Alfredo Ozaeta
Ingeniero Técnico Industrial

Mediocridad vs zona de confort

Desgraciadamente hay déficit de intelectuales, estadistas o gestores independientes con carisma y capacidades como para liderar proyectos colectivos de cambio y mejora de vida de los ciudadanos y sus entornos.

Desgraciadamente llevamos décadas, diría que más de un siglo instalados en la más absoluta mediocridad, tanto intelectual como estructural que salvo honrosas excepciones ha penetrado y fagocitado la mayoría de las corrientes progresistas, de pensamiento altruista y vocación de servicio a la sociedad en general y sobre todo a los más desfavorecidos y necesitados de alimentos no solo materiales sino también culturales y sociales.

Han desaparecido la mayoría de movimientos revolucionarios con ánimo de cambio y mejora de la condiciones de vida en términos de igualdad y distribución justa de los recursos. Incluso la propia palabra: revolución, la intentan convertir en algo proscrito asociándola a la «violencia no legal», es decir a la que se enfrenta al poder e injusticias. Por supuesto que los tiempos cambian y que estos movimientos por múltiples razones, fundamentalmente represivas, no se encuentran en el mejor contexto para el desarrollo de utopías y mutaciones desde el globalizado sentimiento individualista y egoísta al colectivo y solidario o en otras palabras a la defensa de los derechos individuales y colectivos.

Al igual que el sistema se ha ido reinventado de forma voluntaria, aunque siempre interesada, en la mayoría de los casos y en los menos forzados por presiones de la sociedad, desde las dictaduras o monarquías pasando por rígidos sistemas capitalistas a otros más suaves llamados eufemísticamente neoliberales, donde todo tiene cabida, corrientes llamadas socialistas, liberales, conservadoras e incluso comunistas. Todo aquello que no cuestione los pilares del sistema y sobre todo su dirigismo desde los grandes bunkers financieros y pulpitos religiosos. Siendo este sin duda alguna para la derecha y sus apéndices fascistas terreno abonado, es el entorno y situación ideal que mejor saben gestionar. Solo existe un poliedro aunque permitan diferentes caras, aristas o formas geométricas siempre y cuando estas sean «regulares», o lo que es lo mismo que no cuestionen la hegemonía del sistema capitalista neo liberal y la perpetuación de los modelos políticos, privilegios, comportamientos y control de los recursos naturales además de las plusvalías de los obtenidos por los esfuerzos individuales en beneficio de una minoría.

Conjugan las grades inversiones en macro estructuras militares y represivas dotadas de los mayores ingenios tecnológicos con el marketing comercial de «venta de oportunidades». Trasmitiendo el que todos gozamos y tenemos los mismos instrumentos y argumentos para llegar a encumbrarnos también en la riqueza y el poder. Por ello venden muchos conceptos tales como: tierra de oportunidades, sueño americano, nada es imposible, etc. Para llegar a ser como los ídolos de éxito social, deportivo o empresarial que continuamente nos muestran los medios. En definitiva política de palo y zanahoria.

Por otra parte desde la sociedad y sus movimientos de transformación no ha habido ningún tipo de evolución y adaptación de sus luchas en el contrapoder necesario para poder contrarrestar la imposición y las tendencias injustas y antidemocráticas que el sistema actual neoliberal está cimentando. Y cuando estos han germinado de inmediato han sido asimilados por el sistema, ejemplos varios en el Estado Español y en Europa con los movimientos anti sistema de cambio o verdes-ecologistas. Y aquí también en E.H. salvo excepciones por todas conocidas, y afortunadamente muy activas, apenas perviven movimientos con capacidad y voluntad de empoderamiento a la sociedad y confrontación democrática con el injusto orden establecido.

Esto nos ha llevado a instalarnos en la mediocridad, sociedades planas de pensamiento, con comportamientos erráticos e individualistas auspiciadas y dirigidas por dirigentes y políticos mediocres. Y cuando hablo de mediocridad me refiero a indolencia, a falta de ideas, sin liderazgo ni capacidad para gestionar o resolver los problemas de la sociedad. Claramente su único objetivo es dejar pasar el tiempo, dejar las cosas como están, seguir el dictado del amo, que nunca lo son sus votantes, y lo complicado que lo resuelva el siguiente.

Uno mira a la clase política en general, e insisto en que afortunadamente en Euskal Herria y en otros países o entornos existen valiosas excepciones, y se encuentra con personajes de perfil simplón intelectualmente hablando, con mucha cara, pero sin capacidades o sentido colectivo ni de sacrificio para dotar a sus ciudadanos de mayor felicidad o empatía. No son de fiar, no miran a los ojos, se esconden, no les importa mentir y buscar chivos expiatorios de sus desmanes. Son funcionarios, en el peor sentido y que nadie se ofenda, que buscan un puesto que les garantice ingresos para acomodar su existencia, totalmente exentos de la verdadera vocación funcionarial de servicio a la sociedad. Además están crecidos, se atreven a decir cualquier cosa por ridícula que sea sin ningún tipo de rigor ni conocimiento de lo que están hablando, a contestar con cualquier majadería cuando se les interpela o se piden explicaciones acerca de su gestión, eso sí, siempre cargadas de displicencia y arrogancia, en definitiva, ganorabakos con corbata. Se aprovechan y abusan de la pasividad y pasotismo social, se han dado cuenta, quieren acostumbrarnos y «normalizar la mediocridad». Los ciudadanos solo somos votos, nuestras vidas y dignidad les importa un pimiento como ya lo hemos visto con las recientes tragedias, Zaldibar, pandemia, desempleo, pobreza... Estoy seguro que en la mayoría de los casos tendrían problemas para encontrar trabajo en el sector público o privado en base al desempeño, aptitud y actitud, profesionalmente cuesta encontrarles algún tipo de aportación en positivo.

Desgraciadamente hay déficit de intelectuales, estadistas o gestores independientes con carisma y capacidades como para liderar proyectos colectivos de cambio y mejora de vida de los ciudadanos y sus entornos. Desgraciadamente predominan los visionarios o caudillos ególatras por la derecha y populistas por la derecha e izquierda, aplicando políticas paternalistas al objeto de desarrollar una red clientelar que les perpetúe en su puesto para servir los intereses de los que, en infinidad de ocasiones sin ellos saberlo, a través de trust financieros y los «think tank» les han situado en puestos de responsabilidad en los que demostrar su incapacidad e ineptitud sin coste alguno.

Han desaparecido los grandes pensadores o activistas sociales que desarrollen nuevas corrientes de contrapoder y contra información, que generen análisis y debate desde laboratorios sociales de ideas sin puertas giratorias formados por «sabios» sin intereses mercantilistas ni ambición desmedida de poder, que movidos por la decencia y valores contrapongan otro color al gris plomizo que actualmente impera.

En Euskal Herria, tenemos la suerte de contar con estas personas, hay ciudadanos brillantes, decentes, con gran capacidad, con futuros llenos de posibilidades tanto en empresas públicas como privadas que han sacrificado gran parte de sus intereses y energías para volcarse en proyectos de emancipación y desarrollo en todos los ámbitos, sociales políticos, industriales, medioambientales, etc. Tenemos múltiples y recientes, algunos todavía actuales, ejemplos
Este puede ser un buen punto de inflexión, y no solo por las elecciones que también, para que cambiando la forma hacer las cosas cambiemos su resultado y tendencia.

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