Martin Garitano
Periodista y ex diputado general de Gipuzkoa

Recordamos a Jon Idigoras

Jon ha sido mucho más que un líder. Ha sido un compañero, un amigo, el combatiente que nunca dejaba en la estacada a un camarada.

Anteayer celebramos la lucha interminable de la clase trabajadora en todos los rincones del mundo; ayer los más rancios elementos del nacionalismo español celebraron el aniversario del alzamiento de Daoíz, Velarde, Cascorro y compañía, allá por 1808, en lo que llamaron Guerra de la Independencia. Y hoy, 3 de mayo, muchos abertzales, vascos y de izquierda, celebraremos el cumpleaños de Jon Idigoras Gerrikabeitia. Hoy cumpliría 86 años, plenos de entrega, pelea y compromiso.

Jon ha sido mucho más que un líder. Ha sido un compañero, un amigo, el combatiente que nunca dejaba en la estacada a un camarada.

Y, además, un hombre intuitivo, inteligente y valiente. Desde la lucha sindical mantuvo la bandera de los trabajadores contra viento y marea y, cuando Santi Brouard se lo reclamó, asumió su papel en la dirección de Herri Batasuna.

Hizo muchas más cosas, muchísimas, que quedan en la intimidad de quienes compartieron vida, desvelos y alegría –mucha alegría– con aquel que nunca dejó de ser el joven listo y travieso de Zornotza que conoció el exilio en Ipar Euskal Herria, la actividad política en Bilbao, el honor de hablar en nombre de nuestro pueblo en el Congreso de los Diputados español, mirando a los ojos a Felipe Gonzalez, el de los GAL. Y, tal vez por eso, casi lo matan en el Hotel Alcala, junto a Josu Muguruza.

Hoy vivimos un tiempo diferente. Que también demanda compromiso y lucha, qué duda cabe, pero que nos exige acomodar los instrumentos de lucha a las condiciones objetivas de la sociedad vasca. Eso lo aprendimos de Lenin.

De Jon aprendimos que no hay que confundir firmeza con fundamentalismo. Porque eso es infantilismo estéril. O, como dicen ahora, postureo.

Hoy recordamos a Jon Idigoras, que a muchos nos condujo con su ejemplo y sus consejos.

Y lo haremos desde la convicción de que, a la vista de la realidad política de hoy, nos animaría a perseverar; aplaudiría a Mertxe, Oskar... –y con mucho cariño a Iñaki Pinedo– en aquel Congreso al que Telesforo no quiso volver.

Me falta papel, pero tengo un sólo hijo, que se llama Jon. Tal vez escribo para que lea esto y lo comparta con los de su generación.

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