Podemos: La oposición adolescente
No hay más que consultar la hemeroteca para comprobar las causas por las que Podemos en Álava y en Euskadi han ocupado noticia en los medios en los últimos 2 años: El destripe interno. Los palos entre ellos. Ni una sola propuesta política. Ni un debate de carácter ideológico. En definitiva nada práctico para construir alternativas de cambio.
Solo trifulcas entre Junteros, entre parlamentarios, entre cargos internos. Entre parte de unos y el consejo ciudadano (o sea la ejecutiva) de aquí o la de allá, o de ambas más la de Madrid cuando hace falta desahogarse a un nivel más elevado. Llevan así desde el inicio. Un interminable proceso selectivo-electivo en el que se eligen a sí mismos y unos contra otros en cualquier opción de cargo que se presente: Consejo Ciudadano Local, Autonómico, Parlamentario, Senadora, Concejal…Todo ha circulado en torno a lo mismo. Entrar en la saca, vigilar y desprestigiar a los competidores y salir finalmente elegido. Pero una vez dentro ya bien situado, la trifulca no hace sino comenzar. Entonces se abre la veda de las facciones. Los grupitos de poder crecidos sobre simientes rencorosas de trazo infantil. Sin ideología. Sin ideario político. El poder por el poder del patio de recreo. Este proceso de autoempoderamiento ensimismado tiene su continuación en la interminable búsqueda de su propia identidad diferenciadora de todo y de todos. Se trata de hallar las diferencias insalvables respecto al resto de formaciones políticas, a las propuestas de los demás, a los compañeros del grupo juntero/parlamentario/partido/consejos ciudadanos. Son tan diferentes a todo a todos y entre sí mismos que no cabe más que ser oposición en todas partes. En los Parlamentos, en el Senado, en los Ayuntamientos, En las Juntas Generales… Y entre sus círculos (lo poco que queda de ellos), también diferenciados hasta llegar al unos contra otros, y dentro de los círculos también vigilándose: A ver quién va con quién, qué dice, qué hace, a qué aspira... Ahora están cavando ávidamente sus trincheras para preparar su entierro en Vista Alegre, organizando reuniones, calibrando fuerzas de unos sobre otros, prestos a neutralizarse, mancillarse, modelando facciones insípidas y aburridas, sin el más mínimo contenido político.
Y a todo esto ¿Dónde está la gente a la que con tanto ahínco deseaban defender a toda costa y solo ellos? Pues en la desafección política a un proyecto ilusionante descarrilado.
En Álava el asunto estalla (una vez más) por Abstenerse o Votar no, en unos presupuestos para los que el carácter de ese voto resulta intrascendente. Tan intrascendente como el papel del propio grupo Podemos en Juntas, pese a tener un número de representantes que podría haber sido determinante. Nada menos que 8 Junteros inoperantes zurrándose entre ellos. Todos expulsando a todos. Fíjense ustedes que decisión tan peliaguda para la política local y el bienestar de la ciudadanía: Cómo mostrar su oposición a todo (en realidad a ellos mismos, a sus facciones internas), Absteniéndose o votando no. Y al final lo único que consiguen mostrar es su absoluta incapacidad política y la nula confianza que merecen. Tanto ante quienes les han votado como ante el resto de grupos políticos. Los votantes han mandado a las Instituciones (a Juntas, A los Parlamentos, Al senado, a los Ayuntamientos) a una nada desdeñable representación para no hacer nada más que entonar una interminable y cada vez más aburrida berrea. Y el resto de grupos políticos se encuentra con unos cómodos (y acomodados) convidados de piedra que a lo más solo sirven para agitar periódicamente cualquier pancarta. Decía la portavoz podemita en Juntas alavesas Arantxa Abecia: «Podemos no es cómodo para el PNV en Juntas Generales de Araba.» Las carcajadas jeltzales todavía retumban en las gruesas paredes de la institución. Ni en sus mejores sueños, podía llegar a imaginar el PNV una oposición tan intranscendente como la ejercida por los 8 junteros podemitas.
La pregunta ya no es a qué se oponen sino qué proponen. Y como no tienen nada sólido y viable que proponer, ni gente con capacidad de gestionar nada desde la responsabilidad institucional, pues nos tienen entretenidos con sus trifulcas de poder y sus clichés de eslógans que de tan repetidos cada vez se nos antojan menos creíbles.
Se trataba de incidir en la política para hacer cosas. No de agitar el patio para no hacer nada. Se trataba de meter en las instituciones a gente competente, con capacidades y aptitudes para ejercer una nueva política en la que nos sintiéramos representados. Y quienes han llegado desde Álava a todos los cargos representativos sin excepción, (Parlamentarios, Senadores, Concejales, Procuradores de Juntas) son personas sin capacidad política alguna, sin vocación de intervención desde el ámbito de la gestión, sin habilidades personales para el acuerdo con el diferente. Personas sin conocimiento alguno de las diferentes áreas institucionales paralizados, lógico, por el desconocimiento absoluto de las mismas. Se trataba de construir un modelo alternativo de participación política, con un modelo de organización abierto e ilusionante. Y han montado un partido a la más rancia usanza, jerárquico, piramidal, sustentado en la artimaña y el arribismo. Especialmente llamativo el caso del Consejo Ciudadano de Vitoria-Gasteiz, donde se hace uso de la cooptación para cubrir las vacantes de los dimitidos, impidiendo con ello un proceso de renovación del órgano. Muy democrático. Eso sí, con un discurso de cara al exterior preñado de malabarismos conceptuales utilizados para colársela al público electoral mostrándose como lo que no son (círculos, consejos ciudadanos, interminables procesos electorales internos en los que no puede sino ratificarse lo que se cocina desde los órganos de poder -básicamente listas de candidatos para todo-, discursos de cambio que nunca se substancian en alternativas reales ni en las alianzas necesarias para alcanzarlas, etc.).
Cada vez molesta más la parafernalia terminológica tras la que ocultan sus arribismos e incapacidades. Llamar consejos ciudadanos a vulgares ejecutivas de partido en el más rancio estilo jerarquizado, compuesto por afines al poder cuyo único mérito es la mediocridad y la docilidad ante quien ostenta la vara de mando. Referirse a «La Gente» o «la Ciudadanía» como si les pertenecieran erigiéndose en representantes de lo que no son.
Puede que quienes votaron a Podemos en Álava lo hicieran con consciencia de la opción política a la que apoyaban. Lo que sí es seguro es que no sabían a qué personas estaban enviando a las Instituciones. De haberlo sabido probablemente se lo hubieran pensado. Desengáñense. No van a hacer nada, más allá de algún pataleo ocasional, agite de pancarta, o nueva paliza interna entre ellos. No van a gestionar lo público, ni a alcanzar acuerdos con nadie. Ni siquiera entre ellos mismos.
Estamos asistiendo a la traca final de lo que fue un proyecto ilusionante para la izquierda y la conciencia disidente. Esto solo es el principio de la descomposición de Podemos en el territorio alavés. Más temprano que tarde el tiempo y los acontecimientos colocarán a cada uno en su sitio. Levantando el velo del sueño ante una realidad fea. El próximo día 29 de diciembre nos darán otro nuevo capítulo del esperpento con la presumible expulsión de 5 de los 8 miembros del grupo de Juntas en Araba, tal y como ya «insinuó» el Secretario de Organización Lander Martínez. Sabremos si a los expulsados les honra el gesto de la dimisión, o si por el contrario, se aferran a la poltrona con el vago pretexto de ser los auténticos defensores de las esencias del ideario podemita.
Ya podemos espabilar con la que nos viene. Gobiernos de derechas, organizaciones de izquierdas inoperantes e incapaces de acordar ante quienes gobiernan para esquilmarnos la calidad de vida y los derechos costosamente alcanzados.
Este proceso va a más y nosotros vamos a menos.
Y mientras, Podemos, tocando sus zambombas de familia mal avenida.
Muy contentos todos.