Ion Goitia Gebara

La conexión rusa en Iruña

El proceso de fabricación de este artefacto ideológico me recuerda al proceso de generación de otra enorme trola en torno a los hallazgos de inscripciones en el yacimiento de Iruña-Veleia.

El otro día leí que Podemos abandonaba la comisión de estudio de las «fake news» en el Congreso. Últimamente asistimos, casi atónitos (uno tiene su edad y ha visto de todo) a como se construye una patochada en torno a la supuesta injerencia rusa en el proceso independentista catalán. Lo que en principio parecía una monumental bobada sin recorrido, sorprendentemente, ha ido cogiendo volumen e impregnando la sociedad.

Tres son los ejes con los que se ha construido esta ficción.

1. Bombardeo incesante de prensa afín para ir fabricando un estado de opinión social.

2. El apoyo de instituciones variopintas que le dan un aire de cientifismo al asunto.

3. La colaboración necesaria de políticos interesados o que definitivamente no dan la talla.

La citada comisión iniciaba su andadura con una sesión en el Congreso de diputados a cargo de una tal Mira Milosevich Juaristi, persona que en representación del Instituto Elcano es la encargada de dar los oportunos detalles «técnicos» de la manipulación rusa en casi todo lo que uno pueda imaginar, también en la cuestión catalana.

El caso es que el proceso de fabricación de este artefacto ideológico me recuerda al proceso de generación de otra enorme trola en torno a los hallazgos de inscripciones en el yacimiento de Iruña-Veleia.

También en este caso fue un medio de comunicación el que incesantemente bombardeo la opinión pública en un evidente acto de intoxicación informativa. También se presentaron informes con la vitola de técnicos para avalar lo que se estaba gestando (se ocultó oportunamente que fueron dirigidos por quienes hacían de jueces y parte). Y también se contó con la colaboración necesaria de políticos interesados o que definitivamente no daban la talla. Nunca se hizo lo más básico en un proceso arqueológico de este tipo, una datación arqueométrica seria, y se ha hecho lo imposible por esquivar esta datación con estrategias de despiste que nos llevan hasta estudios grafológicos.

Pero no acaban aquí las coincidencias resulta que también hay actores comunes en la fabricación de ambas posverdades. La tal Mira Milosevich Juaristi no lleva este segundo apellido por casualidad sino como extraño homenaje a su esposo que no es otro que Jon Juaristi. Este señor atacó los descubrimientos de Iruña casi desde el minuto 0. Se le adelantó un par de días su amiguete Antonio Rivera, el cual en un artículo publicado por "El Correo" ("Un preceptor egipcio", 16/06/2006) se acordaba sobre todo del fraude de las cuevas de Zubialde para luego en un tono lastimero quejarse de que los vascos de siempre iban a sacar tajada de este descubrimiento. Dos días más tarde Jon Juaristi escribía otro artículo en "El País" ("Calvario", 18/08/2006) en el que aprovechaba para introducir dudas sobre lo hallado, reforzando lo de Serafin y Zubialde para luego enredarse con una tontería sobre que a Cristo no se le puede poner un RIP.

Pero las bases del descredito del descubrimiento de las inscripciones de Iruña se iban asentando. A partir de este momento un ejército de personajillos vinculados en buena parte a instituciones muy sesgadas a la derecha más rancia española como la Real Academia de la Historia (Almagro rescata el argumentillo del RIP 2 años más tarde), van a realizar un ataque furibundo jaleados por los medios de comunicación primero afines y luego no tan afines. El fraude de Zubialde da la idea de por dónde tirar y la tontería del RIP se fosiliza y marca el comienzo de una rápida fabricación de argumentos hechos a medida para desacreditar las inscripciones de Iruña. Y al igual que con lo de los rusos enredan a público en general y a la clase política en particular (si no que se lo pregunten a la Cospedal o a la López de la Calle).

Aunque tampoco podemos descartar que hayan sido los rusos. Si la mitad de los turistas rusos son agentes del KGB y han infiltrado al espía Cipollini, también es posible que se tiraran unos meses haciendo grabaciones en piecitas que iban robando de Iruña y volviéndolas a colocar por aquí y por allá. Y es posible que hicieran ambas cosas para acabar con España, que como todo el mundo sabe… es un unidad de destino en lo universal.

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