Juan Mari Feliu Dord
Expresidente de la Federación Navarra de Deportes de Montaña y Escalada

La línea roja de los parques eólicos

Pero la voraz industrialización de la montaña, esta vez ha superado un límite inaceptable con los cinco parques en liza

Como montañero de toda la vida y amante de las montañas cabe preguntarse por el desarrollo actual de los parques eólicos. Partiendo de que la energía eólica es positiva para la conservación del medio ambiente, no lo es la política desmedida de desarrollo en buena parte del territorio de Navarra. En referencia a la energía eólica, desde 1997 se han construido 39 parques eólicos al sur de las sierras meridionales, entre Petilla de Aragón hasta los límites de Araba en Kodes-La Población. De acuerdo con la afirmación de que un parque eólico consigue reducir las emisiones de monóxido de carbono, hay que valorar otras afecciones además de las visuales. Es la construcción de las infraestructuras y los accesos, la mortandad de aves protegidas y la penetración de un público descontrolado en los parques, como ha ocurrido con la desordenada red de pistas agrarias, que, afortunadamente los valles del Pirineo central y oriental navarro, están siendo cerradas para mayor control de los propios recursos de los pueblos de la montaña.

Estos días ha aparecido en los medios de comunicación el rechazo de un inesperado proyecto de Sacyr Construcciones SLU para instalar cinco parques eólicos en las estribaciones del Pirineo central navarro, en los valles de Ezkabarte, Olaibar y Esteribar. Se pretende que, de seguir adelante, se transformará el paisaje a nada que miremos hacia el norte desde la Media Luna o del baluarte del Redín. Montañas como Ostiasko y Txaraka, Iruntzu, Peñas de Antxoritz, Alixato coronadas por varias hileras de molinos sería sobrepasar la línea roja convenida con las promotoras en 1997. Hay que recordar que durante los cerca de cien años de actividades de la Federación y clubs de montaña se han preocupado en defender los espacios naturales, protegiendo su biodiversidad de manera sostenible.

La línea roja establecida viene de 1997, una vez que los montañeros, espantados ante un reportaje sobre el inicio del proyecto que apareció en la prensa con el mapa de Navarra repleto de molinos eólicos que daban la sensación que el territorio foral iba a salir volando. Los dos primeros proyectos de la sierra de Erreniaga o Perdón y el cordal de Aritz-Zuparrobi, entre Leitza y Beruete, el primero no había objeción inicial, por subir hasta la loma cimera una carretera, aunque luego se prolongó hacia la vecina sierra de Ipasate. El problema se encontraba en el parque Leitza-Beruete, en pleno cordal de la divisoria de aguas del Cantábrico y Mediterráneo.

La Federación de Montaña de la que era presidente en la época, tuvo una larga entrevista, acompañada por ecologistas para ver cómo minimizar la afección producida con una serie de propuestas: cerrar los accesos al público para los vehículos, cubrir las canalizaciones y los registros con suelo vegetal, y otros. Y establecer una línea roja para los nuevos parques para salvaguardar la zonas de montaña. Se cumplieron con los 37 parques restantes, que pueblan el sur de las sierras meridionales citadas al principio. Pero la voraz industrialización de la montaña, esta vez ha superado un límite inaceptable con los cinco parques en liza, si queremos salvar el último reducto natural que nos queda. Es hora de conservar, luego será demasiado tarde.

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