Sáhara, Consejo de Seguridad y Estado español, ¿hasta cuándo?
El 29 de abril el Consejo de Seguridad adoptó la Resolución 2285 sobre el Sahara, con dos votos en contra (Venezuela y Uruguay) y 3 abstenciones (Angola, Rusia y Nueva Zelanda), y mostraba su preocupación por el hecho de que la capacidad de la MINURSO para desarrollar completamente su mandato había sido afectada por el hecho de que la mayoría de su componente civil, incluido el político, no puede ejercer sus funciones en el marco o área de operación, al haber sido expulsados por Marruecos.
Y enfatizaba la urgente necesidad de que la Minurso volviese a su plena funcionalidad, requiriendo al Secretario General a informar al Consejo de Seguridad en el plazo de 90 días.
El Consejo de Seguridad reafirmaba su total apoyo al secretario general, al enviado especial Mr. Ross y a la responsable de la Minurso Mrs Bolduc y reiteraba que la consolidación del status quo no es aceptable, así como su compromiso en asistir a las partes a alcanzar una solución política justa definitiva y mutuamente aceptada, que provea al pueblo saharaui de la autodeterminación en el marco de un acuerdo consistente con los principios y objetivos de la Carta de Naciones Unidas.
Terminaba así, por ahora, la ofensiva del régimen del Makhzem con el objetivo de modificar el escenario de la cuestión saharaui, mediante un claro ataque contra el secretario general, el enviado especial Mr. Ross así como la responsable de la Minurso Mrs Bolduc.
Una ofensiva política, económica y diplomática que ha contado con el firme apoyo de los Países del Golfo así como de Francia y España (este último agazapado). El objetivo es modificar el tablero, quitar definitivamente de la ecuación la base jurídica y política principal de los acuerdos de 1991 relativos a la celebración de un referéndum de autodeterminación en Sahara monitorizado por la ONU, moviendo el debate al marco de la autonomía regional y la mera función verificadora del alto el fuego de la Minurso.
La firmeza del Enviado Especial Ross, las decisiones del Tribunal de Justicia Europeo respecto a la ilegalidad de los acuerdos EU-Marruecos, así como la certeza de que los acuerdos pesqueros seguirán el mismo resultado, la llamada de atención del secretario general Ban Kin Moon en abril de 2015 sobre la necesidad de que haya que revisar toda la cuestión ante el persistente bloqueo, los tímidos cambios en relación a esta cuestión por parte de la Administración Obama (su inicial apoyo hace un año al monitoreo de DDHH por parte de la Minurso, la preocupación del Congreso de los EEUU respecto a los derechos humanos y el primer borrador del presente consejo en el que se requería al inmediato restablecimiento de la Minurso son grandes logros de la diplomacia saharaui) han llevado a que el Régimen marroquí lance una ofensiva sin precedentes para intentar modificar el escenario y la correlación de fuerzas que se venía produciendo.
Los ataques al enviado especial y los desplantes a Ban Kin Moon en su visita a la región han sido los ataques más visibles, a los que ha seguido la expulsión del contingente civil (y político) de la Minurso.
No han sido tan públicas las actuaciones político diplomáticas entre las que cabe destacar, como bien ha señalado el Profesor Carlos Ruiz Miguel, el discurso pronunciado en Riad ante el Consejo de Cooperación del Golfo el 20 de abril o el viaje del monarca marroquí a Moscú. El discurso ante el Consejo del Golfo ha sido calificado por ‘Le Monde’ como «el viraje anti-occidental de Mohammed VI». En esa intervención pública atacaba con vehemencia al secretario general de la ONU al que acusó de estar siendo instrumentalizado y criticó la postura de los países occidentales a los que se refiere como amigos tradicionales, «Estados Unidos, Francia y España», denunciando a los responsables de las administraciones que cambian constantemente en algunos de esos países, en clara alusión al año electoral en Estados Unidos, dado que Francia y España siguen siendo sus fieles aliados.
La ofensiva ha venido apoyada por un viaje a Rusia para atraer la posición de este país en base a acuerdos económicos y militares (si bien en el Consejo de Seguridad ha mantenido su histórica posición) y los intentos de aproximación a China y la India.
Toda esta ofensiva se ha cristalizado en los críticos días previos a la presentación del informe de Ban Kin Moon así como la presentación del borrador de Resolución del Consejo de Seguridad, los cuales han sufrido diversas modificaciones consecuencia de las presiones de Marruecos y sus fieles aliados, Francia, España y los Países del Golfo.
Así, el borrador del informe del secretario general sufría alteraciones consecuencia de la influyente labor francesa en el departamento de mantenimiento de la paz de la ONU. El citado informe tardó 15 días en ser publicado y sufrió numerosas modificaciones (tal y como vuelve a señalar el Profesor Carlos Ruiz Miguel), un informe definitivo que contó con el beneplácito de Marruecos.
La segunda batalla ha sido la resolución del Consejo de Seguridad en la que Marruecos ha contado con el apoyo de Francia y España en su intento de consolidar la aplicación de la doctrina israelí de «facts on the ground» con la violación de los acuerdos adoptados por los que se desplegaba la Minurso, mediante la expulsión del contingente civil, intentando que la medida tenga carácter definitivo sin coste alguno.
España y Francia, conforme a medios acreditados en Naciones Unidas, no deseaban que se incluyera el plazo de 90 días adoptado por el Consejo para que el secretario reportase sobre si la Minurso ha vuelto a su plena funcionalidad.
El objetivo puede ser que así la cuestión del Sáhara pueda tener impacto en la selección del nuevo secretario general de la ONU en unos pocos meses. El propio ministro Margallo planteó incluso que la prórroga de la Misión de la Minurso podría extenderse solo unos meses. Otros países consideraban este plazo excesivo y reclamaban que se fuera más enérgico o se reportase al menos en 60 días.
Del mismo modo, los países aliados de Marruecos junto con otros (Egipto, aliado de los países del Golfo, y algunos países africanos de la órbita francesa) intentaron maniobrar para evitar la presencia del enviado especial de la Unión Africana al Sáhara, el expresidente de Mozambique Mr. Chissano, el cual pudo presentar su informe por mediación de Angola (miembro del Consejo) abogando por la pronta celebración del referéndum.
Los representantes de Uruguay y Venezuela, de manera absolutamente digna, se opusieron a la Resolución adoptada al considerarla débil, y al no blindar de forma adecuada a la Minurso. Rusia, Nueva Zelanda y Angola se abstuvieron del mismo modo. Se rompía así la unanimidad histórica del Consejo en referencia a la renovación de la Minurso.
La ofensiva de Marruecos, que ha contado con la colaboración expresa de sus aliados de Francia, España y los Países del Golfo, no ha conseguido, sin embargo, sus objetivos y la batalla sigue abierta.
En esta batalla es urgente y necesario desenmascarar la actuación del Gobierno español, fiel servidor del Makhzem. Basta recordar que durante su reciente Presidencia del Consejo de Seguridad, España no ha adoptado iniciativa alguna respecto a este tema y ha obviado todos los requerimientos que se le han realizado desde el propio Parlamento español en tal sentido. España no solo calla ante la grave situación que se vive en los territorios ocupados, sino que maniobra entre bambalinas como fiel escudero del monarca Alauita y fiel aliado francés.
Digámoslo claro: No es que España vendiese al pueblo saharaui 40 años atrás, sino que vende cada año a las nuevas generaciones de saharauis ante el Consejo de Seguridad. ¿Hasta cuándo?