Jesusmari Soubies Garate
Gaugeroa-Arabako Pentsionistak Lanean

Pensiones, trabajo y dinero

La sociedad en su conjunto tiene que cambiar de dirección, tiene que elevarse de categoría, la esclavitud, sea abierta o encubierta no tiene cabida, el trabajo no es compatible con la precariedad ni con contratos basura

El discurso financiero trata de difundir en la sociedad y hacer creer que a la gente trabajadora se le está dando el «dinero» a espuertas, a granel, lo que se dice: con excesiva facilidad. Las pensiones se presentan como algo aún más grave. Su cantinela es: «vivís mucho, cobráis mucho, hace falta mucho dinero...», una cantinela en la que ellos no se incluyen, aunque una y otra vez haya que rescatarlos precisamente con montañas de dinero.

Ciertamente los conceptos de la economía nacional se han vuelto incomprensibles para la mayoría. Muy manipulados por esa minoría de las grandes fortunas y el sistema financiero especulador. Con todas las estructuras sociales bajo su control imponen su patraña como un mantra: tratan de hacernos creer que para hervir la leche hay que colocar el cazo en el congelador.

Como no hacen más que hablar de dinero, veamos. Un billete de cincuenta euros no es otra cosa que el valor equivalente de un cierto número de horas trabajadas de cierta gente. El billete le da a una persona la capacidad de poner a su servicio cierta cantidad de trabajo, o sea, poder regir sobre esa cantidad de trabajo. Imaginemos un billete que me da esa posibilidad: hora por hora otras personas venden el trabajo de estas trabajadoras como valor equivalente real de lo que se tiene en el bolsillo: el billete de cincuenta euros.

Tan complicada se han hecho nuestras relaciones que ya ni nos damos cuenta de ellas, especialmente cuando no nos afectan de cerca, pero lo dicho explica que tras el billete de cincuenta euros esta el trabajo, la actividad económica en su conjunto, de toda una sociedad. Desde los empleos más humildes (declarados en la primera fase de la pandemia de la covid-19, como actividades esenciales), hasta los más reconocidos socialmente (de los que durante esa fase no los echamos en falta para nada).

En ese billete está el trabajo de la gente del campo, de la industria, de los artistas, escritores, de la peluquera, del fontanero y del panadero, también el trabajo del lehendakari y el del ministro y, ojo al dato: también el trabajo de anteriores generaciones. El dinero no es de ayer, tiene historia, incluso antepasados: los del euro fueron el marco, el franco, la lira, la peseta, el escudo, etc. En esos billetes de cincuenta euros, mira por donde, también está el trabajo realizado por las actuales personas pensionistas desde hace veinte, treinta, cuarenta o más años.

La especulación financiera tienta a la sociedad ofreciendo dinero y más dinero, si depositamos el nuestro en sus fondos. En tal caso el billete de cincuenta euros que nos otorgaba la disposición de cierta cantidad de trabajo aumentará esa capacidad..., y obligará a la población trabajadora a añadir ese plus a cambio del mismo billete, y con ello contribuiríamos a aumentar su explotación.

El banquero nos dirá que la riqueza está en el dinero, que no nos preocupemos del trabajo, que para eso están los esclavos y esclavas. Ciertamente, al paso que vamos con las reformas laborales el Derecho del Trabajo se convertirá en una legislación sobre una sociedad esclavista, si es que tal sociedad requiere de alguna legislación.

El billete, dicho sea de paso, es el Estado quien lo emite (en nombre de la sociedad en su conjunto). Ciertamente lleva el sello del BCE, y la firma de Christine Lagarde (antes la de Mario Draghi), pero su verdadero valor no reside en eso, sino en el trabajo realizado por las actuales trabajadoras y trabajadores y también por los anteriores trabajadores y trabajadoras.

Sin duda alguna, lo más fácil de la actividad económica es poner la firma en los billetes (aunque los firmantes sean los que más cobren). Lo que más cuesta y lo que requiere esfuerzo es lo que realizan los y las trabajadoras (aunque sus ingresos sean los más escasos), es el esfuerzo de la sociedad en su conjunto. Para esta realidad social, las anteriores generaciones, tuvieron y tuvimos que realizar un esfuerzo y unos sacrificios aún mucho mayores.

El dinero juega su papel en la economía, que es importante. Es el medio a través del cual lo que todas y cada una de nosotras producimos para los demás llega a repartirse. Esto es lo que hay que cuidar y mejorar, y darle un contenido más social. En ningún caso, la riqueza y el dinero se puede utilizar en perjuicio de la sociedad, y menos para amedrentarla.

La sociedad en su conjunto tiene que cambiar de dirección, tiene que elevarse de categoría, la esclavitud, sea abierta o encubierta no tiene cabida, el trabajo no es compatible con la precariedad ni con contratos basura.

El movimiento pensionista en general y el de Euskal Herria en particular, está por un cambio real en las políticas sociales, algo que hemos expresado en nuestras reivindicaciones, y no va a dejarse engañar por patrañas y milongas financieras. Hay que poner las vidas en el centro. Hemos estado en Madrid el 16 de octubre y estaremos en Gasteiz el jueves 28 de octubre. El 13 de noviembre en todos los pueblos y ciudades de Euskal Herria y en todos los pueblos y comunidades del Estado saldremos a las calles. Tenemos el firme propósito de alcanzar nuestras reivindicaciones y de ganar esta batalla.

Gobierne quien gobierne las pensiones se defienden.

Search