Luis Salgado
EH Bildu Araba

Por un buen gobierno

La patronal manda, la administración obedece. Ese ha sido el esquema que la quienes han gestionado hasta ahora han aplicado. Cuando la patronal ha visto que sus beneficios adelgazaban, que sus bolsillos ya nos llenaban con la facilidad y la cantidad de antaño, han pedido, mejor dicho, exigido medidas. Raudos y veloces, nuestros gobernantes han aceptado sus demandas: bajar o, directamente, eliminar impuestos, despido gratuito, poder contratar sin aplicar si quiera los convenios en vigor, contratos precarios por los que los jóvenes llegan casi a pagar dinero… La lista de favores es eterna. Pero ni aún así.

Dice la patronal, la bizkaina en este caso, que necesita la protección de las instituciones. Dice que empresas que llegan de fueran tiran los precios y ya no pueden competir. Ahora piden la ayuda papá y mamá institución, una ayuda que han negado hasta ahora a sus trabajadores y trabajadoras.

Entre gobernar y gestionar existe una gran distancia, algo que sin duda no agrada recordar a quienes defienden el actual modelo de administración. Los mismos que hacen de las instituciones su cortijo desde donde gestionan lo público cual empresa privada en busca del beneficio de algunos, generalmente “los suyos”. Durante años nos han instruido para que creamos que las instituciones no pueden interferir en la economía, ni en la producción, ni siquiera en el modelo social.

Para ese modelo caduco y agotado que nos ha llevado a una situación de ruptura social demoledora, las instituciones solo sirven para inyectar dinero público, dinero de los ciudadanos en los bolsillos privados en forma de proyectos faraónicos, de inversiones multimillonarias y si sobra, ya si eso, un poco de obra social, a poder ser también privatizada. Sin embargo gobernar no es solo decidir qué se hace con el dinero, sino también cómo se hace y qué consecuencias tienen esos actos en la ciudadanía, en la naturaleza, en la cohesión, en la integración, etc. A esto hay que añadir que las Instituciones públicas son en si mismas motores económicos nada desdeñables, y que por tanto, desde estas se pueden activar mecanismos activos, no sólo para crear empleo, sino para que éste sea, además, empleo digno y de calidad.

Con todo lo anterior en mente, desde EH Bildu creemos que ninguna institución pública puede lavarse las manos y olvidar sus responsabilidades. No nos vale que en virtud de un supuesto ahorro se puedan permitir ataques a nuestra tierra, a nuestro medioambiente, a nuestra lengua y, mucho menos, a nuestros trabajadores y trabajadoras.

Lo que ahora reclama la patronal es lo que EH Bildu puso sobre la mesa hace ya dos años. Porque gobernar significa velar por la defensa de los derechos de las personas que residen en tu pueblo. Gobernar significa exigir a las empresas que cumplan con los convenios en vigor, que colaboren en erradicar las diferencias entre hombres y mujeres, que ayuden en la inserción de colectivos con dificultades, que garanticen los derechos lingüísticos.

Gobernar significa cuidar nuestro entorno y exigir a la patronal que haga lo propio. Gobernar significa buscar la eficiencia energética, generar una cantidad mínima de residuos, usar productos ecológicos…

El compromiso de EH Bildu con estas estas cuestiones le llevó a presentar una norma foral para la aplicación de cláusulas sociales en la contratación de obra pública. Nos decían era que era ilegal pero se aprobó por unanimidad, se han archivado los recursos interpuestos en su compra y a día de hoy, se aplica ya en Gipuzkoa y en Araba.

Ahora, Araba va a dar luz verde a otra norma foral similar para la contratación responsable que será de aplicación en todos los contratos públicos. Eso es gobernar. Eso es construir una sociedad más justa, eso es velar por los derechos de la ciudadanía. Y en eso, desde EH Bildu, hemos marcado la diferencia.

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