José Luis García
Doctor en Sicología, especialista en Sexología, y autor del libro “Sexo, poder, religión y política”

¿Qué es un niño (y niña) pornografico? (I)

Hay investigaciones muy serias y documentadas acerca de los graves efectos en la salud del consumo abusivo de porno desde corta edad.

Internet ha transformado nuestras vidas, nuestras relaciones y nuestro tiempo libre. Ha sido uno de los más importantes y maravillosos avances de la humanidad. Sin embargo, tambien va a ser la matriz en donde se inician y mantienen no pocas adicciones: al móvil, al juego de apuestas online, videojuegos, al consumo patológico o a la pornografía y que van a dar trabajo a un batallón de psicólogos en los próximos años. De eso no tengo ninguna duda. Como suele acontecer, las familias más desfavorecidas, serán las que mayor sufrimiento tengan que soportar.

Cualquier niño con un movil en su mano, puede acceder sin ninguna dificultad ni control, a todo tipo de películas porno, las 24 horas del día, los 365 días al año de manera gratuita. Barra libre. La mayoría de las películas porno tienen dosis de violencia. Algunas claramente muestras violaciones y torturas a chicas jóvenes aniñadas. Todo ello en un entorno de sociedad hipersexualizada que instrumentaliza los cuerpos de mujeres y niñas con fines de consumo.

Sabemos que el porno es una de las principales fuentes de información sexual de nuestros chicos y jóvenes, transmisor no solo de cierto tipo de conocimientos sesgados, embustes y decenas de mitos; sino tambien de un modelo de comportamiento sexual que cabría esperar de un chico y una chica en esas circunstancias. Muchos chavales antes de haber dado un beso ya han visto escenas de esa naturaleza y, algunos otros, alardean de ser expertos en conductas sexuales pornográficas.

Una nueva propuesta

En los últimos dos años he venido sugiriendo en algunos artículos, en nuestros blogs y en redes sociales, un nuevo concepto que he denominado «niños pornográficos» y «niños (y niñas) pornográficos» incorporando dos hashtags (#niñosyniñaspornograficos y #educacionsexualprofesional) como alternativa a su prevención, que han tenido una gran acogida.
Merece la pena, por tanto, una breve explicación acerca de lo que yo entiendo por generación de niños pornográficos y que lo planteo a modo de hipótesis, para su futuro y en un futuro no muy lejano, si no estamos ya inmersos en él. Un niño pornográfico será un adulto con importantes destrozos emocionales, afectivos y sexuales. Este planteamiento hipotético, se hace en base a los conocimientos disponibles hasta el momento, nuestra experiencia profesional y una cierta reflexión sobre la realidad actual.

Hay investigaciones muy serias y documentadas acerca de los graves efectos en la salud del consumo abusivo de porno desde corta edad. Por otra parte, los datos oficiales de la fiscalía sobre el aumento de delitos sexuales, la implicación de menores en los mismos, las agresiones sexuales, los consumos de alcohol y sustancias, entre otros muchos aspectos, confieren a esta hipótesis un cierto fundamento empírico.

Se trata, pues, de un problema de salud y me gustaría circunscribirlo a ese ámbito, ya que es esa área en la que vengo desarrollando toda mi vida profesional.

Un niño pornográfico será un adulto con importantes destrozos emocionales, afectivos y sexuales.
Pues bien, en mi opinión, ese concepto haría referencia a una generación que se compone de menores y jóvenes, que serán adultos:

1. Que han aprendido sexo a través de películas sexuales fundamentalmente, sin educación sexual adecuada que pudiera hacer de contrapeso a esos aprendizajes. Que, tal vez, se han creído que lo que ven en la pantalla de alta calidad –que a la vez es lo que le excita y lo que le da un inmenso placer– es lo normal y, consecuentemente con ello, es lo que se espera de él cuando tenga sus primeras relaciones sexuales y lo que él anhela del comportamiento de su pareja.

Este aprendizaje a través de esa vía, es un hecho generalizado y afecta a buena parte de los menores y jóvenes. Prácticamente la totalidad de los jóvenes españoles han consumido porno antes de los dieciocho años, iniciándose algunos a partir de los 6-8 años, según investigaciones conocidas. Las chicas en menor cuantía, pero, a juzgar por las tendencias de otros países, es probable que acaben muy cerca de esas tasas de consumo.

2. Es muy probable que estos menores tengan relaciones sexuales precoces, que sean muy activos sexualmente y por tanto promiscuos y que traten de imponer a una chica lo que han visto en las películas de pornografía violenta; es decir, coito oral, anal y vaginal alternativamente y sin ningún tipo de higiene, ni métodos de prevención de Infecciones de Transmisión Sexual, con lo cual, el riesgo de contagiarse una infección de esta naturaleza o bacteriana es elevado.

Los datos relativos al incremento de ITS no paran de subir, las tasas de IVE se mantienen o en todo caso hay una reducción poco significativa.

3. Quizá sean agresivos en sus primeras prácticas sexuales y, como tienen todas las papeletas de que sean frustrantes, es posible que frecuenten la prostitución, más temprano que tarde, apoyados en la pandilla, porque es allí donde pueden hacer lo que han visto en los vídeos que le han excitado tanto. Estos deseos, lo que él quiera, pueden ser solicitados a mujeres jóvenes, que están obligadas a hacerlo, por unos cuantos euros, porque han venido de un país pobre.

Un joven de dieciocho años nos decía que: «Ir de putas es muy fácil, no tiene riesgos de rechazo, es económico, comparado con una cena con una potencial novia. Además, con la puta puedes hacer y pedir lo que quieras, todo lo que has visto en el porno, sin problemas, por unos cuantos euros. Con la novia no».

Hay documentación suficiente para afirmar que los jóvenes españoles son consumidores de pornografía y, a la vez, una parte importante de ellos de prostitución. España, no lo, olvidemos en uno de los primeros países del mundo en consumo de prostitución y en infraestructuras para ello.

4. Tienen una elevada probabilidad de ser adictos al porno, incluso padecer determinadas alteraciones cerebrales y, en esas circunstancias, quizás sufrirán algún tipo de disfunción sexual. En el caso de que tengan pareja, lo más probable es que surjan conflictos con ella y, podría ser, que acabarán separándose.

La disfunción sexual es, así mismo, una de la consecuencias más conocidas y documentadas científicamente del consumo de pornografía.

Es preciso advertir que, en base a esa documentación, los adolescentes tienen un mayor riesgo de adicción ya que el centro de recompensa del cerebro de un adolescente es capaz de responder entre dos y cuatro veces con mayor entidad que el cerebro de un adulto, liberando más cantidades de dopamina y otras proteínas como la DeltaFosB o la CREB.

En el próximo artículo continuaremos hablando de este tema tan importante para el futuro de nuestros hijos e hijas.

Search