Olaia Andueza Ruiz

Pobreza física (y pobreza metafísica)

Algo tengo que añadir sobre la calidad del acto protagonizado por «La Pedroche»: también estuvo insultante. Y me insultó a mí personalmente.

Pre Post Data: tristemente el tema me lleva a la necesidad de rebajar el nivel de reflexión a Primaria del curso de valores feministas.

Cuando se piensa, profundamente o no, en la cultura; en lo qué es y en cómo se materializa en el ser humano, sólo existe la vaguedad. Cultura es un término vago, lleno de difusión.

Cuando cultura y libertad forman el eje de la reflexión, entonces, los límites se difuminan todavía más. Es un efecto que a mí me gusta representar de la siguiente manera: coge una tiza y machácala contra una superficie. El polvo de tiza creará una imagen de límites difusos, límites de polvo. A continuación sopla, sopla hacia aquella tiza esparcida en la superficie. ¿Qué es lo que ocurre? El polvo se espanta, se va corriendo y ya no quedan límites de polvo. Estamos ante la difusión de los límites difusos. Ese es el dominio de dos dominios: cultura y libertad, el dominio de la tiza sobre superficie soplada.

A este respecto pienso en «La Pedroche» (como se le llama normalmente, espero que no se ofenda) y en su (ya tan comentado) vestido que dio comienzo al año 2019. Por medio de ese acto televisivo se pretendió atraer a un público que se despierta ante la llamada de una nueva forma de dar la bienvenida al nuevo año. Esa nueva forma tiene diferentes fases:

Primero, se anuncia una pequeña sorpresa que se focaliza en el tipo de vestido que llevará la celebrity. Es algo misterioso. Ese anuncio se da con antelación para crear una expectación que contagia. Funciona como esporas y se ve su eficacia años tras año. Esa expectación se logra mantener hasta el mismo día de Noche Vieja. Imagino a las familias sincronizando Antena 3 con el fin de que se revele aquel misterio que se ha estado promocionando. Finalmente, antes de que lo «importante» de comienzo (la ingesta casi macabra de doce uvas en doce segundos, otra acción cultural) «La Pedroche» explota su misericordia y concede la oportunidad de desvelar el misterio en torno a su vestido. Por lo tanto, existen tres elementos que ayudan a que tal gesto sea tan popular: propaganda, intriga y, por último, el desvelo del misterio. Estos elementos nada tienen de novedosos, ya que desde que el teatro es teatro esos elementos han estado presentes en la cultura universal.

Este año La Pedroche ha exhibido su cuerpo. Tacones que contienen compuestos reciclados sostenían un cuerpo adornado con doscientas flores colocadas en zonas estratégicas. Una capa complementaba la tela, una capa de tul rosa. Nada más tengo que decir sobre la estética de «La Pedroche». Objetivos conseguidos.

No obstante, algo tengo que añadir sobre la calidad del acto protagonizado por «La Pedroche»: también estuvo insultante. Y me insultó a mí personalmente. Me gustaría poder explicarme:

Yo no sintonicé la Antena 3 el día 31 de diciembre. Tampoco conocía las intenciones y objetivos que se había impuesto a los participantes del espectáculo. He estado ajena a toda polémica que hiciera referencia a «La Pedroche». No suelo consumir Antena 3, no consumo Instagram, no consumo Twitter, y no suelo consumir Facebook. Mi vida se ha unido a la de «La Pedroche» por una pequeña casualidad: he sintonizado La Sexta (zapeando) a las 15:30 del día 2 de enero. No esperaba que media hora de ese programa se reservara para dar más protagonismo a eso a lo que ya se le ha dado.

Durante el programa se le da una pequeña propaganda a la casa que ha creado el vestido… (bla bla bla…) De repente, se le da paso a otra persona, aparece en el plató; otro protagonista del acto que tuvo lugar más de 36h antes: Josie. Parece ser que él ha sido sujeto activo en el proceso estético de todo el tinglado. No sólo vale con el punto de vista de Cristina, también parece ser importante lo que Josie opine y quiera aportar.

Esto ya es totalmente connotativo: cuando Josie vomita una palabra sube el pan. Un personaje que demuestra estar ajeno a toda sensibilidad intelectual contemporánea, y se le da la oportunidad de simular que todo lo que sale por su boca es una verdad absoluta. Pues bien, Josie comienza a describir el proceso de creación, las difíciles decisiones que se han tenido que tomar etc. Se toma la libertad (o puede que «La Pedroche» se la haya concedido) de valorar físicamente el estado de Cristina. La califica como reina, diosa, valora su cuerpo como cuerpazo… Y llega al clímax de su intervención: se le escapa un escupitajo venenoso, tan venenoso que envenena lo que Cristina ha hecho y deja de manifiesto porqué se ha hecho lo que se ha hecho. Envenena la farsa que configura la identidad feminista de Cristina; envenena el espejismo de libertad que refleja Cristina; envenena toda disculpa que puede haberle hecho cada una de las mujeres que han disculpado alguna vez el personaje de «La Pedroche»; envenena todo gesto de apoyo que haya recibido Cristina; y lo impregna con la única verdad que se esconde detrás de cada uno de los actos hechos hasta aquel momento: el machismo.

Escupe una frase que deja al descubierto una cruda realidad que puede que todavía no se haya quedado clara: ¡«La Pedroche» se puede permitir ese vestido! La mierda termina flotando.

Esta proposición deriva una implicatura que no escapa a nadie: hay gente que no se puede permitir ese vestido. Por su físico evidentemente. ¡Qué sutilezas se encuentran en el sistema inferencial! ¡Qué haríamos sin tal sistema inferencial! Espero que notéis mi tono sarcástico cuando digo que no sabía que existiera la pobreza física. Ignorábamos que hay mujeres que pueden permitirse cierta ropa, mientras que a otras mujeres su físico no les provee de los recursos necesarios para ponerse un vestido. Creo que Josie debería darnos unas pocas clases de esa nueva economía. ¿Por qué no crear una asignatura en Empresariales que se denomine Economía del Físico? Hacer de ello una ciencia puede que nos ayude a entender y poder investigar eso que Josie dijo y (sin ambigüedades) quería decir.

Esa frase es cultura. Esa frase hace cultura. Ese acto, Pedroche, es cultura; ese acto, Pedroche, al mismo tiempo, perpetúa la cultura. La cultura al culto de un solo tipo de cuerpo femenino; al cuerpo etéreo, idealizado, modélico que algunas ambicionan, otras odian; por el que todas sufrimos y el que pocas (parece que) pueden permitirse.

Ese culto es cultura, una sola cultura: la cultura machista. Aunque no haya malas intenciones, aunque no haya habido una consciencia explícita, aunque lo único que se desee sea un momento de exhibicionismo y protagonismo, aunque la libertad del cuerpo deba residir en el individuo que habita tal cuerpo… Esa cultura es machista.

Gracias Josie, gracias por desvelar lo que todas sabíamos pero a lo que se ha hecho caso omiso cuando ha sido denunciado. Gracias Pedroche y Josie y Chicote y Zapeando y Dabiz (y todo/a aquel/aquella implicado/a) por evidenciar qué pobres sois todos/as vosotros/as en cultura feminista. Me temo que vomitaré a gusto la próxima vez que os encuentre en pantalla.

Search