Lino Astobieta, Begoña Fuentes, Gabi Elkoroaristizabal, Mentxu Arbide y Agustín González de Langarika

Repensar el modelo de movilidad del Bilbao metropolitano

Carlos Moreno, en su libro «La revolución de la proximidad: la ciudad de los 15 minutos» recoge cómo en 1955 “The New York Times" se hacía eco de un artículo titulado "The Sky Line” en el que reflexionaba contra el «tecnosolucionismo» que presuntamente suponían las infraestructuras para la circulación y los coches, mientras se favorecía la expansión urbana en detrimento de la calidad de vida. Decía textualmente que «la mayor parte de los remedios sofisticados que los expertos han propuesto para la congestión de Nueva York se basan en la idea ingenua de que el problema puede resolverse aumentando la capacidad de las vías de circulación existentes, multiplicando el número de maneras de entrar y salir de la ciudad y proporcionando más plazas de aparcamiento a los coches, a los que, para empezar, no se debería haber atraído a la ciudad». Igual que el remedio del sastre contra la obesidad, soltar las costuras del pantalón y aflojar la cintura, esas medidas de ningún modo frenan los apetitos glotones, generan más kilómetros de asfalto y no van a solucionar el problema de la accesibilidad y la movilidad en plena crisis climática.

El denominado Subfluvial de Lamiako es un ejemplo de cómo en lugar de afrontar el problema de fondo de otra movilidad en el gran Bilbao busca soluciones cortoplacistas y no responde al reto de crear un sistema multimodal, donde se prime el transporte público −preferentemente eléctrico−, el coche compartido, infraestructuras ciclistas potentes y espacios amables para la movilidad peatonal.

Las autoridades actuales deberían responder a una serie de cuestiones antes de aprobar definitivamente el proyecto. Muchas de ellas se han planteado en las alegaciones presentadas por varias asociaciones, centros escolares, comunidades de vecinos, particulares y partidos políticos. Alegaciones a las que no han contestado de forma directa, sino indirecta −mediante un decreto foral− sin explicar a fondo y de forma argumentada sus respuestas y con evidentes contradicciones en las mismas.

Preguntados por qué este proyecto y no cualquier otra solución alternativa de mallado de la ría, plantean la llamada solución Lutxana como algo a considerar a futuro. Tampoco explican por qué se han descartado otras formulaciones anteriores.

Interpelados sobre la grave afección a la zona de Romo y Artaza (Parque de Artaza e Instituto fundamentalmente, pero también otros centros escolares); áreas de Lekueder, Zarragueta-Zarragabarrena y Landabarri en Leioa y Antiguo Golf en Getxo durante y después de la ejecución, solamente aducen que es una infraestructura necesaria, sin explicar por qué no se ha buscado una solución al mallado que no implique esa afección.

Interrogados sobre los efectos del tráfico en las zonas aledañas y su efecto en la salud de la población se remiten a estudios posteriores, práctica totalmente prohibida por la legislación de evaluación del estado.

En definitiva, no es que no hayan contestado en tiempo y forma a las alegaciones, sino que la impresión que dan es que no tienen respuestas.

No tienen respuesta a por qué es necesario seguir adelante con un proyecto que va a generar un aumento de las emisiones de efecto invernadero cuando según la comunidad científica y los organismos internacionales más prestigiosos en cuanto al estudio de alternativas al cambio climático insisten en que nos encontramos prácticamente en un punto de no retorno y en la urgencia de reducir el consumo de combustibles fósiles.

Tampoco tienen respuesta cuando se les interpela sobre el modelo urbanístico en Uribe Kosta. Saben, pero no quieren reconocer que el problema de la intensidad del tráfico tiene mucho que ver con el modelo de un urbanismo extensivo y monotemático que no nos va a conducir más que a una agudización de los problemas de saturación y retenciones que experimenta nuestro sistema viario.

Igualmente, carecen de contestaciones propositivas al ser preguntados por qué, con la tecnología actual y los cientos de millones de fondos (van por los 604 millones de un presupuesto que aún aumentará unos cuantos cientos de millones más) no se apuesta por un sistema tranviario-ferroviario que responda a una planificación armónica de la conectividad en el territorio.

Demasiadas cuestiones sin respuesta para un proyecto con graves carencias y afecciones negativas en las zonas afectadas por su trazado. Es hora de parar y repensar un modelo integral de movilidad y transporte del Bilbao metropolitano. Es hora de movilizarse y exigir una moratoria de este proyecto a los responsables políticos del mismo.

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