Iñigo Muerza Erroz

Podemos contra Podemos

Llevo varios días intentando escribir unas líneas sobre las diferentes propuestas y candidaturas que se presentan a la segunda asamblea estatal de Podemos, pero me está siendo imposible ante la absoluta estupefacción provocada por el enorme nivel de crispación que se está produciendo estos días en el partido, con constantes situaciones que van desde los insultos y las descalificaciones personales, a las mentiras, las manipulaciones o las denuncias por parte de respetables próceres del proyecto de maniobras orquestales en la oscuridad por parte de infaustas camarillas.

Todo esto no son sino las consecuencias de habernos dotado en su momento de un modelo organizativo excesivamente vertical, jerárquico, con alta concentración de poder y notables déficits democráticos, que ha permitido que en los dos años transcurridos desde la primera asamblea estatal desarrollemos un Podemos que poco tiene que ver con la impugnación de las prácticas de los partidos clásicos y con la promesa que traíamos de regeneración política.

Los miembros de Podemos acudíamos a esta convocatoria con la esperanza –o el autoengaño– de que pasadas las elecciones generales íbamos a ser capaces de construir el proyecto que la urgencia electoral no nos permitía tener. Sin embargo la sorpresa que se está dando, desde hace ya unos meses, es que hay una parte del partido que al parecer se encuentra más que cómoda con el modelo surgido de la primera asamblea y cuyas intenciones no pasan por el alejamiento de este. En su lugar proponen un partido con una representación en sus órganos poco proporcional, escasamente plural y enormemente excluyente; una casi ausente descentralización del poder y de la toma de decisiones; una insuficiente independencia de la Comisión de Garantías Democráticas; un control soterrado de las listas electorales; un nulo desarrollo de sistemas de fiscalización, transparencia y rendición de cuentas; o una integración de las bases y los territorios meramente testimonial.

Frente a ello, otras dos corrientes importantes se encuentran planteando avances importantes en estas mismas cuestiones y en otras similares que podrían recuperar un Podemos que nunca hemos tenido. De ellas, la más numerosa en apoyos cuenta con una cierta posibilidad real de lograr que sus propuestas salgan elegidas el próximo fin de semana, y tal vez por ello está siendo víctima de difamaciones y ataques realmente descarnados.

El caso es que empieza a dar lo mismo quién logre qué este fin de semana. Está siendo tal el daño que nos estamos produciendo que gane quien gane, pierde Podemos. El proyecto no va a ser el mismo de ahora en adelante. Lo que quedaba de la capacidad de generar ilusión y de seducción de antaño queda ya destrozada. Las figuras implicadas en los enfrentamientos actuales no van a poder erigirse más como representantes de un todo, sino tan sólo de una parte.

Y todo ello, con las condiciones que alumbraron el proyecto y con las oportunidades vislumbradas en su momento intactas.

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