Pablo Azcona Molinet
Presidente de la Federación Navarra de Municipios y Concejos

La ciudadanía nos pone buena nota… pero no tenemos tiempo para complacencias

Tendremos que reforzar y a veces redefinir nuestras políticas en el ámbito de la cohesión social, porque nuestras comunidades van a ser cada vez más complejas económica, social y culturalmente.

La pasada semana se hizo público el barómetro CITIX de valoración por la ciudadanía de los servicios que presta el ayuntamiento (o la mancomunidad) en los municipios de más de 5.000 habitantes, y las entidades locales de Navarra salimos francamente bien paradas. Nuestros vecinos nos otorgaron una nota media de 6,65 sobre 10.

Cinco servicios superaron el 7: parques y jardines, limpieza viaria, recogida y gestión de residuos, seguridad ciudadana e instalaciones culturales. Otros ocho fueron calificados con más de un 6: alumbrado, fiestas, instalaciones y actividades deportivas, atención ciudadana, servicios sociales, transporte público urbano, conservación de espacios públicos y medio ambiente. Dos superaron el 5 sin llegar al 6: oferta de ocio y cultura y promoción turística y comercial. Y solo la competencia de tráfico y aparcamientos bajó del 5 (obtuvo un 4,8).

Los datos cobran un mayor valor si se tiene en cuenta una segunda noticia publicada en las mismas fechas: la Cámara de Comptos informó que las entidades locales tienen una «saneada situación financiera», generan superávit y siguen reduciendo su deuda.

Y quisiera volver de nuevo al barómetro CITIX para destacar dos notas más. El 38% de la ciudadanía cree que su ayuntamiento facilita la participación ciudadana y el 40% piensa que sus opiniones son tenidas en cuenta.

Es decir, no solo prestamos buenos servicios y gestionamos bien los recursos que nos toca administrar, sino que, además, la democracia municipal mantiene unas altas cotas de calidad; y eso, con lo que está cayendo sobre el mundo de la política y las instituciones, merece ser valorado.

Hasta aquí este minuto de reconocimiento. Porque las políticas de hoy no sirven para mañana y menos en un mundo que cambia de forma vertiginosa.

De hecho, en la encuesta también tenemos un suspenso. Los vecinos no están contentos con nuestro trabajo en materia de tráfico y aparcamiento. Suspenso que tiene que ver con un tema de especial actualidad en todas las ciudades, el de la necesidad de introducir cambios en la movilidad para lograr espacios públicos más saludables y ciudades más habitables, en las que las personas recuperen terreno frente a los coches, que lo han invadido todo y contaminan nuestro espacio vital. En los próximos años, la agenda de las corporaciones locales incluirá indefectiblemente este asunto sobre el que ya nuestros vecinos nos están llamando la atención.

Pero no es este el único asunto en el que tendremos que aplicarnos. La implantación de la administración electrónica, en la que ya estamos dando los primeros pasos, va a exigir a las entidades locales notables esfuerzos humanos, económicos y tecnológicos para alcanzar la digitalización de toda nuestra gestión y de nuestras relaciones con la ciudadanía.

Y también tendremos que reforzar y a veces redefinir nuestras políticas en el ámbito de la cohesión social, porque nuestras comunidades van a ser cada vez más complejas económica, social y culturalmente. La inmigración, la interculturalidad, la igualdad entre mujeres y hombres, el empleo social, el envejecimiento de la población etc. están cobrando una mayor presencia entre nuestras preocupaciones y van a exigir una actuación más activa de esta parte del Estado que son las entidades locales.

Al igual que tenemos que redoblar nuestros esfuerzos en todas las políticas que, de una u otra forma, inciden en el medio ambiente, porque el planeta no da más de sí y las entidades locales son una parte del problema y pueden ser una parte de la solución. Tenemos que mejorar la gestión de los residuos sólidos urbanos, seguir avanzando en la depuración de las aguas residuales, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero del sector público y de nuestras respectivas comunidades, y trabajar para lograr una población concienciada y activamente comprometida.

Estos son algunos de los retos que no esperan, sin descuidar nuestras obligaciones en el resto de competencias que nos atribuyen las leyes, ni las demandas de nuestros vecinos. Todo ello bajo la premisa de la sostenibilidad. O somos sostenibles como administración y como sociedad (en lo económico, lo social y lo ambiental) o nuestro mundo descarrila.

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