Iñaki Egaña
Historiador

Los números no cuadran

Con algunos episodios aún por aclarar –lo ideal sería una Comisión de la Verdad–, la cifra de víctimas mortales ocasionadas por las organizaciones armadas vascas desde 1949 hasta 2010 es de 837.

Citar a las víctimas y al daño sufrido con un número no es tarea cómoda por el hecho de que las emociones pertenecen a otra categoría diferente a la de que ofrece la aritmética. Salvado este escollo, señalar que la desmovilización de ETA («desegitea») ha provocado un aluvión de referencias, tiradas de hemeroteca, en las que los números se adueñan de los titulares para configurar su actividad. La última y falsa afirmación ha sido esta semana, la de Jonan Fernández, secretario general de Paz y Convivencia del Gobierno de Gasteiz, que ha sentenciado que ETA mató a 853 personas, dato que coincide, casualmente, con la cifra que ofrece Consuelo Ordoñez, presidenta de Covite. Y desbarra de la ofrecida por el Gobierno Vasco que la cifra en 837.

Y con relación a esta cuestión me gustaría lanzar algunas reflexiones. La primera relacionada con el número. Alguien me dirá que el número es lo de menos, que lo importante es que los grupos armados vascos causaron muertes. Efectivamente. Pero si se trata de vidas humanas, cada una, reflejada en un número, tiene su valor. ¿O no?

La segunda llega de la mano del arco cronológico. Delimitar en el tiempo de ETA a las víctimas mortales (1968-2010) más que un error es una manipulación. ¿Por qué negar a los muertos por torturas en la década de 1950, entre ellos y por ejemplo al jeltzale Txomin Letamendi o al comunista bilbaino Manuel Fernández? ¿Qué pasa con los chavales que en 1958 tuvieron que viajar a la llamada “Guerra Desconocida”, a la guerra colonial en Ifni, como el gasteiztarra Ramón Aguirre o Luis Gastearena de Iruñea, que murieron en una contienda extraña? Recordemos que el 1% de la población navarra de 1936 fue ejecutado por razón de su ideología. Si ha habido muertos desde 1960, habrá que certificar todos, también los del terrorismo de Estado. En total, estamos en unos 1.350.

En cuanto a la cantidad, la AVT achaca a ETA 955 muertos, entre los que incluye a los 83 que fallecieron en el incendio del hotel Corona de Aragón de Zaragoza, en 1979. Ningún juzgado lo hizo. Durante años, otros medios atribuyeron a ETA el accidente del avión de Iberia en el monte Oiz, en febrero de 1985, con 148 muertos e incluso la explosión de las calderas de propano de una escuela de Ortuella en la que murieron 49 niños y tres adultos. En su lista, Covite incluye a los muertos por atentados del GAL o BVE, pero algunos de ellos, como el realizado contra la guardería Iturriaga de Bilbao, que causó tres muertos, lo atribuye falsamente a ETA. Entre «singularidades», atribuyen un atentado a Jarrai en Itsasondo en diciembre de 1995, con el resultado de dos ertzainas muertos.

El diario “El País” señalaba, en un artículo aparecido el año pasado, que las víctimas mortales de ETA eran 867, según un informe del Ararteko sobre atención a las víctimas, 864, según la oficina de asistencia a las víctimas de la Audiencia Nacional, 858 para el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, 857 para la Fundación de Víctimas del Terrorismo y 845 para un estudio del Instituto de Historia Social Valentín de Foronda, de la UPV.

Con algunos episodios aún por aclarar –lo ideal sería una Comisión de la Verdad–, la cifra de víctimas mortales ocasionadas por las organizaciones armadas vascas desde 1949 hasta 2010 es de 837. Y escribo 1949 que es el año que entró en valor la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Se incluyen las de la cafetería Rolando en la calle Correo de Madrid en 1974, un atentado que ETA no asumió y fue una de las causas de la escisión entre milis y polimilis. Los primeros apostaron por la reivindicación, a pesar de lo trágico del atentado (13 muertos y 70 heridos), mientras que los polimilis decidieron ocultar la participación de ETA. De esa cifra anterior y en acciones reivindicadas, ETA mató a 758 personas, los Comandos Autónomos a 30 y ETApm a 21. El resto, afectó a otros grupos armados como Iparretarrak, Iraultza o el maquis. Hay, también, tres atentados mortales que ETA no reivindicó, aunque militantes de la organización fueron condenados por ellos.

Hubo también algunos episodios singulares. Los GAC, Grupos de Acción Carlista, mataron a uno de sus militantes, al que consideraron infiltrado policial, en 1977. Otro tanto hizo el PCE con uno de sus militantes en Orereta, 20 años antes. Militantes de Iparretarrak fueron condenados por la muerte de dos gendarmes en Baigorri, pero la organización siempre negó la autoría, que atribuyó a grupos parapoliciales españoles para alentar la escalada de tensión, en 1982. Un grupo llamado Hoz y Martillo dio fuego a la embajada francesa en Zaragoza, en apoyo a los refugiados vascos, muriendo en el atentado el embajador, en 1972.

En 1960, el DRIL puso varias bombas incendiarias que causaron la muerte de una niña en Donostia, Begoña Urroz. Un año más tarde, el maquis dirigido por Valentín González mataba a un guardia civil en Orbaizeta. En acciones de sabotaje y kale borroka protagonizadas por grupos no armados, más de 10.000 en 50 años, murieron seis civiles.

Si la referencia es de heridos, los mismos no serán 3.390 como señala el Gobierno vasco (deja fuera a los originados por los estados), sino más de 10.000. El abogado Miguel Castells apuntaba, en uno de sus muchos trabajos, que entre junio de 1977 y el mismo mes de 1981, las fuerzas policiales habían herido a 807 personas, y los grupos paramilitares a 166.

Sobre secuestros, las cifras tampoco coinciden. La UPV señalaba 86, de los que 46 correspondieron a los polimilis y 21 a ETA. El Gobierno vasco añadía a 97 a los que robaron el coche para acciones armadas. ¿Están todos? Deportados (cerca del centenar), presos desaparecidos en traslados y aparecidos a las dos semanas… ¿Por qué ninguna lista incluye a los 22 diputados vascos secuestrados en el Parlamento español cuando Tejero y 200 guardias civiles dieron el golpe de estado?

¿Qué decir de otras cifras? Recordarán, en este baile de números, cómo hace una década el doctor en filosofía Mikel Azurmendi y Fernando Fernández-Savater, decían que más de 200.000 vascos se habían exiliado por la acción de ETA. Más exiliados que habitantes en Donostia (186.064 al día de hoy). La cifra más alta la dio “El Confidencial Digital”: 383.700 exiliados originados por ETA en 25 años. ABC añadió que ETA ha causado más exiliados que Franco durante la guerra civil. Un bulo espectacular. Los exiliados vascos de 1937 fueron 151.500, identificados todos ellos con nombres y apellidos.

Otro tema candente, los «crímenes sin resolver». Con relación a las organizaciones vascas, la Defensora del Pueblo señalaba que «un 44% del total de crímenes cometidos por la organización terrorista ETA han quedado sin resolución judicial». Me parece un exceso superlativo si aplicamos el porcentaje a las cifras anteriores. Algunas asociaciones de víctimas dicen que los casos sin esclarecer son 349, la Audiencia Nacional 224 y el Gobierno Vasco, en cambio, 129. La Audiencia Nacional acaba de señalar que tiene 120 requisitorias abiertas contra supuestos miembros de ETA.

Si nos referimos al conflicto estos son «números-trampa». Al menos 649 personas han sufrido atentados en su contra ejecutados por grupos parapoliciales (BVE, GAL, Triple A...). Un total de 83 fueron atentados mortales. La impunidad ha sido total. Los atentados contra intereses, negocios... reivindicados por estos grupos llegan a los 1.700. Vuelvo a recalcar que no tengo contundencia para señalar científicamente el grado de impunidad. Pero seguro que ha sido alto. En cuanto a la tortura sabemos, por ejemplo, que el Tribunal Supremo español únicamente condenó a torturadores implicados en 20 casos de tortura, entre los miles denunciados recientemente tanto en el estudio del IVAC como de Euskal Memoria.

Dicen que las matemáticas no engañan, que los números suplen a la literatura y que ofrecen un sesgo científico que las letras no tienen. Pero eso no es cierto. Como en todo conflicto, los números tampoco son neutros.

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