Siamak Khatami
Politólogo

Sanidad pública: ¿satisfactoria o en bancarrota?

La huelga del 13 de noviembre fue una marcha multitudinaria a favor de la salud pública y en contra de la gestión de Ayuso.

Es un tema complejo. Y hay que especificar que aunque hay una ministra de Sanidad (Carolina Darias San Sebastián) en el gobierno de Pedro Sánchez, la salud es un tema del que se encargan los gobiernos regionales, no el gobierno central en Madrid. Por ejemplo, Carolina Darias, la Ministra de Salud, fue entrevistada el 20 de abril en la cadena de radio Onda Cero, y toda esa entrevista fue centrada en la cuestión de «mascarillos sí, o mascarillas no». ¡Nada más! Porque en otras cuestiones que tengan que ver con la sanidad, son los gobiernos sub-centrales que deciden. En la entrevista a la que hemos referido, se habló de si hay que quitar las mascarillas totalmente o no; si hay que revisar el modelo de vigilancia, y la controversia de hace pocos meses en el gobierno regional de Madrid sobre la controversia que se originó con los contratos que inflaban los precios de las mascarillas. Y no se habló de ninguna otra cuestión.

La sanidad pública está atravesando problemas en todos los territorios que el Gobierno de Pedro Sánchez considera parte del Estado español: pero hay problemas que tienen más fácil solución, y hay otros problemas que convierten la sanidad pública en un desastre, como en caso de la región de Madrid bajo el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso. Hace algunos años, incluso ciudadanos de otros países venían a Madrid por sus tratamientos médicos; ahora, no solo ese flujo ha parado, pero que los ciudadanos están hartos de lo que Ayuso está dejando de hacer con la sanidad pública en Madrid.

En el caso del Estado español en general, incluso la Comisión Europea ha alertado de los problemas de la sanidad española: listas de espera y falta de personal. Los pacientes deben pagar de su bolsillo el 24% del gasto sanitario por los copagos farmacéuticos y la falta de cobertura dental. Además, hay largas listas de espera, escasez de médicos y enfermeros, y una cobertura insuficiente en el caso de los medicamentos y de la atención dental. Estos son los principales problemas que aquejan al sistema sanitario español, según la Comisión Europea y la OCDE. La presión presupuestaria en la sanidad pública se acentuará durante los próximos años debido al envejecimiento de la población.

España tiene la esperanza más alta de la UE (83,4 años, 2,5 por encima de la media) y su «desigualdad social» en materia sanitaria es menos pronunciada que en muchos otros países. Sin embargo, casi el 60% de los españoles mayores de 65 años padecen alguna enfermedad crónica y uno de cada cinco sufre algún tipo de discapacidad, lo que incrementa la demanda de los sistemas sanitarios y de ciudadanos a largo plazo.

El principal factor de riesgo sigue siendo el tabaquismo. Aunque las tasas han bajado en los últimos quince años, el 27% de los adultos españoles fuman a diario, por encima de la media de la UE (19%). Y la obesidad ha aumentado y afecta a 17% de los adultos (por encima del 15% del promedio de la UE). Por el contrario, la tasa de adultos que reconocen un consumo elevado de alcohol está entre las más bajas de Europa (9%) (claro, la cuestión es: ¿cuál es la tasa de adultos que consumen demasiado alcohol sin reconocerlo?).  

En el caso de la Comunidad Autónoma Vasca, con Gotzone Sagardui Goikoetxea como consejera de Sanidad, los problemas son menos graves. Enfrentarse a la pandemia del covid-19, que era algo absolutamente desconocido, supuso un período terrible. Pero la CAV contaba con un sistema de salud pública sólido, consolidado, y ha sido capaz de dar respuesta a las necesidades de los ciudadanos en el ámbito de la salud.

En cuanto a qué objetivos le quedan para cumplir, Sagardui Goikoetxea enumera tres:

1) estabilización de la situación de los y las profesionales de salud de la CAV y las plantillas;

2) reconocimiento y acreditación de las carreras de los profesionales de salud;

3) mejorar las inversiones del gobierno vasco en grandes infraestructuras, pequeñas infraestructuras y tecnología.

Las características profesionales cambian; con ello cambian las necesidades de la ciudadanía y es necesario adecuar el servicio que se presta. También está en marcha el Plan de Salud Infanto-Juvenil en Atención Primaria, muy centrada en la prevención, en conocer al niño y a la niña incluso antes de que nacieran.

En caso de la región de Madrid, Isabel Díaz Ayuso ha hecho un ridículo de todo el problema de la sanidad pública madrileña y las protestas de los profesionales, reduciendo toda la cuestión a un mero asunto de que «faltan 34 médicos». Dice en la Asamblea regional que las huelgas de los profesionales no están justificadas y ha comparado la manifestación del domingo 13 de noviembre con las movilizaciones contra la invasión de Irak. Añade que los ministros del gobierno de Pedro Sánchez repiten «como papagayos» las críticas contra ella y el presidente del PP Alberto Núñez Feijóo, e insinúa que las críticas de la oposición hacia su gestión están cargados de machismo. Todo para desviar la atención sobre el gran problema que le recuerdan sus rivales en la Asamblea de Madrid: el caos en la reapertura de las urgencias extrahospitalarias y la falta de recursos en la atención primaria, que han provocado dos huelgas de los facultativos y una manifestación en defensa de la sanidad pública, la convocada el 13 de noviembre pasado en Madrid.

«¿34 médicos dan para una huelga, un boicot y manifestaciones?» ha dicho Díaz Ayuso, como si el problema de la sanidad madrileña estuviera únicamente en su decisión de dejar sin médico presencial 34 puntos de urgencias extrahospitalarias en los que los pacientes tendrán que comunicarse telemáticamente con los facultativos. «¿Ya estamos en el ‘no a la guerra’?», comparando la manifestación del 13 de noviembre con las movilizaciones de 2003 contra la invasión de Irak. Sus palabras causaron la indignación de los portavoces de la oposición de izquierda. Mónica García, líder de Más Madrid (y médico de carrera) ha dicho que «todos los madrileños somos conscientes de que su gestión es chapucera». Ayuso ha dicho que «vamos a presentar una reforma severa y profunda de la sanidad para maravillas del mundo». Lo que ha hecho: «ha dejado la sanidad patas arriba». Lo que Ayuso dice es que «faltan médicos en España». Lo que hace: «poner de patitas en la calle a 6,000 sanitarios en marzo». Lo que Ayuso dice es que «estamos poniendo todos los medios a nuestro alcance». Lo que hace es «sustituir a los médicos por tablets. ¡Esto es una chapuza! Y ante semejante despropósito solo le queda insultar». Pero Ayuso esquiva la mayor parte de la polémica y deja el grueso a su consejero de sanidad, Enrique Ruiz Escudero.

La huelga del 13 de noviembre fue una marcha multitudinaria a favor de la salud pública y en contra de la gestión de Ayuso. La Delegación de Gobierno dice que hubo 200.000 manifestantes, mientras los convocantes dicen que hubo 670.000, para denunciar el estado crítico de la sanidad pública en Madrid y mostrar su rechazo a Isabel Díaz Ayuso, a la que han pedido su dimisión. Exigen también una mejor asistencia y más recursos para la atención primaria. Y mejora de las condiciones de trabajo para que vuelvan los médicos que dejaron España y motivar a los jóvenes a seguir «una profesión esencial». Madrid, siendo la región con mayor renta per cápita «es la que menos dinero invierte en atención primaria, la que menos dinero gasta por habitante y la que menos centros de salud tiene por 100.000 habitantes». Hasta hace unos años, personas de otros países de la Unión Europea venían a Madrid para tratar sus problemas médicos; ahora, el sistema de salud pública en Madrid es un caos, y problemas existen en algunas otras regiones también. Esa puede ser la primera urgencia que hay que tratar y solucionar.

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