Txema Jurado, Alberto Lopez, Iñaki Villanueva y Mikel Auza
Militantes de la izquierda abertzale

Las gradas de Euskal Herria: mucho más que fútbol

Las gradas del Sadar, como parte de la sociedad navarra, han albergado múltiples reivindicaciones sociales y políticas, conjugadas, como no podía ser de otra manera, con el apoyo a Osasuna

Las personas abajo firmantes, militantes de la izquierda abertzale en Nafarroa Garaia, tras la convocatoria de marcha de apoyo a los presos organizada por Euskal Zaletuak que, como es sabido, finalmente fue desconvocada, queremos hacer pública nuestra reflexión.

Para comenzar, es obvio que a día de hoy nadie puede estar conforme con un final al que no se debiera haber llegado.

Los estadios de fútbol en Euskal Herria han sido y son escenario de multitud de acontecimientos y reivindicaciones de carácter tanto nacional como social. Uno de esos episodios se vivió el 5 de diciembre de 1976, en Atotxa. Iribar y Kortabarria, capitanes de Athletic y Real, saltaron al campo enarbolando la ikurriña, símbolo de resistencia y reafirmación nacional. Si algo ha caracterizado al fútbol vasco-navarro y su afición, en términos generales, salvo hechos o etapas puntuales, ha sido la unión y el sentimiento de pertenencia a una colectividad propia que aquel momento simboliza.

Para nosotros es un orgullo que, mientras tanto en Europa como en buena parte del Estado español, el fascismo se nutre y se difunde con facilidad en las gradas de los estadios de fútbol, no ocurra lo mismo en Euskal Herria, donde existe un dique de contención antifascista fuertemente enraizado en las gradas de sus estadios. Esto ha provocado innumerables agresiones contra la afición vasca, incluso con asesinatos como el de Aitor Zabaleta. Y tampoco podemos olvidar la represión, que también se ha cebado con estos grupos.

De la misma manera, también han sido una constante en diferentes sectores de la izquierda vasca los prejuicios y las opiniones contrarias, en muchos casos desde el desconocimiento, en lo referido al movimiento social y político que se desarrolla en las gradas de los estadios de fútbol de Euskal Herria. Es evidente que en nada han ayudado en este sentido algunos comportamientos individuales o situaciones de enfrentamiento entre grupos vascos, felizmente superados en el momento actual. El potencial del colectivo Euskal Zaletuak, ante retos presentes y futuros, es enorme.

Si nos centramos en Nafarroa Garaia, lugar donde residimos los firmantes, es conocido el choque existente entre modelos diferentes para una sociedad que está cambiando. El Régimen navarrero ha intentado e intenta mantener su influencia y poder en diferentes ámbitos que considera estratégicos desde el punto de vista económico, comunicativo o simbólico, y Osasuna no es una excepción. Sin embargo, como equipo referencial y seña de identidad colectiva, Osasuna sigue siendo a día de hoy un espacio no asimilado ni integrado en el ideario y estrategia del citado régimen. Bien conocido es, por ejemplo, el malestar que origina entre estos sectores retrógrados el sentir popular de la afición osasunista, y poca duda cabe de que el motor principal de ese sentimiento se sitúa especialmente en Graderio Sur y, más concretamente, en Indar Gorri.

Las gradas del Sadar, como parte de la sociedad navarra, han albergado múltiples reivindicaciones sociales y políticas, conjugadas, como no podía ser de otra manera, con el apoyo a Osasuna. Desde 1987, sin duda, con más intensidad y frescura, gracias a Indar Gorri.

32 años de trayectoria, siendo uno de los colectivos referentes del movimiento popular en Nafarroa, con un respeto y confianza más que acreditadas. Nosotros, desde luego, por todo lo vivido junto a Indar Gorri, hemos compartido y compartiremos no solo nuestro osasunismo o manera de entender el fútbol, sino también, desde el respeto y la honestidad, barricada por una Nafarroa roja y antifascista en una Euskal Herria libre sin presas ni presos políticos. Una demanda que ha retumbado y retumba en las gargantas de varias generaciones de Graderio Sur.

Es por ello que no entendemos ni estamos de acuerdo con la gestión que la izquierda abertzale ha hecho en torno a la marcha a Mont de Marsan. Es más, nos parece un error creado, probablemente, por el desconocimiento que había sobre la misma. Que en el momento en que las cinco principales hinchadas de Euskal Herria se ponen de acuerdo para recuperar, desde su trinchera, la lucha por las presas políticas, la izquierda abertzale sólo tenga para decir que dicha dinámica va contra su línea política, es más que frustrante. De verdad, es muy difícil trabajar y aunar fuerzas junto a espacios plurales, como lo son estas hinchadas, si se ven oscuros intereses allí donde solo había diferencias de forma, lemas y logos que usábamos hasta hace bien poco. El fondo del asunto estaba más que claro: exigir que todos los presos y presas vuelvan a casa. Nos hubiese gustado que en este caso también la izquierda abertzale hubiese tenido la misma mano izquierda que ha tenido en otras ocasiones para generar espacios de confluencia que nos permitan unir fuerzas y avanzar. Y lo decimos porque tenemos muy claro que a nuestro pueblo no le sobra nadie que quiera aportar de manera constructiva.

Toca pues, reflexionar a quien corresponda, desde la autocrítica sincera, para más pronto que tarde poder hacer frente entre todos y todas, en auzolan, a los grandes retos que como pueblo tenemos en este ámbito: Eurocopa 2020, Euskal Selekzioa, etc.

En este sentido, felicitar la reacción de Euskal Zaletuak, asumiendo con humildad sus errores y haciendo precisamente autocrítica, sin querer caer en confrontaciones estériles.

Para finalizar, aprovechamos estas líneas para enviar nuestro cariño y apoyo a las prisioneras y prisioneros políticos vascos, así como al exilio y la deportación. Urtarrilaren 11an Bilbo eta Baionara! Maite zaituztegu!

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