Haizea Marijuan y Luis Salgado
EH Bildu Arabako Batzarkide Taldea

No olvidemos al agresor

El pasado 19 de febrero la Diputada Foral de Servicios Sociales, Beatriz Artolazabal, presentaba a los grupos junteros las conclusiones de un informe sobre violencia machista elaborado en la Cuadrilla de Rioja Alavesa.

La primera consideración que desde EH Bildu tenemos que hacer es valorar positivamente este primer paso, ya que consideramos que para combatir esta lacra es imprescindible conocer sus causas y sus consecuencias y de esta forma poder planificar, en base a ese conocimiento, las medidas a adoptar.

Presentes en el informe podemos hallar dos datos que, aún conocidos de antemano, no dejan de preocuparnos y así lo manifestamos en cuantos foros tenemos ocasión. En primer lugar hay que destacar lo exiguo de la plantilla de Trabajadoras Sociales en el Herrialde. Valga como ejemplo el que un Ayuntamiento como Navaridas tan sólo cuente con una Trabajadora Social dos horas por semana, pero sirva mejor para denunciar esta situación lo recogido en el propio informe; «…No podemos más-, (las trabajadoras sociales) expresan al narrar la escasez de recursos con lo que pueden responder a sus demandas…», «…estamos para todo, lo económico, jurista, para hacer seguimiento…» Urge por tanto hacer un esfuerzo desde la Diputación y los Ayuntamientos para reforzar los Servicios Sociales de Base, tal y cómo desde EH Bildu venimos exigiendo. No nos parece casualidad que sean una vez más, los servicios sociales, trabajo tradicionalmente asignado y ejercido mayoritariamente por mujeres, el que quede invisibilizado y totalmente precarizado.

El segundo dato alarmante de este informe es la escasez de recursos residenciales en el Herrialde. Tan sólo existen recursos en Gasteiz, Laudio y Amurrio, lo que provoca que «…las mujeres tienen que desplazarse hasta estas localidades, en muchos casos, sin saber conducir y sin contar con un adecuado transporte público…» Y a esto hay que añadir el desarraigo producido en unas mujeres a las que, cuando más apoyo necesitan, se las aleja de sus círculos familiares, añadiendo un nuevo dolor mientras el agresor continuará plácidamente instalado en el confort de su vida habitual.

Pero, si importantes son los datos que aparecen en el informe de Diputación, aún lo son más las ausencias. Tal y cómo denunció EH Bildu en la comisión, es sorprendente que de todas las violencias conocidas sea la violencia machista la única en la que el perfil que se estudie e investigue sea exclusivamente el de la víctima. Del agresor poco o nada. A lo sumo su género, e incluso sobre éste se intentará sembrar la duda tal. La ausencia en todo el estudio de Diputación de datos sobre el perfil de los agresores no es baladí, indica claramente la orientación paliativa de las instituciones al abordar la violencia machista, y un preocupante desdén al enfrentar al agresor y sus circunstancias. Así podemos ver campañas continuas que pretenden controlar y dirigir la vida de las mujeres, indicándolas cómo han de vestir, por dónde han de ir y con quién, qué deben hacer ante ésta o aquella situación pero ninguna, o muy pocas, que denuncien las actitudes violentas del agresor. ¿Para cuándo una campaña «Si controlas el móvil de ella eres un potencial maltratador?»

Se acerca un nuevo 8 de marzo y otra vez, desde las Instituciones públicas volveremos a leer manifiestos contra esta lacra que atenaza, humilla y tortura a la mitad de la población. Nuevamente se hablará de la necesidad de elaborar políticas integrales y de educación. Sin embargo, poco o nada avanzaremos si nos limitamos a actuar sobre las víctimas, que también, y olvidamos al agresor, único responsable y culpable de ésta situación y sin embargo, también chivo espiatorio de esta sociedad machista y patriarcal. Conocerlo es la única forma de combatirlo. Desde EH Bildu seguiremos apoyando y luchando porque el apoyo que se preste desde las instituciones a las mujeres supervivientes sea cada vez más integral y más cercano, pero exigiremos con mayor ahínco aún, una redirección de las políticas públicas para evitar la doble victimización de la mujer y la lucha efectiva contra el maltratador, desde la justicia y desde la educación. Para ello debemos empezar por no tener estos «olvidos», o seguiremos cometiendo los mismos errores.

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