Daniel Montañez Pico

La interpretación multicultural de Al-Andalus y el racismo de izquierdas

Si esta tesis de la no-invasión árabe de la península, que contiene grandes potencias para enfrentar el fascismo y el racismo del nacional-catolicismo español, va a ser tomada en serio desde la izquierda, tendrá que ser radicalmente problematizada y descolonizada de estos sentidos racistas y fascistas que tuvo en su primera elaboración sistemática en la obra de Olagüe.

En estos días de fiestas me reencontré con un familiar que hacía tiempo que no veía. Con alegría, pues es de los pocos que tengo votante de izquierdas de toda la vida –cada vez quedan menos de estos raros sujetos– y podíamos establecer alguna que otra buena conversación entre tanta pompa navideña. Acababa de regresar de un viaje por Andalucía y venía encantado, impresionado por lo agradable de sus gentes y, sobre todo, por su historia y cultura. Visitando la mezquita de Córdoba se enteró a través del guía que existía una polémica candente en la actualidad sobre la conquista árabe de la península en el siglo VIII. Diversos sectores sociales e investigadores académicos habían desempolvado en los últimos años un libro de los años 70 del historiador vasco Ignacio Olagüe en el que planteaba que dicha conquista nunca existió y que lo que sucedió más bien fue que la población se convirtió al Islam. El título de la obra "La revolución islámica en Occidente" deja clara la tesis: no fue una conquista sino una revolución de la población contra el poder cristiano establecido. La idea no era nueva, se trata de algo ya planteado por otras personalidades como Blas Infante o Manuel Azaña mucho antes, pero sí se trataba de la primera obra que intentaba demostrarlo con una argumentación científica, sistemática y detallada.

El caso es que mi familiar se había comprado el libro, recientemente reeditado (editorial Almuzara), y lo había devorado encantado, por lo que una buena discusión navideña estaba garantizada. La conversación no se quedó sólo entre nosotros y llegó a la mesa de toda la familia, quienes son de signo ideológico diverso. Mi familiar argumentó siguiendo a Olagüe que nunca existió tal conquista y que eso había sido un mito generado por la idea de la «Re-conquista» cristiana. Entonces, siguiendo su relato, los españoles se habían islamizado y la llamada «Re-conquista» en realidad había sido una guerra civil entre españoles cristianos y españoles musulmanes. Después de una breve reacción de asombro colectiva, pues esta idea iba en contra de todo lo aprendido en la escuela seas de la generación que seas, emergió un inesperado consenso. Para muchos, incluido mi familiar de izquierdas de toda la vida, este planteamiento por fin explicaba la razón del esplendor de Al-Andalus, la mezquita de Córdoba, la Alhambra de Granada, las avanzadas ciencias de Averroes, etc. Concluían que el Islam en términos generales era algo malo y atrasado, pero esta civilización islámica andalusí de españoles había sido una excepción, como si el esplendor paralelo de Bagdad, Túnez o Damasco no existiera.

Alarmado por estas interpretaciones racistas de la obra de Olagüe me puse a investigar los motivos que podían favorecerla en la propia vida del autor. La primera pista que encontré fue que la primera edición en castellano del libro de 1974 –un resumen había sido publicado previamente en 1969 en francés bajo el título "Les arabes n'ont pas envahi l'Espagne"– provenía de una editorial conservadora en la época (Fundación Juan Mach) y había superado sin problemas la censura franquista. Y luego di con un artículo que exploraba intensamente esta cuestión titulado "Al-Andalus en el pensamiento fascista español" de la arabista Maribel Fierro. En este texto se detalla la cercanía de Olagüe con las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS) de Ramiro Ledesma y a través de un análisis del resto de sus obras se concluye que su trabajo sobre Al-Andalus es parte de un proyecto de reescritura de la historia nacional desde un punto de vista fascista. El problema del artículo de Maribel Fierro es que su interesante investigación sobre la vida y sentido de la obra de Olagüe queda oscurecida por el tono político con el que la realiza. Ella forma parte del grupo de arabistas españoles que se posicionan radicalmente en contra de la interpretación de la no-invasión árabe en la península y realiza este artículo con la intención declarada de mostrar la incongruencia de sectores nacionalistas andaluces de izquierdas y musulmanes españoles conversos que reivindican la obra de Olagüe desconociendo sus intenciones fascistas. El problema es que más bien es ella la que desconoce que estos sectores, pese a compartir la tesis central de Olagüe, sí conocen y problematizan la trayectoria fascista de Olagüe –véase entre otros el texto de Antonio Torres en la Revista La Comuna titulado "Al Andalus, la herida que sangra. Significado y actualidad del relato Andalusí para la construcción nacional de Andalucía y el Estado Español"–, como ha sucedido en tantos casos históricos de apropiación crítica de ideas de intelectuales de derechas por parte de intelectuales de izquierdas, baste con mencionar sólo los conocidos casos de la apropiación del pensamiento de Carl Schmitt realizada por Walter Benjamin o la de la filosofía de Martin Heidegger que hizo Jean Paul Sartre.

Este episodio nos puede hacer reflexionar al menos dos cosas de importancia para la actualidad política. La primera es que el fascismo tiene varios rostros. No debemos banalizar la producción intelectual de la derecha sólo por ser de derecha y pensar que es monolítica o «pensamiento único». Olagüe se apropió de una idea proveniente del sector republicano y nacionalista andaluz desarrollándola y dándole un sentido político fascista. Su libro no tuvo ni tiene éxito en su círculo ideológico porque entre los fascistas nacional-catolicistas españoles las ideas de «Re-conquista» y odio al Islam fueron y siguen siendo constitutivas de su esencia. La segunda es que un argumento racista proveniente del fascismo puede tener cabida dentro de sectores de izquierdas, demostrando que el racismo es una tarea pendiente de la izquierda y algo que aun a día de hoy sigue generando consenso entre diferentes ideologías de las poblaciones racialmente privilegiadas, en aquello que la intelectual y militante descolonial Houria Bouteldja llama el «campo político blanco». La tesis sobre la no-invasión árabe de la península es un fuerte argumento contra el nacional-catolicismo fascista español porque demuestra la diversidad religiosa y de todo tipo que existe en la historia y la realidad del territorio. Pero puede ser un arma de doble filo si se convierte en una interpretación racista multicultural de izquierdas que acepta la diversidad siempre y cuando provenga de poblaciones occidentales que son supuestamente superiores a las del resto del mundo. Para Olagüe la tesis de la no-invasión árabe de la península tiene el objetivo de demostrar que los habitantes de la península siguen siendo «racialmente puros y superiores», igual de europeos que las poblaciones del norte de Europa, frente a las interpretaciones racistas de grandes filósofos europeos como Kant o Hegel que consideraban que la población de la península ibérica era racialmente inferior por haberse mezclado con la población árabe y africana y que por eso Europa «terminaba en los Pirineos». Si esta tesis de la no-invasión árabe de la península, que contiene grandes potencias para enfrentar el fascismo y el racismo del nacional-catolicismo español, va a ser tomada en serio desde la izquierda, tendrá que ser radicalmente problematizada y descolonizada de estos sentidos racistas y fascistas que tuvo en su primera elaboración sistemática en la obra de Olagüe.

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