David Pastor

Mi pueblo tiene dos bibliotecas...

Me pregunto, si no debe ser importante para las personas adultas que toman estas decisiones (políticas), que las y los más pequeños dispongan de su espacio, aunque me parece que no, no lo es.

Vivo en Plentzia. Vivo en un pueblo donde hay dos bibliotecas, dos. Bueno, supuestamente dos (aunque sólo una tenga esa denominación y la otra se encuentra situada dentro de la Ludoteca, en la Casa de Cultura-Goñi Portal). Y desde que entramos en el confinamiento (seguro que algo más), esto es, desde el 15 de marzo del 2020, una de éstas permanecerá completamente cerrada hasta el día de hoy, y sin viso de volver a ser abierta en breve. Las dos bibliotecas se diferencian por la tipología de usuarios a las que ven dirigidas, personas adultas y personas que no lo son ¿pueden imaginarse el espacio de socialización, que potencia entre otras cuestiones la lectura que se encuentra cerrado? Nuevamente, las y los más pequeños y los que no lo son tanto, son personas sin derechos, o sin acceso a la ventana de la lectura, si no es desde el ámbito privado.

Con su mejor voluntad, la persona encarga de la biblioteca de personas mayores, me indica que puedo pedir materiales para mi hija sin ningún problema. Se agradece el recordatorio. Además, tenemos un servicio interbibliotecas que funciona muy bien, y eso, es estupendo, pero es que no se trata de eso.

Porque no recordad que estos dos espacios de lectura, son también de encuentro, de socialización y de múltiples aprendizajes en todas sus dimensiones (no sólo por los materiales que ponen a nuestra disposición).

Además, el mundo de las personas más pequeñas, es un mundo al que acceden y que conoce, en muchas ocasiones por medio de la manipulación y con el material de lectura, pasa lo mismo. Es este un material-objeto que pide ser conocido desde la manipulación sensorial. No olvidamos que, la lectura para las y los más pequeños pide ser visto, tocado, leído... y desde ahí repesando y reconstruido por quién lo está manejando y disfrutando. Es, primeramente, visual y así se hace atractivo para el potencial lector. La niña o el niño lo elige para verlo, tocar, indagar sobre lo que se tiene entre las manos y, puede ser, que atrape a quién lo curiosea, o puede ser que lo deje si no interesa, pasando a coger otro hasta encontrar el que más apetece (mira, igual que los adultos). Todo esto, sólo es posible en un espacio físico, esto es, en la biblioteca de la Ludoteka, por ejemplo.

Las y los más pequeños, deben perderse entre los diferentes materiales, entre los diferentes libros, historias, cuentos... curioseando, eligiendo y desechando o postergando, compartiendo espacio entre estos materiales. Tener acceso a esta experiencia y así poder elegir qué es lo que quieren llevarse, qué es lo que quieren conocer, qué es el misterio que quieren descubrir que se esconde tras esas páginas, tras sus dibujos y perderse en espacios y aventuras múltiples de las que quieren saber más. Querer conocer nuevos paisajes y mundos, seres vivos que los pueblan o no, y mucho más. De eso se trata.

Así, que no se trata de ir a una biblioteca y pedir un material para que te traigan desde otra. No podemos pedir un material que dependerá del punto adulcentrista sin más. No se trata de que yo elija, de que mi punto de vista se imponga con la mejor intención e intuición. No se trata de negarle esa posibilidad de elección, sino que deben poder pedirlo desde la suya, desde su conocimiento, desde su querer conocer, desde su querer indagar, desde su autonomía y capacidad, que la tienen y mucha y, desde su derecho a la cultura en sus múltiples formas y expresiones.

Me pregunto, si no debe ser importante para las personas adultas que toman estas decisiones (políticas), que las y los más pequeños dispongan de su espacio, aunque me parece que no, no lo es. Está claro que esas personas no tienen esa necesidad y deben disponer de espacios para leer y disfrutar de su ocio, con lecturas elegidas, en papel, o en dispositivos móviles o en lo que sea.

No es necesario tener hijos pequeños para saber de estas necesidades. Es más, aun no teniendo gente más pequeña a cargo, es responsabilidad de cualquier corporación municipal, responder a las diferentes necesidades de los diferentes colectivos que pueblan su entorno, y las y los más pequeños son tan importantes, y tan poseedores de derechos como el resto. El acceso a la cultura, es ampliar sus posibilidades de aprendizajes, y no tengo que recurrir a ningún documento oficial, ni municipal, ni autonómico ni internacional, ni carta de derechos ni... para saber que, es labor de gestores políticos el fomentar, potenciar y asegurar (entre otras cosas) todos estos derechos. Y tras año y medio, esto no se está haciendo, es más, se sigue negando y, a alguien con responsabilidades políticas sobre la cuestión, por lo menos, esto debería, por lo menos, hacerle caer la cara de vergüenza. La excusa de la pandemia, no es válida, cuando en tantos otros pueblos, se han puesto en marcha y recuperado estas cuestiones, sin mayores problemas.

Comparto con otras personas que la lectura no te hace más humano, ni más importante, ni tan siquiera más listo/a (ejemplos tenemos en cantidad), pero abre maravillosas ventanas por las que poder acercarse a los diferentes mundos de manera diferente. Luego, lo que cada cual haga con ese descubrimiento y aprendiza, es imprevisible, como pasa en muchos espacios sociales e institucionales. Pero es algo que no se puede negar a la población que va a consolidar el mañana.

Finalizo comentando que no he querido entrar en otras cuestiones, como es el tema de los puestos de trabajo que se han desaparecido y las historias que se esconden tras todo esto y lo poco que también parecen importar a quién tiene responsabilidad directa sobre la cuestión. Me he querido quedar en las/os más pequeños, y su nueva pérdida de derechos (que también es fundamental), su negación a la cultura (este pueblo adolece mucho de ella en los últimos tiempos), y la falta de expectativas que se les ofrece.

Goñi, portala ireki, kultura ireki guztiontzako!

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