La ONU y las drogas, ¿hito histórico u oportunidad perdida?
En torno a las dos de la mañana del 23 de marzo, después de unas tensas negociaciones en Viena, la Comisión de Estupefacientes de la ONU (CND) alcanzó un desalentador compromiso. El borrador del documento final de la Sesión Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGASS) sobre drogas que tiene lugar esta semana, objeto de una dura negociación, es decepcionante.
Del lado positivo, la cuestión del acceso a medicamentos controlados recibió por primera vez una atención considerable. En comparación con declaraciones anteriores, también se ha avanzado en lo que se refiere a la alusión a la «proporcionalidad de las penas». Sin embargo, un amplio grupo de países expresó su decepción por la omisión de toda referencia a la abolición de la pena de muerte. También se pueden detectar ciertos avances en las referencias a la necesidad de abordar los problemas socio-económicos que se hallan no solo tras el cultivo ilícito, sino también tras la producción y el tráfico.
Pero el borrador del documento final no reconoce ni siquiera la existencia de muchos de los desafíos relacionados con las drogas a los que se enfrenta el mundo hoy en día y tampoco ofrece ninguna recomendación operativa para abordarlos. Mientras tanto, los mercados ilícitos de drogas prosperan y los Papeles de Panamá han demostrado una vez más que luchar contra el blanqueo de capitales exige la identificación de los propietarios y beneficiarios últimos de sociedades pantalla, un tema que evita el documento final de la UNGASS, lo cual hace dudar del compromiso político para afrontar este problema.
El documento final incluye varias referencias generales al pleno cumplimiento de los derechos humanos en la aplicación del control de drogas, lo cual, por supuesto, es positivo, pero no logra explicar qué es lo que significa eso realmente y tampoco incorpora las recomendaciones procedentes de los organismos competentes de las Naciones Unidas en materia de derecho a la salud o de derechos indígenas. Las conclusiones de que el pleno cumplimiento de los derechos humanos exige, por ejemplo, la descriminalización del uso de drogas y el respeto de las prácticas indígenas con plantas psicoactivas salieron rápidamente de la mesa de negociaciones en Viena. La UE, que muchas veces se vanagloria de una superioridad moral en el ámbito de los derechos humanos cuando se trata de temas como la pena de muerte, después está de acuerdo, sin apenas pestañear, en una posición común de la UE para «mantener un compromiso firme e inequívoco con las convenciones de la ONU», que requieren prohibir la práctica indígena de masticar coca.
Como escribió en la revista Nexos Lisa Sánchez, de México Unido contra la Delincuencia (MUCD) e integrante de la delegación mexicana en las negociaciones en Viena, «a falta de un milagro, la triste conclusión de la UNGASS 2016 seguramente será que el sistema internacional de control de drogas permanecerá unos años más como ese caso paradigmático de inmovilismo multilateral» y los resultados «demostrarán la falta de capacidad de la ONU para adaptarse al contexto y dotarse a sí misma de coherencia».
Durante todos estos meses de negociaciones, el tema tabú que todo el mundo ha eludido mencionar ha sido el de la regulación del cannabis y el temor de que esta podría hacer saltar por los aires las propias bases del sistema de control global de drogas. «Como punto de partida, es fundamental que los Estados miembros utilicen la UNGASS para reafirmar su apoyo a los tres tratados de fiscalización de drogas de la ONU», fue el primer punto que pusieron sobre la mesa los Estados Unidos en su informe oficioso para la UNGASS (junio de 2015) y todo debate acerca de los tratados se vio bloqueado desde el principio del proceso. Es probable que las tensiones sobre la regulación del cannabis y el incumplimiento de los tratados se extiendan rápidamente cuando otros estados norteamericanos, entre los cuales California, sigan los mismos pasos en noviembre de este año. En el plano nacional, después de Uruguay, el Gobierno canadiense también ha prometido regular el cannabis; y también en otros países se están estudiando, con diferentes niveles de apoyo político, propuestas legislativas para regular el cannabis, como Guatemala, México, Italia y Marruecos.
Según Alex Wodak, presidente de la Fundación por la Reforma de las Leyes de Drogas en Australia (ADLRF), «ahora está claro que el consenso internacional está irremediablemente roto y que las fracturas son múltiples, profundas, graves e irreparables. No podemos volver atrás y fingir que existe algún tipo de acuerdo internacional». Y sin duda, el intenso proceso de la UNGASS, con sus cientos de eventos y aportaciones, está demostrando y documentando más que nunca las crecientes dudas y divergencias. Puede que el documento final en sí mismo resulte muy decepcionante, pero el conjunto del proceso de la UNGASS ha generado las condiciones necesarias para la llegada de cambios fundamentales en los próximos años.
*Extracto del artículo publicado en www.tni.org