inglaterra, con los muchos millones de dólares que sacaron del país cuando huyeron de Irán en febrero de 1979, y tienen 0% de posibilidad para regresar al poder) como potencias extranjeras (intentos de los Estados Unidos de influir en Irán, la guerra contra Iraq, la rivalidad con Arabia Saudí, etc.). El régimen desencadenó un reino de terror para combatir contra sus enemigos internos y externos. En la segunda etapa, el régimen empezó a preocuparse más por el desarrollo económico de Irán, según ideas capitalistas, y manteniendo relaciones económicamente buenas, aunque políticamente difíciles, con Europa occidental. En la tercera etapa, con Alí Jameneí como Líder Supremo y Mahmud Ahmadineyad como presidente, Irán ha seguido una dirección mucho más populista, y los países con los que tienen relaciones más amistosas son, ahora, Rusia, China, Venezuela y Bolivia (como señal de su identificación con la línea política de Hugo Chávez, Irán también se ha acercado a Ecuador, Nicaragua, y Cuba). Pero las relaciones tanto con los Estados Unidos como con Europa occidental, son más hostiles que antes.

Además, algo que el régimen iraní ha estado haciendo desde hace algunos años, ha sido expandir el poder y la influencia iraníes en el Oriente Medio y Asia Central. En realidad, el antiguo presidente estadounidense George Bush, hijo, contribuyó a esto sin querer –cuando derrocó a los Talibán en Afganistán y a Saddam Hussein en Iraq, eliminó a los dos enemigos más fuertes que el régimen iraní tenía en su propio vecindario y, de esa manera, «abrió el camino» al expansionismo e imperialismo iraníes–.

Con Saddam Hussein y los Talibán derrocados, y con el programa nuclear iraní en marcha, Irán ya vio la vía libre para dar riendas sueltas a sus ambiciones imperiales. Este autor, desde hace tiempo ha dicho que el peligro del programa nuclear iraní no es la construcción de armas atómicas que Irán luego pueda lanzar contra Israel o los EEUU, porque eso sería demasiado arriesgado. El peligro es, más bien, que una vez obtenida la tecnología, y la material, suficientes para hacer armas atómicas, amenacen a sus vecinos árabes. Por ejemplo, tenemos el caso de Bahréin, un país insular en el Golfo pérsico que Irán tradicionalmente ha reclamado como parte de su propio territorio –en 1957, el parlamento iraní incluso pasó una resolución declarando que Bahréin era de 14ª provincia de Irán. Los británicos, que por aquellos entonces eran la Potencia colonial que controlaba el Golfo pérsico, persuadieron a Irán que desistiera de su intento de anexionar a Bahréin y, en 1970, Irán aceptó una resolución de las Naciones Unidas declarando que Bahréin era un país independiente–. Pero eso era cuando el antiguo régimen iraní todavía estaba en el poder, y el presidente actual de Irán, Ahmadineyad, nunca ha aceptado la independencia de Bahréin. Además tenemos el caso de que la mayoría de la población bahreiní es musulmán de la rama chi’í, exactamente como en Irán, mientras que el régimen bahreiní pertenece a la rama suní del islam. Justo como los rusos en el siglo XIX se veían como los protectores de las poblaciones cristianas ortodoxas que vivían bajo dominio otomano, ahora el régimen iraní se ve como «salvador» de los chi’íes bahreiníes contra los suníes que les dominan.

En 1911, cuando empezaron las revueltas que se denominaron la “Primavera árabe”, Arabia Saudí incluso envió a su ejército para reprimir las revueltas chi’íes en Bahréin, que Irán estaba intentando aprovechar en su propio beneficio contra el régimen bahreiní. El ejército saudí todavía sigue allí, y la situación difícilmente puede continuar así. Pero, ¡¿cómo solucionar este problema?! Tenemos el caso de la propia Arabia Saudí, cuya minoría chi’í se concentra justo en aquella parte oriental del país donde se ubica la mayoría de las reservas petrolíferas del país. Irán ha intentado continuamente animar a esos chi’íes a rebelarse contra el régimen saudí. Un Irán capaz de hacer bombas atómicas sería una amenaza mucho más grande tanto para Bahréin como para Arabia Saudí.

También tenemos el caso de Siria, que Irán necesita para hacer llegar su ayuda militar y económica a Hizbolah, el grupo armado y movimiento político en el Líbano que abiertamente apoya al régimen iraní. De allí el apoyo de Irán al régimen sirio en las revueltas de aquel país. En este caso, Rusia también ha decidido apoyarlo, porque ha visto lo que ha pasado con otros amigos/clientes de Rusia en el Oriente Medio y el Norte de África: Rusia ha visto que, tanto en el caso de Iraq después de su ocupación por los norteamericanos, como en el caso de Libia después de que fuera derrocado el régimen de Qaddafi, todos los contratos que esos dos países y sus empresas tenían con Rusia, fueron anulados y luego adjudicados a empresas occidentales (incluida Repsol). Ahora, Rusia quiere impedir que lo mismo suceda en Siria.

Además de Hizbolah en el Líbano, Irán tiene a Hamás en Gaza, que también apoya al régimen iraní. E Irán usa a los dos movimientos para que «hagan el trabajo sucio» de Irán: en vez de una guerra directa con Israel, usa a Hizbolah y Hamás para atacar a Israel.

Y tenemos el caso de Iraq. Últimamente, el comercio de Irán con Iraq ha aumentado exponencialmente–aunque los productos iraníes sean de baja calidad, también tienen precios baratos, y los iraquíes que no pueden pagar productos occidentales más caros, compran sus equivalentes hechos en Irán. Ahora, Iraq e Irán también han formado un frente común en cuanto a su política petrolera respecto a países occidentales. El nuevo régimen iraquí, dominado por los chi’íes, está reprimiendo duramente contra los suníes de Iraq, mientras que sus relaciones con el Irán Chi’í son cada vez mejores– e Irán está dictando cada vez más la línea que el régimen iraquí tiene que tomar en su política. De allí que los suníes hayan decidido tomar el asunto en sus propias manos y emprender acciones violentas contra los chi’íes. De allí la oleada de atentados en Iraq que, últimamente, han dejado decenas de muertos por todo el país.

Definitivamente, Irán se está convirtiendo en una potencia imperial/neo-colonial. La mejor manera para impedirlo, es descubrir nuevas fuentes de energía para que el precio de petróleo, de donde el régimen iraní gana sus recursos financieros, disminuya. Pero eso significa que las empresas petroleras occidentales también perderán beneficio. En un mundo regido por el capitalismo puro y duro, donde manda el dinero y la plusvalía, ¡¿serán las Potencias occidentales capaces de lo que este autor propone?!

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