La república catalana y las relaciones con España y Europa
El pueblo de Cataluña ha comenzado la lucha por su libertad y ya no se hará atrás. Cuanto más ataca el gobierno y las instituciones del estado español el legítimo derecho del pueblo a decidir su futuro, más crece el sentimiento de que la única salida que queda es la independencia. Esta independencia no será nunca monárquica, sino republicana.
La lucha por la república se juega aquí y ahora, en estos días y semanas. Todos los obstáculos que se ponen al pueblo para poder votar legalmente un referéndum decisorio, todos los obstáculos para votar una consulta que tiene sólo un sentido político, todo el cambio que hizo unilateralmente el presidente de la Generalitat, Artur Mas, rompiendo la unidad del frente soberanista, cambiando la consulta acordada en el Parlamento, no han hecho descarrilar la voluntad del pueblo. La gran manifestación del 11 de septiembre ha tenido continuidad en la gran concentración del 19 de octubre y el Pacto por el Derecho a Decidir ha refrendado la decisión de movilizarse e ir a votar el 9N para demostrar al mundo la voluntad de votar y la negación de nuestros derechos por España.
Romper el círculo desinformativo
Esta lucha también se juega afuera. Carolyn Leckie, representante de Mujeres por la Independencia de Escocia, nos decía hace cuatro días que cuando vino aquí en Cataluña para explicar su experiencia, que la gente le decía: ¿por qué vas, si ya se ha suspendido la consulta? La lucha contra la desinformación que organizan los estados y los medios de comunicación es pues vital. Sólo podremos obtener el apoyo de los otros pueblos si les llega lo que está pasando realmente. Y la nuestra es una realidad compleja.
Tenemos pues que salir del cerco que pretende el gobierno español. Debemos dar a conocer la verdadera falta de democracia que hay en España. Debemos hacer que la ciudadanía de Europa entienda que la monarquía española no es un régimen democrático, sino que "le llaman democracia y no lo es", como gritan los indignados. Y la prueba de ello es que la voluntad del pueblo catalán de votar y decidir le es negada una y otra vez, con la excusa de que la Constitución española no lo deja, cuando la voluntad de expresión de un pueblo es la base de toda ley. ¡Y se atreven a dar lecciones de democracia los que nunca fueron demócratas, aquellos que ni siquiera han condenado el régimen fascista de Franco!
Pero... ¿no están apoyando a Rajoy, Angela Merkel y los que mandan en Bruselas? ¿No nos quedaremos aislados? ¿Será verdad que no podremos entrar en la Unión Europea o que nos sacarán del euro?
Crisis europea
La crisis económica continúa en Europa. Los recortes, la política del austericidio lleva a Europa hacia atrás. Europa vive una situación social que recuerda más bien las posguerras o preguerra: paro; desmantelamiento de los servicios públicos; crecimiento de la xenofobia y la ultra derecha; pensionistas que ven recortados sus ingresos y deben ponerse a trabajar; hijos y hasta todo limpios que tienen que vivir en casa de los parientes jubilados porque es el único ingreso que tienen; desesperanzas; suicidios.
Europa no puede seguir así. La revuelta social o el advenimiento de regímenes cada vez más antidemocráticos, está a la orden del día. Crecen las tensiones. El poder del capital se hace insoportable, se vuelve cada vez más antidemocrático, aprobando leyes que pasan por encima de los Parlamentos. El cambio de la Constitución española para hacer que sean los bancos los primeros en cobrar las deudas, muestra hasta qué punto llega este dictado. O el ataque antidemocrático más reciente del Acuerdo Transatlántico que pulveriza todas las leyes nacionales sin que ningún Parlamento pueda hacer nada. En realidad estamos ante una dictadura del capital bajo formas falsamente democráticas.
Y dentro de cada país, incluido Alemania, se hace evidente que sólo salen bien parados los ricos. Los ricos son cada día más ricos y los pobres cada día más pobres, especialmente las mujeres y niños, quienes carecen incluso alimentos. La situación se aguanta todavía por falta de perspectivas políticas, por división de las luchas, de las izquierdas, por la colaboración obstinada de la socialdemocracia con los planes del capitalismo neoliberal, como se ve en Alemania, Francia, Italia, Reino Unido o España.
Las salidas son por la izquierda... o la extrema derecha
En este contexto surge una situación en Grecia que muestra cómo la izquierda puede convertirse en la catalizadora de un cambio político y social. Mejor dicho, es un experimento de unidad de izquierdas, de diferentes orígenes y tradiciones. A través de una práctica común en la base y de un proceso de lucha, las izquierdas se pueden llegar a fundir con los movimientos de resistencia y sociales y, al mismo tiempo, entre ellas, en un proyecto común.
También el contexto de lucha nacional para separarse de las políticas neoliberales de los gobiernos de Londres, conservadores o de la "tercera vía", están obligando a los escoceses buscar su propia vía, su independencia para poder hacer políticas económicas y sociales propias. ¡Qué bien que haya venido una mujer escocesa a explicarnos que, a pesar de que ganó el No, los partidos favorables a la independencia están creciendo impetuosamente desde el referéndum! Hoy el único proyecto ilusionador para la sociedad está en el campo de los que votaron al YES. Y los ganadores, están cada día más divididos y desmoralizados, porque en realidad no tienen ningún proyecto nuevo. Sólo continuar los recortes. En particular el Labor Party está en una crisis de la que no se rehará en muchos años, que ya ha paralizado y dividido el partido en Escocia, y que dejará el poder de Londres en manos de los Conservadores por años. La perspectiva de un nuevo referéndum antes de cinco años ya está planeando en Escocia.
Cataluña no está pues sola en este proceso. Forma parte de la lucha que llevan los pueblos europeos para cambiar su situación y deshacerse del yugo del capitalismo neoliberal que nos aplasta a todas las naciones. Por eso Obama, Merkel, la troika, dan públicamente apoyo a Cameron o a Rajoy. Saben que las rendijas de la Europa del capital se abrirán por algún lugar y darán paso a un cambio, tarde o temprano. Y la libertad de los pueblos puede ser, seguramente será, uno de los elementos más importantes para acabar con la austericidio y un paso hacia políticas más sociales, más progresivas y justas. O bien se abrirá paso una política aún más derechista, xenófoba y antisocial, desmantelando todo el resto del viejo "estado de bienestar".
La España monárquica es inviable
Estamos pues en un momento de la historia europea muy importante, clave. Y de todas las oligarquías, de los estados que tienen más miedo, la que más, es la oligarquía española. Alberto Ruiz Gallardón, ministro de Justicia español recién dimitido, dijo hace un año que "España es inviable si Cataluña se va". En efecto. El régimen actual de España, la monarquía, y sus élites financieras, económicas y políticas, no pueden aguantar mucho la situación si la parte más industrial, más avanzada, más dinámica, se separa y deja el barco averiado de España.
Si Cataluña se separa, abriendo un proceso constituyente, democrático, participativo de la ciudadanía, y esto se plasma en una constitución avanzada social y ambiental… si esto es votado en referéndum y se proclama una república catalana, la España monárquica tiene los días contados. ¿O es que los pueblos del estado español no querrán también tener el derecho a decidir? ¿No habrá un clamor para decidir si quieren monarquía o república? ¿No saldrán el País Vasco o Galicia, a exigir inmediatamente sus propios referendos?
Este es el miedo que da Cataluña a los poderosos de Europa. Porque Catalunya juega un papel en el comercio, en el turismo, en la economía, pero también en la conciencia de mucha ciudadanía de Europa y del mundo que somos un pueblo trabajador y organizado, como se ha podido ver en todas las manifestaciones o en nuestros castellers, o en miles de cosas. Pero así como el resto de estados europeos, de líderes políticos, o de empresas multinacionales instaladas en Cataluña, se pueden adaptar a una república catalana, obligadas por la opinión pública de sus países, o por el pragmatismo económico, España casi seguro que no hará esto.
La independencia de Cataluña es el fin de la élite política y de la élite económica ligada a ella. Una élite de la que la catalana forma parte y también se opone encarnizadamente a romper la monarquía, el paraguas donde todos juntos han hecho el negocio y la corrupción. Como lo muestra el caso Pujol. Por eso se resiste a morir e intentará hasta el final no acceder al derecho a decidir del pueblo catalán.
Cataluña es pues la primera pieza del cambio que se ha de hacer el conjunto de los territorios de la actual España. La ruptura democrática de Cataluña abre el proceso hacia un nuevo tipo de relaciones basadas en la igualdad, en el respeto, en la colaboración económica y cultural. La república catalana no puede estar demasiado tiempo sola. Será seguida por otras repúblicas en España, País Vasco, Galicia, quién sabe si también Canarias.
El federalismo hoy empieza por la independencia
El federalismo hoy no puede tener como límite el sometimiento de Cataluña dentro de la monarquía española. Este tipo de federalismo que ahora defienden dirigentes del PSOE, no es tal. Es una forma de esconder el viejo centralismo del estado, del imperio, que aún subsiste en España y su oligarquía.
Los que después de "cepillarse" - expresión usada por el líder del PSOE Alfonso Guerra - el Estatuto que refrendó el pueblo de Cataluña, pretenden que el pueblo de Cataluña se desmovilice, baje la guardia y espere a ver si los dos principales partidos monárquicos se ponen de acuerdo, van apañados. Los que hasta ahora han interpretado de la manera más restrictiva posible una Constitución que dice que "el ejército es el garante de la unidad de España", ¿aceptarían ahora el derecho a la autodeterminación? ¿El PP que trata a Catalunya como lo hacía Franco, accederá a que vote en libertad el pueblo catalán?
No; se ha ido ya demasiado lejos. Ahora hay que rehacer la unidad de las izquierdas catalanas para arrebatar a la derecha catalana la bandera de la libertad de Cataluña. La lucha de la gente trabajadora de Cataluña, la que luchó por la "libertad, amnistía, estatuto de autonomía", muchos de ellos sin saber hablar el catalán, ahora se funde entre hijos, nietos y abuelos, con los sindicalistas que luchan por los derechos y contra los recortes, con los que se indignan en las plazas, con los que organizan las mareas, la lucha contra los desahucios, la solidaridad con los que necesitan alimentos. Ahora es la hora de unir el derecho a decidir nacional con el social.
El pueblo dice, una y otra vez, que no hay marcha atrás. Queremos tener una relación con todos los pueblos del estado español y de Europa. Pero esta será de igual a igual, de repúblicas libres. Lo queremos porque la libertad es el mejor marco para poder luchar por los derechos sociales y por un poder que sea el pueblo organizado. El verdadero federalismo hoy es la federación entre repúblicas libres e iguales, en la península ibérica y en Europa.
El pueblo de Cataluña ya está en marcha. La izquierda debe estar a la altura de este reto histórico. Debe unirse, desde la izquierda social y política, independentista, ecologista, socialista, soberanista, federalista, debemos fundirnos con los sindicatos, movimientos sociales, cívicos. Izquierdas por SiSi – plataforma formada para animar a votar la gente trabajadora en favor de la independencia- ha nacido para impulsar este proceso. De este entendimiento del conjunto de las izquierdas, sociales y políticas, debe salir el programa y el gobierno capaz de aplicarlo.
Porque ahora es la hora de coger la bandera de la libertad, de arrebatársela a la burguesía que siempre se ha envuelto en ella y siempre la ha traicionado. Ahora es la hora de abrir este proceso constituyente y preparar un referéndum de verdad. Si lo hacemos así, estamos seguros de que el resto de los pueblos del Estado español, de Europa, de Latinoamérica y del mundo, nos entenderán y nos apoyarán.