Aster Navas

Mayotte o el efecto Mateo

Ya sabía yo que esto tenía que tener un nombre. Algo tan evidente tenía que estar registrado, tipificado, catalogado, descrito. Esta semana he descubierto que se llama «efecto Mateo». Conocía el efecto Pigmalión, el efecto dominó, el efecto túnel, el efecto bola de nieve; incluso el efecto Matilda, pero no tenía ni pajolera idea del «efecto Mateo». Al parecer, el evangelista tiene una frase, un versículo mítico en la famosa parábola de los talentos en el que se pueden condensar, resumir, la polarización y los contrastes que estamos viviendo: «Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo poco que tiene le será quitado». Sí, también está en Lucas, pero allí es demasiado explícito. Con Mateo uno no sabe muy bien a qué atenerse: si se limita a enunciarlo, a advertirlo o, si bien, esas palabras son una denuncia; si habla de pasta o de aptitudes. Da bastante más juego.

En una primera lectura, podríamos aplicarlo a la distribución de la riqueza. Es quizá donde resulta más evidente, donde Mateo lo clava. Dinero llama a dinero; al que Dios se la da, san Pedro se la bendice; la miseria es una bola de nieve; a perro flaco todo son pulgas… Vamos con un caso de manual: el pasado 14 de diciembre el ciclón Chido golpeó despiadadamente Mayotte, la Ibiza de los desheredados, una isla cercana a Mozambique que, curiosamente, es territorio francés; su departamento más joven y más pobre. Si Víctor Hugo volviera a escribir "Los Miserables", se inspiraría en este islote del Índico con forma de caballo. Aunque tiene una población oficial de poco más de 300.000 habitantes, lo cierto es que está desbordada por el número de inmigrantes que le llegan del resto del archipiélago de las Comoras. Gente –se calculan unas 100.000 personas– que tenía su chabola de chapa y madera en el barrio de Dzoumogné. Mateo aquí se empleó a fondo, haciéndole el trabajo sucio a la administración: demoliendo ese asentamiento, privándoles del más mínimo refugio. Pocos medios de comunicación están mostrando lo ocurrido y sus consecuencias: "Tras la devastación, el miedo a ser deportados: el drama de los migrantes sin papeles de Mayotte", decía Info Libre en su edición digital poco antes de Nochebuena. No sé si se les puede quitar algo más. Bueno, sí, la dignidad: que les visite Macron y les diga, como les dijo, «¡si esto no fuera Francia, estaríais 10.000 veces más metidos en la mierda!». En francés suena un pelín mejor: «dans la merde !»

Este pasado viernes, Portugal anunciaba que prohibirá el acceso gratuito de inmigrantes sin papeles a la sanidad pública. Toma más Mateo: «aún lo poco que tiene le será quitado». Esa va a ser, al parecer, la primera medida en política de extranjería del Gobierno de Luís Montenegro presionado por Chega; su regalo de Navidad.

El próximo 7 de enero, cerrará definitivamente la tiendita de Rubén, donde compramos al menos lo más inmediato, lo del día a día. El Mercadona que le han abierto 100 metros más arriba lo ha rematado definitivamente.

Mientras en Abando las rentas y el precio del metro cuadrado se disparan, en las zonas más deprimidas de la Margen Izquierda o de Zorroza se tapian edificios o viejas naves industriales; se condenan sus puertas y ventanas con el irreprochable argumento de la seguridad. Sin embargo, ese era el único cobijo para muchos de los sintecho, su única manera de sortear el frío. Lo poco que les quedaba.  

Convendría recordar que el efecto Mateo puede provocar un efecto boomerang.

En fin.

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