Juan Mari Arregi

Más allá de medicaciones y quirófanos

Como observador y usuario de Osakidetza, con situaciones personales y cercanas vividas en los últimos meses y desde mi intención de aportar lo mejor para que la Sanidad sea cada día mejor para la ciudadanía vasca, quiero plantear estas reflexiones. Me dirijo a la ciudadanía para que reclame lo que considero es un derecho sanitario; a los grupos sociales, sindicales, políticos para que se involucren en mejorar nuestra sanidad; a las autoridades sanitarias y Gobiernos para que adopten las políticas necesarias.

Abordo un tema que lo he vivido muy de cerca a lo largo de ocho meses por su preoperatorio y su posoperatorio. He atendido a diario a una persona muy cercana durante ese tiempo por un proceso que derivó en una operación laparoscópica de la vesícula en el Hospital de Basurto. Por supuesto que cada operación tiene su tratamiento particular y no son todas similares. Hay, sin embargo, un tipo de operaciones como el de la vesícula que afectan sustancialmente al funcionamiento del intestino, hígado, páncreas y estómago en general, por lo que la alimentación antes y después de esas operaciones es clave para la salud del paciente.

Antes de nada señalar que todo el personal sanitario, desde recepcionistas, enfermería, médicos, seguridad, de los ambulatorios de Irala y los especiales de Rekalde, Indautxu, Doctor Areilza y Hospital de Basurto, se ha portado durante esos ocho meses extraordinariamente bien, con profesionalidad, puntualidad, afecto, por lo que les agradezco desde aquí. Lo que planteo seguidamente no depende tanto de esos sectores profesionales, sino de las autoridades sanitarias y, en definitiva, de los gobiernos respectivos, en el caso vasco, de los de CAV y Nafarroa.

Tras esa operación, que tardó ocho meses en producirse, el equipo operador nos envió a casa con cuatro folios, casi todos con datos administrativos. Tan solo había en ellos una línea que decía lo siguiente: «Seguirá dieta de protección biliar, sin grasas ni fritos, durante el primer mes». Quienes hayan pasado por una operación de vesícula o similares verán que con esa línea apenas se aclara el día a día de la alimentación necesaria para esas primeras cuatro semanas y llegar así a buen puerto sin complicaciones.

Quien suscribe y en su atención a esa persona operada ha tenido que estar constantemente pendiente de internet para ver qué alimentos concretos pueden consumirse, qué tipo de legumbres, de ensaladas, de carnes, de pescados, de fruta, de quesos y embutidos, así como qué líquidos son aceptables, etc. Ese servicio digital nos ha permitido llevar una alimentación sana y adaptada a la situación sanitaria. Puedo decirles que en un folio −con alimentos prohibidos, permitidos y aconsejables− podrían resumirse bien esas normas de alimentación y que el paciente o su familia agradecería poder llevarse a su casa.

Osakidetza, que se preocupa con detalle de la medicación y curas correspondientes, deja de lado la alimentación. ¿Creen suficiente esa línea citada anteriormente para sintetizar la alimentación necesaria y adaptada a la nueva situación del paciente? Quien, como suscribe, ha tenido esta experiencia, está en condiciones de asegurar que esa línea en medio de cuatro folios es totalmente insuficiente. Por ello sería necesario que las autoridades correspondientes analizaran bien la situación y decidieran una mayor concreción de la alimentación necesaria para este tipo de posoperatorios de vesícula o similares. Lo podrían sintetizar en un folio. Se elabora de una vez y luego se va entregando según los casos a cada paciente que sale de ese tipo de operaciones.

Y en el caso de un preoperatorio largo como el que comento, de ocho meses, la alimentación adaptada se hace también muy necesaria para evitar infecciones y urgencias a veces trágicas. También en este caso se impone unas normas de alimentación adaptada.

Estas cuestiones están planteando la necesidad de revisar el funcionamiento en ambulatorios y hospitales. La alimentación es tan importante como la propia medicación. Por ello, sería necesario que el personal médico estuviera formado también en este campo. Si se analiza escrupulosamente la medicación que se impone al paciente, la misma escrupulosidad deberían tener para poder aconsejar la alimentación correspondiente.

Osakidetza y la sanidad pública en general podrían alegar que para ello ya hay profesionales nutricionistas en la sociedad. No estoy de acuerdo con esa tesis. La alimentación formaría parte de una sanidad integral por lo que Osakidetza, como toda sanidad pública, debería tenerlo en cuenta. La medicación no se deja en manos de otros. La distribuye el personal médico. La alimentación debería tener un tratamiento similar.

Y si vamos más allá de esa medicación y quirófanos, habría que llegar también a la medicina que ofrece la Universidad. Desconozco cada curso de sus estudiantes. Creo, sin embargo, que en ningún caso hay alguna asignatura o cursos especiales sobre alimentación adaptada a cada enfermedad y operación y en especial a las más ligadas al funcionamiento estomacal e intestinal.

Me parece que estos temas se dejan oficialmente en manos de los nutricionistas privados. Una sanidad pública integral debería sin embargo comprometerse también en este terreno. Las asociaciones populares, sindicatos y partidos políticos al servicio de la ciudadanía vasca tienen ahí un tema donde involucrarse para presionar y exigir a las autoridades sanitarias y gobiernos respectivos medidas en esa dirección. Más allá de las medicaciones y quirófanos... se impone también una alimentación adaptada pre y posoperatoria. No hacerlo podría hacer peligrar la buena medicación y operación.

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