Munduko Harresiak Apurtu!
El 9 de noviembre, Día Internacional contra los Muros, se cumplieron 33 días de asedio indiscriminado a Gaza. Es imposible denunciar los muros del mundo sin hablar de Palestina. Desde el 2007, Gaza sufre un bloqueo por tierra, mar y aire por parte del Estado Sionista de Israel, con cortes de electricidad, falta de acceso a la asistencia médica y al agua potable. La población palestina no puede salir y entrar libremente del territorio y desde el 7 de octubre no tiene ningún tipo de acceso a los suministros básicos.
Aunque la Franja de Gaza ocupe portadas por el asedio y el genocidio que se está perpetrando, la política de limpieza étnica que está sufriendo la población Palestina lleva materializándose durante más de 75 años. Cientos de checkpoints que separan ciudades palestinas, barreras físicas móviles en carreteras, etc. Solo en Cisjordania hay más de 70 kilómetros en carreteras por donde las personas palestinas no pueden circular. Desde el 2002, el Estado de Israel lleva ya construidos más de 700 kilómetros de muros y vallas en Territorio Ocupado Palestino. La limpieza étnica y apartheid es un proceso articulado por el estado sionista a través de mecanismos militares, políticos, administrativos y culturales, que no solo afectan a la movilidad de las personas palestinas, sino a sus derechos civiles más básicos. Desalojos y desplazamientos forzosos permanentes, detenciones arbitrarias y administrativas, restricción de acceso de puestos de trabajo, tortura y malos tratos, criminalización y persecución política de organizaciones humanitarias y de solidaridad con Palestina y un largo etcétera de continuas agresiones que han instaurado un régimen de segregación.
El Estado Sionista de Israel, y la normalización del genocidio y el apartheid, es la materialización sin filtros de unas políticas racistas que asolan a todo el mundo. En lo que va de 2023, 2.357 personas han sido asesinadas en el mediterráneo intentando llegar a Europa y se contabilizan más de 28.000 personas desde que se tiene registro. Otro genocidio perpetrado por las políticas migratorias, racistas y coloniales de la Unión Europea, un muro de agua que protege el Jardín Europeo del que hablaba Josep Borrell. Sumado a este «muro de agua» las vallas impuestas de Ceuta y Melilla, que son otro ejemplo más de los muros sangrientos que protegen la «Europa fortaleza». Aún a la fecha, no se ha hecho por el asesinato de al menos 37 personas de origen subsahariano en la frontera de Melilla y Marruecos, ni por las 14 personas asesinadas en el Tarajal, Ceuta.
Actualmente, podemos contabilizar más de 60 muros que separan fronteras o acotan territorios ocupados. Detrás de estas barreras se amparan políticas racistas que protegen ciertos privilegios a costa de perpetuar la desigualdad y la pobreza. En la última cumbre de la OTAN del 2022 en Madrid, se considera la migración como una amenaza híbrida para sus países miembros, lo que está justificando la militarización de las fronteras mediante el despliegue de tropas, barcos, aviones, drones y vigilancia digital, patrullando tierra, mar y aire. En esta misión, El Frontex, la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas, que ha cuadriplicado su presupuesto en los últimos 10 años y ha aumentado en 47 millones de Euros el gasto en operaciones de retorno, se ha convertido en una estructura parapolicial responsable de la vulneración sistemática de los derechos básicos de las personas migradas.
Pero no solo queremos hablar de las fronteras entre países, también algunos territorios y periferias de las grandes ciudades se han visto sometidas a medidas de control social que excluyen y apartan a personas racializadas y migradas y sin recursos. En nuestras propias ciudades se encuentran barreras y vallas que operan bajo la misma lógica colonial y racista. En Bilbao, sin ir más lejos, podemos recordar las «vallas racistas de la vergüenza» colocadas en las canchas de del barrio de Atxuri, que impedían el acceso a personas jóvenes, migradas y en situación de calle a pernoctar a cubierto. Estas vallas trasladan a las personas a lugares invisibles, donde aún son más vulnerables, con la única finalidad de negarles y excluirles de aquellos espacios donde habita el privilegio. Como ejemplo de esto queremos recordar el intento de asesinato de un compañero de Atxuri Harrera que pernoctaba en estas canchas y ahora pernocta en las laderas de Artxanda. Han sido numerosas las identificaciones y desalojos de la policía hacia las personas migradas y racializadas en situación de calle.
El mantenimiento de estas fronteras físicas y simbólicas no sería posible sin la intervención del capital privado. En Euskal Herria, casi dos millones de euros de las instituciones vascas han ido a parar a la empresa de Ilan Arzoolan, un ex agente del Mossad israelí, a la que se han externalizado tareas de seguridad y con la que se han firmado contratos de compra de armas. Otro ejemplo vasco de convivencia con el apartheid y genocidio es la empresa ferroviaria vasca CAF responsable de la construcción de una línea de tranvía en territorio ocupado palestino.
Por eso, con motivo del Día contra los Muros, Bizkaiko SOS Arrazakeria, BDS Bizkaia y Atxuri Harrera, unimos nuestras luchas para exigir la destrucción de todos los muros y vallas, físicas y mentales, que existen en nuestro planeta, y el respeto a la libre determinación de los pueblos y las personas para decidir su futuro y garantizar una vida digna. Así mismo, en una reivindicación como la de hoy no podemos dejar de pedir el fin de la ocupación y colonización de Palestina, el boicot a Israel, exigiendo un cese del fuego inmediato, el embargo de armas a la entidad Sionista y el fin del apartheid israelí.