Paula Ajuria

¿Reducir la oferta?

Esta ciudad es ya, como la Parte Vieja, una gran zona A saturada: pero de hoteles. Por lo que no podemos hablar de logros por cerrar unos pisos turísticos

Leo en DV el titular: “Donostia logra reducir hasta un 20% la oferta de viviendas turísticas en un año”. Se entiende como logro esta reducción en la oferta. ¿Pero logro para quién Sr. alcalde? ¿Cómo se traduce esta reducción, a efectos reales, en la vida de los ciudadanos que sienten el impacto del turismo en la ciudad? ¿Habrá menos tráfico de turistas tirando estrepitosamente de maletas sobre ruedas por las aceras donostiarras? (conocida imagen en algunos periódicos). Significará esto que como ciudadana pueda entrar a tomarme un pintxo en un bar de la Parte Vieja sin que me sienta parte de un Pintxo tour? ¿Significará esto un alza en las ventas de pequeños comercios de esta ciudad? ¿Significará que en los vecindarios se sientan más tranquilos? ¿Podrán dormir mejor?

No. Nada de esto Sr. alcalde. Han cerrado unos pisos, pero mientras tanto Aparture, la asociación que representa las empresas que gestionan viviendas turísticas, está repartiendo placas, para poner en fachada, que avalan su legalidad.

Y leo también que la normativa de su ayuntamiento «sirve para eliminar todos aquellas viviendas que prestan servicio alojativo de forma irregular». «Irregular», término este sugerente de lo ilegal. Pero ¿cómo de diferente, realmente, será este nuevo panorama «legal», para los ciudadanos?

Si bien se entiende por lógica la norma que prohibe más pisos turísticos en la ya saturada Parte Vieja, (que bien podría llamarse Parte Nueva por la transformación que venimos viendo en los últimos años), lo demás en la normativa son condiciones en cuanto a plantas. Y me pregunto ¿cómo aliviará, si ciertamente es de molestias de lo que hablamos Sr. alcalde, a los vecinos, que asumo, es a quién más atañe este asunto? Porque realmente, en cuanto a normativa se refiere, la que se aplica a los pisos turísticos ahora, es la misma prácticamente, que la que se aplica a toda vivienda: lo básico en cuanto a contaminación acústica, número de ocupantes, superficies, temas de residuos e incendios. Es decir aquí no cambia nada.

Lo que si está cambiando es la ciudad. Con esta nueva gran oferta hotelera que, salvo excepciones, está muy al alcance de los jóvenes extranjeros habrá más tráfico debido a que las estancias en los hoteles son típicamente de corta duración (por cuestiones obvias, como la falta de una cocina, y una lavadora, y todo lo que sustenta una estancia más prolongada); significa más entradas y salidas, más turistas tirando de maletas por las calles y, sobre todo, más turistas en la Parte Vieja y por la noche. Además, los turistas que se alojan en hoteles, no realizan compras en los pequeños establecimientos, ni en los mercados de alimentos de la ciudad. Parece una tontería, pero parte del encanto de esta ciudad son sus pequeños comercios, algunos como «museos», prácticamente en vías de extinción, y testimonio de una ciudad que todavía vive, no solo del turismo. Estas tiendas, no se benefician de este vuelco por el turismo hotelero, si no en todo caso, todo lo contrario.

Entonces, ¿logro?, ¿logro para quién? No para la ciudad. El logro este no reduce el impacto del turismo en la ciudad. Y la huella ecológica del turista de hotel no es menor al del turista de alojamiento en vivienda turística. En estos tiempos que corren, con un mundo alertado al problema del exceso de consumo y residuos, a lo cual contribuye sin duda el turismo, ¿queda justificada la apertura de tantos hoteles? Esta ciudad es ya, como la Parte Vieja, una gran zona A saturada: pero de hoteles. Por lo que no podemos hablar de logros por cerrar unos pisos turísticos.

Aquí no hay logro, no. Y cabe recalcar que el que los pisos turísticos, los lleven empresas asociadas con Aparture o no, los pisos turísticos, Sr. alcalde: como las patatas, son patatas, y da igual quien las venda.

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