Joxemari Olarra Agiriano
Militante de la izquierda abertzale

Korrika, reivindicación en sí misma

La Korrika es una acción que le corresponde a todo el pueblo vasco en su conjunto. Sobre ella no mandó ninguna institución, surgió por explosión y nadie puede ni debe cambiar sus normas abiertas y bien dirigidas.

Recobrado del todo el aliento de la última Korrika, solo nos queda reposar el pensamiento y hacer recuento y recopilación de las huellas que los más de dos mil kilómetros que separó Amurrio y Donostia. Huellas que, como siempre han marcado mojón a mojón el sacrificio, la voluntad y la responsabilidad de miles de ciudadanos vascos que contra nevada, frío, granizo e incomprensión hispana, y de algunos que otros cercanos, han quedado para la historia de este acontecimiento que ya es fecha marcada en el historia temporal de Euskal Herria.

Nació Korrrika como instrumento, modo y manera de ofrecer la posibilidad al pueblo vasco de dar visibilidad al ímpetu que este encierra en sus entrañas por el euskara. Korrika fue la manera explosiva popular de expresar la voluntad de mantener, sostener y ampliar el idioma nacional de Euskal Herria por encima de todas las dificultades y obstáculos que desde siempre se han opuesto a su desarrollo normalizado y natural. Y cuando nació, lo hizo con gran dificultad, con incomprensión manifiesta de extraños y, lo que es peor, de propios.

Korrika no fue bien recibida a pesar de ser, paradójicamente, abrazada con alegría por la gran mayoría de los ciudadanos vascos que, casi tras un chasquido mínimo, pillaron la idea que conllevaba: correr, sufrir y pagar por ello.

Hubo quien se negó durante un tiempo a las tres condiciones. No quiso correr el PNV, a pesar de que muchos militantes lo hicieran, no quisieron sufrir tampoco, a pesar de que, en un momento dado, y a la vista de que la carrera pasara por Alderdi Eder en Donostia, un Xabier Arzalluz expresara, en un ramalazo de sana envidia, aquello de que «esos por los menos pelean por el euskara»; y no quisieron pagar (salvo algo mínimo e irrisorio), pues el «invento» de AEK desplazaba, casi de empujón, al suyo: HABE. Algo que quería romper la trayectoria de la iniciativa popular para la alfabetización de adultos en toda Euskal Herria, con el trasplante a nivel público que Urkullu, entre otros, pretendía hacer con los cursos privados de los batzokis.

Y hete aquí que después de años en los que participar en la Korrika era poco menos que criminalizarse, años en los que «sotovocce» el PNV pedía a sus militantes su no participación, las instituciones vascas levantan la voz por algo que la carrera por el euskara siempre ha llevado implícita en su alma: la reivindicación.

Curioso que el Gobierno de Gasteiz considere una «afrenta a la convivencia» a las fotos y pancartas de presos y represaliados políticos vascos en el recorrido de los kilómetros de la Korrika. Además que la propia carrera es la expresión de «algo» que configura una histórica e inmensa afrenta a la convivencia, cabe recordar a la institución autonómica, a su presidente, consejeros y portavoz, que Korrika es el mejor paisaje de la Euskal Herria donde se elevan las voces en petición de libertad para sus hijos e hijas.

Desde la primera Korrika, hasta esta última edición -que ha sido, sin duda la que mayores dimensiones ha adquirido-, en todas las ediciones y en todos los pueblos por donde ha pasado el tropel se ha aplaudido y a nadie ha molestado ni fotos ni pancartas que tanto duelen al Gobierno de Gasteiz. Ni siquiera a sus propios seguidores, pues no en vano aquellos que con las pancartas y con sus fotos, desde la prisiones o desde el exilio, estaban y seguían la Korrika que físicamente les fue impedida precisamente, y entre otras múltiples razones, por luchar por el euskara.

No deja de ser ilustrativo que el Gobierno de Gasteiz, o sea, el PNV, se adhiriera cual lapa rocosa a las denuncias públicas de PP por el hecho de que fueran varios expresos políticos quienes protagonizaran el intercambio del testigo. Con ello, los de Ortuzar, siguen demostrando su enfermiza inquina con la izquierda abertzale.

Nadie ha puesto el grito en el cielo porque militantes del PNV hayan participado en la última edición de Korrika, después de que durante años hayan despreciado una de las máximas expresiones de amor por el idioma nacional. Todo lo contrario, su incorporación a la carrera ha sido bienvenida porque ha fortalecido el ímpetu reivindicativo y quizás por este detalle, el de las fotos de presos y las pancartas reivindicativas, cuestión habitual en todas las Korrika, junto con las ridículas denuncias públicas del Partido Popular y las recriminaciones íntimas del PSE-PSOE, Urkullu y su equipo autonómico se han sentido en la obligación de quejarse por una cuestión que le es ajena.

La Korrika es una acción que le corresponde a todo el pueblo vasco en su conjunto. Sobre ella no mandó ninguna institución, surgió por explosión y nadie puede ni debe cambiar sus normas abiertas y bien dirigidas. Nadie puede ni debe apropiarse de una idea maratoniana llevada a cabo por la voluntad de Euskal Herria.

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